Las réplicas del terremoto político que dejó Odebrecht en América Latina continúan. Con la muerte del expresidente de Perú Alan García, que antes de ser detenido decidió dispararse en la cabeza, las consecuencias del dinero ilegal que repartió esta constructora no se detienen. Se trata de uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia latinoamericana, y estamos aún lejos de conocer todo su alcance.
Argentina, Brasil, Colombia, Ecuador, México, Venezuela y Perú son los países en que operaba esta enorme red de sobornos que, desde que un juez brasileño la destapó en el 2014, ha dinamitado muchas tramas políticas corruptas en los gobiernos de la región.
Que una empresa constructora brasilera haya pagado sobornos por hasta $788 millones de dólares para conseguir favores políticos y la concesión de más de 100 contratos de construcción, la mayoría en infraestructuras de obra pública, es un crimen que corroe la legitimidad de nuestras democracias.
De entre todos los afectados, el de Perú ha sido uno de los gobiernos que más ha avanzado en combatir la corrupción de Odebrecht. Con expresidentes como Alejandro Toledo, prófugo en Estados Unidos, o la detención del expresidente Ollanta Humala, y la renuncia hace un año a la presidencia de Pedro Pablo Kuczynski, el sistema judicial peruano, que en su día fue capaz de encarcelar a Fujimori, ha demostrado su determinación en no dejar impune a nadie.
Demostrar que la cúpula que gobierna un país se implicó en esta red de sobornos y enfrentarse a la anticorrupción en sus más altos niveles puede tener consecuencias trágicas, como ha sido el suicidio de Alan García. ¿Hasta dónde llegará el castigo de los crímenes de Odebrecht?.
Nueva munición para la anticorrupción
Con la politización de la muerte de este ex-presidente se abre nuevamente la cuestión que plantea, por un lado, la necesidad de no dejar impunes los crímenes de corrupción, y las limitaciones del poder y de la dignidad de un aparato Estatal peruano que no supo prevenirla ni atajarla.
La firmeza de muchos sectores y de la misma ciudadanía en juzgar y castigar los la corrupción, han logrado una investigación sin precedentes. Pero difícilmente nadie imaginó que alcanzaría a los peces más gordos.
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