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#CrisisEnVenezuela ¿Un show mediático de héroes y villanos?

La crisis de Venezuela sigue llenando las agendas públicas en muchas ocasiones como un show mediático de héroes y villanos. ¿Qué escenarios más allá del juego político se abren ahora para este país? English

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27 febrero 2019
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Manifestación en contra del regimen de Maduro en Barcelona, febrero 2019. PA Images. Todos los derechos reservados.

Se cumplen más de 45 días desde que Nicolás Maduro se posesionó de su cargo de presidente para un segundo mandato de seis años, y parece que la crisis en Venezuela no tiene aún una visible solución.

La estrategia de la oposición, consistente en la habilitación de un presidente interino, Juan Guaidó, y en intentar introducir en el país ayuda humanitaria para mover a su favor apoyos internos, no ha funcionado. Maduro sigue con apoyos sólidos y parecen agotarse las fórmulas para que deje el poder, al menos de manera inmediata.

Siguen habiendo más preguntas que respuestas alrededor del futuro de Maduro como presidente de Venezuela. Mientras la comunidad internacional sigue barajando opciones, después del frustrado espectáculo del 23 de febrero en la frontera, que buscaba desestabilizar los apoyos internos al gobierno chavista.

La comunidad internacional sigue dividida. Tenemos a un Grupo de Lima combativo pero al final prudente, a unos EEUU que optan por una agresividad para consumo interno, a una Unión Europea cautelosa que le apuesta a un Grupo de Contacto, y a Rusia y a China que se oponen a cualquier escenario de intervención violenta, que iría en contra de sus intereses, fundamentalmente económicos, pero también geoestratégicos.¿Qué escenarios se abren ahora?

¿Qué puede pasar en los próximos días? La crisis seguirá llenando las agendas de la política internacional, convertida en demasiadas ocasiones, en un show mediático de héroes y villanos, que numbla las visiones objetivas y anula los análisis rigurosos, Es necesario levantar la vista del día a día de la crisis y mirar el horizonte del medio y largo plazo.

¿Cuáles son los escenarios?

El primer escenario, está ligado a seguir creando un cerco diplomático que, por la vía de la asfixia, termine agotando todas las fuerzas y logre quebrar realmente el poder militar controlado por Maduro y apartarlo definitivamente del poder.

El segundo, es que, a pesar de la presión, sus fuerzas no se agoten, sus respaldos sigan siendo robustos dentro y fuera, y que el régimen continúe operando y ganando tiempo durante los meses que vienen.

La misma ciudadanía, en países como Colombia, con el movimiento #NoALaGuerraEnVenezuela, está exigiendo soluciones pacíficas, políticas y democráticas, donde la razón y el humanitarismo deben prevalecer.

El tercero, es que la negociación propicie una salida pacífica y una transición que pasaría por la convocatoria de nuevas elecciones presidenciales, con todas las garantías y el aval de lsa comunidad internacional.

El último escenario es que se lleve a cabo una intervención militar para acabar con el régimen y capturar a Maduro. Muchos se llenan la boca exigiéndola, pero pocos están dispuestos a asumir las consecuencias potencialmente catastróficas para los venezolanos y para la región, y a desencadenar un espantoso drama regional.

Lo absurdo de una intervención militar

Voces, como la del senador estadounidense Marco Rubio, se pronuncian abiertamente a favor de una intervención militar. Por otro lado el Grupo de Lima y la Unión Europea se mantienen contrarios a una intervención que, a todas luces, es absurda y unilateral, y que no contaría con el apoyo preceptivo del Consejo de Seguridad.  

Trinos incendiarios y polarizadores como los de Rubio en los que deja ver una foto del exdictador libio Muamar Gadafi en dos momentos de la historia: en un lado aparece disfrutando de una de sus épocas de más apogeo; en el otro se le ve capturado, con el rostro lleno de sangre, no son más que irresponsables apologías a la sangre y al odio.

A pesar de estos exabruptos, quizás más pensados para el consumo interno de la política estadounidense, la exclusión de toda violencia sigue siendo la opción que prevalece.

La misma ciudadanía, en países como Colombia, con el movimiento #NoALaGuerraEnVenezuela, está exigiendo soluciones pacíficas, políticas y democráticas, donde la razón y el humanitarismo deben prevalecer.

¿Qué pasará con Guaidó?

Transcurrido más de un mes desde su autoproclamación como presidente interino, avalado por más de 60 países, Juan Guaidó se enfrenta al reto de volver a su país, tras participar en la reunión del Grupo de Lima en Bogotá.

Ahora se enfrenta a la posibilidad de ser apresado si regresa a Venezuela, y se plantea cómo regresar sin ser capturado en el intento.

La detención de Guaidó sería un gran error. Por eso, aunque cuando aterrice en el aeropuerto de Caracas se enfrentará a una posible orden de captura en su contra, lo más probable es que asuma ese riesgo y pronto esté de regreso en su país.

Maduro estará calculando muy bien los riesgos y los beneficios de tener a un Guaidó debilitado pero libre, o a un Guaidó preso, pero reforzado por el escándalo internacional.

El fracaso de la operación humanitaria del 23 de febrero lo ha debilitado. Aun así, en su último vídeo impulsado en redes, su discurso sigue siendo desafiante, al señalar que no habrá forma de detenerlo, y que su regreso es imparable.

Maduro estará calculando muy bien los riesgos y los beneficios de tener a un Guaidó debilitado pero libre, o a un Guaidó preso, pero reforzado por el escándalo internacional.

En cualquier caso, todo indica que la peor opción para Guaidó es convertirse en un nuevo exiliado y ser visto como un títere de los Estados Unidos. Seguramente preferirá seguir ejerciendo su rol de presidente interino desde Venezuela, ya sea en libertad, o en la cárcel.

El juego político de la ayuda humanitaria

La estrategia de utilizar la asistencia humanitaria como una arma política ha sido fuertemente contestada por las grandes ONG de ayuda y por las propias Naciones Unidas.

Romper la neutralidad de la ayuda y utilizarla contra una de las partes en conflicto la deslegitima, puesto que su principal objetivo, que es aliviar la crisis humanitaria de la población civil, se diluye.

Además, mediante su embajador ante la ONU Rusia ya ha advertido que este juego propiciado por Estados Unidos con Venezuela podría tener consecuencias impredecibles para la región y el mundo.

Denunciar el hambre, la falta de medicinas y la precariedad para seguir subrayando las graves condiciones del régimen de Venezuela puede ser útil. Pero presionar con camiones llenos de alimentos y medicinas intentando cruzar la frontera es un error.

Para muchos era claro que la asistencia humanitaria no iba a entrar, y que desde el principio se trató solo de un show mediático, al que se prestaron de manera irresponsable algunos líderes regionales, empezando por el presidente colombiano Iván Duque, desplazándose a la frontera para estar al lado de Guaidó en el baile de las fotografías.

Cuando se apagaron las cámaras, se acabó la música y todos volvieron a sus casas, la pregunta sobre qué pasará con toda la ayuda estancada en la frontera y con las personas que la necesitan sigue sin respuesta.

En la inestabilidad continua y el desasosiego que es ahora Venezuela, es urgente entender la complejidad de esta crisis y analizar serenamente cuales son las verdaderas aristas de una escalada de tensión que ha tomado dimensiones colosales, planteada por algunos como un nuevo episodio de guerra fría.

Pero los juegos del hambre y de la guerra no pueden seguir alimentando la agenda pública y toca rebajar la tensión y aconsejarles a Maduro y a Guaidó y un poco de la paciencia, la moderación, y la apertura al diálogo que hasta ahora no han tenido.

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