
Una mujer toma un sorbo de una bebida sentada junto a una pintura del líder opositor encarcelado Leopoldo López, en una manifestación contra el gobierno en Caracas, Venezuela, el martes, 19 de abril de 2016. Foto AP / Ariana Cubillos
Los sectores medios venezolanos están en caída libre y sufren el impacto de la grave crisis económica que atraviesa el país desde principios de 2015. El modelo de vida de la clase media se ha hecho añicos y los grupos vulnerables, que salieron de la pobreza entre 2003 y 2008, también padecen de manera acelerada los efectos adversos del cambio de ciclo petrolero, así como los errores del modelo económico implantado por el chavismo.
A pesar de la heterogeneidad de los sectores que la integran, el concepto de clase media llegó a ser sinónimo de un estilo de vida representativo de la etapa de rápido y considerable desarrollo que conoció Venezuela entre los años cincuenta y setenta del siglo pasado. Un profesional de clase media podía comprar una vivienda, cambiar de coche periódicamente, permitirse educación y sanidad privadas para su familia, tener una vida social activa fuera de casa y viajar al exterior. Sostén social fundamental de la democracia partidista implantada en 1958, la clase media conoció una pérdida notable de su calidad de vida a partir de los años ochenta, y muy en particular en la década de los noventa, debido al agravamiento de la crisis económica y a la aplicación de medidas de estabilización y ajuste estructural en el marco del conocido Consenso de Washington. Con Hugo Chávez en el poder (1999-2013), los cambios se intensificaron ya que las élites gobernantes apostaron por un modelo de sociedad radicalmente distinto en términos de los controles sobre la sociedad que se impusieron desde Estado.
La recuperación de los precios del petróleo en otoño de 2003 y el boom que se prolongó durante los diez años siguientes tuvieron consecuencias importantes en la puesta en marcha del así llamado socialismo bolivariano. Entre otras, la fuerte expansión del gasto público, y en particular del gasto social, que dinamizó la actividad económica. Con ello: i) mejoró el ingreso de los sectores medios. No obstante, la mayoría sintió progresivamente un cerco a su estilo de vida; ii) adicionalmente, muchos hogares salieron de la pobreza (por ingreso) y pasaron a la condición de vulnerables, llevando en parte otro estilo de vida alejado de la clase media tradicional pero igualmente guiado por el consumismo. En la tabla 1 se aprecia el notable incremento del porcentaje de clase media y sectores vulnerables entre los años 2003 y 2011. Para estimar los distintos sectores, la socióloga Lissette González empleó la metodología de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), más apropiada que la usada por otros organismos internacionales ya que, debido al control de cambios que impera en el país y a la utilización de diferentes tasas de cambio, la conversión a dólares del ingreso resulta problemática. El escaso porcentaje de clase media y los altos niveles de pobreza en 2003 obedecen, en gran parte, a la crisis que vivió el país como consecuencia del paro económico petrolero que se desarrolló entre finales de 2002 y comienzos de 2003 (aunque el tipo de medición no es la misma, consultoras como Datanálisis ubicaban la clase media en torno al 18% en 1998).
Tabla 1. Distribución de la población según clase social en Venezuela (2003-2011)

Fuente: Lissette González (2014) a partir de la Encuesta de Hogares por Muestreo.
Si bien hasta el año 2014 Venezuela gozó, en líneas generales, de una década de relativa estabilidad económica gracias a un elevado ingreso petrolero (se estima que recibió más de 860.000 millones de dólares entre 1999 y 2014) y unas condiciones crediticias internacionales favorables, a partir del año 2011 ya eran manifiestos los efectos negativos del set de políticas aplicadas en la productividad de la economía, y ello se advierte también en el cuadro 1. Los controles de precios y cambio (vigentes desde 2003), las estatizaciones, las expropiaciones, las limitaciones a la iniciativa privada, etc., afectaron muy negativamente a la actividad económica. La continuación y profundización de dichas políticas a partir de 2013 por el heredero de Chávez, Nicolás Maduro, han agravado los problemas ya que, además, la élite gobernante no tomó ninguna previsión ante un posible desplome de los precios del petróleo, como así sucedió a partir de la segunda mitad del año 2014, limitándose con ello el acceso a unas divisas que, monopolizadas por el gobierno, son fundamentales para lubricar el sistema.
Desde principios de 2015 la economía atraviesa una grave crisis, con una fuerte disminución del PIB, una elevada inflación (la más alta del mundo), un considerable deterioro del mercado de trabajo, un elevado aumento de la escasez y el desabastecimiento de productos e insumos básicos, un deterioro de los servicios públicos, sin olvidar el drama para obtener medicamentos y la lacerante inseguridad, que campea a sus anchas. En ese contexto, obviamente, se ha producido una vertiginosa caída de la calidad de vida de los venezolanos hasta extremos impensables para los más viejos del lugar, retroceso que no es convenientemente captado por algunos indicadores como, por ejemplo, el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Tabla 2. Hogares en condiciones de pobreza por ingresos en Venezuela (1998-2015)

Fuente: Encuesta Condiciones de Vida (ENCOVI), 2014 y 2015. UCAB-USB-UCV.
El Ejecutivo ha dejado de publicar cifras de pobreza por ingreso pero, a partir de datos de otras fuentes, puede colegirse el empeoramiento de la situación de los sectores medios y bajos. Así, la consultora Datanálisis situaba en el 17,7% el porcentaje de clase media en mayo de 2015. Respecto a la pobreza, las cifras de dos estudios realizados por varias universidades venezolanas en 2014 y 2015 (tabla 2) son ilustrativas del deslave social. En 2014 había aumentado significativamente la pobreza reciente (33,02%) y, en términos absolutos, casi 16 millones de personas eran pobres. En 2015, los niveles de pobreza superaban los existentes al inicio del periodo chavista.
Sin duda, los sectores de clase media y clase media baja dependientes de un empleo formal por cuenta ajena han sido los más castigados por los elevados niveles de inflación, la escasez y el deterioro del mercado de trabajo. Los que pueden sortean parte de dicha problemática con tarjetas de crédito, encomendándose a un futuro muy incierto. En suma, es evidente que la clase media se ha empobrecido, aunque algunos grupos con negocios propios hayan podido mantenerse e incluso prosperar. Otros sectores, en particular los más jóvenes, han optado por la emigración. En términos relativos, los pobres, si bien no cuentan con un sistema eficaz de protección social, han aguantado algo mejor la situación, hasta fechas recientes, gracias a los incrementos en el salario mínimo y las transferencias del gobierno. Pero el último año ha sido muy duro y el precio de la canasta básica se ha disparado, de ahí la pauperización de la población. Si bien el bachaqueo (venta ilegal de productos) se ha convertido en un modo de vida para algunos grupos, en parte organizados, no puede generalizarse al común de los ciudadanos.
En Venezuela, como en otros países de la región muy dependientes del comportamiento de las commodities, los grupos sociales que mejoraron sus ingresos durante el reciente boom petrolero están viviendo las adversidades del cambio de ciclo y de las malas políticas que siempre han ocasionado un elevado gasto público, en gran parte improductivo, y un endeudamiento masivo. En los últimos veinticinco años se han producido otras situaciones críticas, económicas y sociales, que se han traducido en un aumento de las desigualdades y en un incremento de la pobreza (por ejemplo, en 1989, 1992, 1996 y 2003). En esta ocasión, la mayor gravedad de la crisis arroja bastantes interrogantes sobre una recuperación - en mucho tiempo -, de los sectores medios, aunque el país conozca un nuevo ciclo petrolero favorable a corto plazo.
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