Cuando obtuve mi Ph.D. en Física en la Universidad de California (UC), Berkeley en 1970, no podría haber imaginado que unos años más tarde, me convertiría en un prisionero político en Chile, mi país natal. Tampoco podría haber imaginado que Henry Kissinger pondría mi caso en sus manos como resultado de la intervención de la UC.
El 15 de diciembre de 1974 (hace cuarenta y cinco años), fui secuestrado por la DINA, la infame policía secreta de Pinochet. Primero me llevaron a una casa de tortura conocida como "La Discoteca" o "Venda Sexy" en el sureste de Santiago, la capital de Chile.
Más tarde, pasé cinco meses en tres campos de concentración en Santiago y la región de Valparaíso: Cuatro Álamos, Puchuncaví y Tres Álamos. Mi esposa Nora Guillén, bailarina de ballet, también fue encarcelada por razones políticas y siguió un camino similar. Ni ella ni yo fuimos acusados de ningún delito.
Gracias a la diligencia de colegas de la Universidad de Chile, la noticia de mi detención llegó de inmediato a mi antiguo supervisor de doctorado en Berkeley, el profesor Alan Portis (q.e.p.d.), quien convocó a las autoridades de la UC para discutir mi caso.
Paralelamente, un grupo de más de 100 científicos europeos enviaron un telegrama a Pinochet, exigiendo mi liberación. La comunidad artística también se unió, organizando una gala de danza en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México para crear conciencia sobre la situación de mi esposa.
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