Electricidad, agua y opacidad
La preocupación por la electricidad y el agua de estos y estas activistas no son una coincidencia. La transmisión y procesamiento de cada vez más grandes volúmenes de datos requiere una cantidad considerable de energía. De acuerdo a estimaciones, los centros de datos consumirán alrededor del 1 a 2% de la demanda global de electricidad.
Hay menos información disponible sobre consumo de agua, pero una ilustración es que Google auto-reportó un aumento de 11.5 billones de litros en 2017 a 15.8 en 2018. Es importante recalcar que los centros de datos representan solo un nodo dentro del ciclo de vida de la IA, la cual también involucra extracción de minerales a gran escala, acumulación de chatarra electrónica y otras prácticas contaminantes.
Un desafío para el activismo de centros de datos ha sido la falta de transparencia y rendición de cuentas por parte de las compañías Big Tech. En Chile, la falta de publicidad sobre el proyecto de Google hizo que la comunidad local activara relativamente tarde los mecanismos legales de participación. En Irlanda, la falta de datos sobre los centros de datos ha hecho difícil contar con datos sólidos a nivel nacional. En Holanda, investigaciones demostraron que algunos químicos emitidos por los centros de datos podrían generar contaminación de los suelos, un hecho que había sido negado por compañías tras estos proyectos.
Imaginando un futuro diferente
Además de activistas de centros de datos, las charlas Territorios de Datos también incorporó a investigadores e investigadoras sobre las políticas de los centros de datos. Estos y estas investigadores concordaron con muchos de los puntos destacados por los y las activistas, y también destacaron la importancia de imaginar nuevas formas de activismo y futuros alternativos.
Para Paola Ricaurte (Tecnológico de Monterrey), las protestas son cruciales pero necesitar ir acompañadas de propuestas alternativas. Por ejemplo, el desarrollo de micro centros de datos puede activar un tipo de ciudadanía digital diferente de la promovida por Big Tech. Como Julia Rone (MCTD, Universidad de Cambridge) expresó, existe la necesidad urgente de propuestas regulatorias y de políticas públicas capaces de desafiar el status quo y proveer alternatives viables.
Mél Hogan (Universidad de Calgary) afirmó que el activismo de centro de datos también debe considerar formas de incorporar a la naturaleza en su lucha. Por ejemplo, las ‘rocas del hambre’ que están resurgiendo en Europa contienen mensajes grabados hace siglos que actúan como recordatorio de crisis medioambientales previas. Hogan también destacó el rol del activismo artístico para abrir futuros alternativos.
Llevan a cabo formas creativas de activismo puede ser aún más relevante considerando el futuro distópico descrito por Patrick Brodie (University College Dublin). Para Brodie, alianzas que ya están tomand forma entre empresas tecnológicas y proveedoras de energía pueden dar lugar a circuitos cerrados en los cuales la energía es garantizada para los centros de datos y no para la gente. Si dicha integración ocurre, dijo, no debiera sorprendernos ver Amazon Eólico o Red Energética Amazon en el futuro.
Solidaridad contra Big Tech
El surgimiento de grupos de base en Chile, Irlanda y Holanda está generando atención hacia el impacto concreto de las tecnologías de datos como la IA para las comunidades y el medio ambiente. Mientras que las compañías Big Tech se presentan como ‘verdes’, su comportamiento actual las transforma en importantes contribuyentes en la crisis climática.
El activismo de centro de datos comparte algunas de las metas de grupos como el movimiento de derechos digitales y los sindicatos de empresas tecnológicas. Quizás, la clave para democratizar la tecnología consiste en que estos grupos unan fuerzas en solidaridad contra un adversario común: un puñado de cada vez más poderosas y ricas empresas tecnológicas socavando la privacidad, la democracia y el medio ambiente a escala planetaria.
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