Al contexto inflacionario se suma el problema de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro que controló a su favor las elecciones presidenciales de 2018, consideradas ilegítimas por gran parte de la comunidad internacional. Maduro ha sido acusado de reprimir sistemáticamente las voces de la oposición, una actitud que algunos temen que pueda intensificarse antes de las elecciones de 2024. Mientras tanto, más de siete millones de venezolanos que han salido del país y emigrado a otros lugares en los últimos 6 años.
Las exigencias de Maduro
Aunque los observadores internacionales alabaron la decisión de Estados Unidos de enviar un delegado de alto nivel a la cumbre, así como el papel del presidente Petro, quien enfrenta sus propios problemas internos después de una profunda remodelación ministerial, para intentar promover el diálogo en Venezuela, la respuesta inmovilista de Maduro a la conferencia desactivó cualquier expectativa de un pronto retorno a las negociaciones.
El martes 25, en una declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores de Venezuela, el gobierno Maduro estableció sus condiciones para reanudar los diálogos que incluyen la liberación del diplomático venezolano Alex Saab, encarcelado en Estados Unidos por cargos de lavado de dinero, y la creación de un fondo humanitario multimillonario acordado en la última ronda de conversaciones políticas.
Las dos partes negociadoras en México habían acordado, en noviembre de 2022, descongelar 3.000 millones de dólares estadounidenses depositados en bancos extranjeros para crear un fondo administrado por Naciones Unidas que proporcionaría ayuda humanitaria a los venezolanos empobrecidos y repararía la maltrecha red energética del país.Sin embargo, a la fecha no es claro cuándo estarían disponibles unos fondos que se presume toma tiempo activarlos.
Por otro lado, la declaración omitió cualquier mención a las elecciones que se prevén para el año próximo, lo que indica que el gobierno Maduro no parece dispuesto a negociar las condiciones equitativas del voto.
Hoy, la oposición en Venezuela está fragmentada. En diciembre de 2022, votó a favor de disolver el Gobierno interino presidido por Juan Guaidó, mientras algunos países de la región, como Colombia y Perú, restablecían relaciones diplomáticas con Maduro en un intento de mover algunas piezas del tablero.
Ese giro en el enfoque internacional hacia Venezuela de varios países vecinos le dio a Maduro un segundo aire y un apalancamiento a la hora de volver a negociar en México.
En una señal de su menguante poder, Guaidó cruzó el lunes 24 a Colombia para protestar por la cumbre de Bogotá y el levantamiento de las sanciones, pero fue escoltado rápidamente por funcionarios colombianos hasta el aeropuerto, donde el opositor embarcó en un avión con destino a Florida.
En un intento por recuperar el pulso, la oposición se ha reunido varias veces para prepararse para las elecciones de 2024 en las que parece que Henrique Capriles y Guaidó participarán como candidatos, a pesar de haber sido descalificados para hacer, lo que podría añadir incertidumbre a los comicios.
La única ruta posible, hasta ahora, hacia unas elecciones transparentes la crearon los negociadores de la Unión Europea en un documento, que guió la cumbre en Bogotá, y que plantea hasta 23 reformas diseñadas a partir de la observación de las elecciones regionales en Venezuela en 2021. Desafortunadamente, la cumbre de Bogotá no fue capaz de aportar mucha luz a un país que se hunde cada día más en una compleja crisis de largo aliento.
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