
La Covid-19 llega a una América Latina económicamente débil y profundamente desigual

"El horror de la guerra”: así dijo Cynthia Viteri, alcaldesa de Guayaquil, Ecuador frente a los efectos de la Covid-19 en una de las ciudades más afectadas por el Covid-19 en América Latina. La recuperación de la "guerra" de la Covid-19, en toda América Latina necesitará no sólo una respuesta humanitaria eficaz, sino unas estrategias novedosas por parte de la región para hacer frente a las masivas pérdidas económicas causadas por la pandemia.
Se ha hablado mucho de los impactos del virus a corto plazo. Pero, hasta ahora, quizás no se ha prestado suficiente atención a un análisis de la capacidad de América Latina para absorber sus impactos económicos. Aunque todavía no está claro el costo total, parece casi seguro que las implicaciones económicas y financieras empujarán a América Latina a una recesión que probablemente esté a la par, o sea incluso peor, que el impacto de la crisis financiera global de 2008.
¿Por qué será tan profunda la crisis en la región y cómo podrá salir de ella? Una de las razones fundamentales es que la vulnerabilidad estructural de las economías latinoamericanas exacerbará los costos de la pandemia. Incluso en las épocas de crecimiento, los beneficios se sienten de manera muy desigual. Si el reto es salir equitativamente de la crisis actual, será necesario que los gobiernos, apoyados por las organizaciones internacionales y regionales, planifiquen una salida que no sea la vuelta a la "normalidad", sino el camino hacia un proyecto de desarrollo inclusivo a largo plazo.
Los costos económicos de la pandemia
Las estimaciones indican que COVID-19 puede costar al mundo más de 10 billones de dólares. La Oficina Internacional del Trabajo (OIT) sugiere que esto conducirá a la pérdida de 195 millones de puestos de trabajo en todo el mundo. En América Latina, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estima una contracción de 1,8% del PIB regional, un aumento del desempleo del 10%, un aumento del número de los pobres en la región de 185 millones a 220 millones y de los muy pobres de 67,4 millones a 90 millones (de un total de 620 millones de habitantes). CEPAL también predice que la caída de los salarios mínimos y un aumento del desempleo debido a la quiebra de industrias, a la contracción económica generalizada, y a las débiles perspectivas de crecimiento.
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Los efectos de la recesión anunciada anularán casi todos los avances registrados en la primera parte del siglo 21 en cuanto a un crecimiento más equitativo en la región. A la vez, al igual que otras crisis sanitarias, la Covid-19 está exacerbando las desigualdades, ya que los pobres tienen más probabilidades de sufrir enfermedades crónicas que aumentan el riesgo de muerte, la discapacidad y la pérdida de ingresos. Ya sabemos, por ejemplo, que las medidas de cuarentena en la región han tenido un impacto mucho más grave para las comunidades que viven en barrios marginales y periféricos.
La debilidad estructural de las economías regionales
El particular impacto negativo de la Covid-19 en América Latina se debe en buena medida a los grandes fallos estructurales de las economías regionales. La desigualdad caracteriza todas las economías regionales, con o sin crecimiento económico. El informe del Banco Mundial de 2013 Shifting Gears to Accelerate Shared Prosperity señaló que, aunque la desigualdad se había reducido durante las primeras décadas de siglo 21 en América Latina, si siguiese ese mismo nivel crecimiento, la región tardaría 41 años en cerrar la brecha salarial con Europa.
La recaudación fiscal es, en promedio, sólo 22% del PIB en América Latina, en comparación con un promedio del 34% de todos los países del OCDE. En México, la cifra ronda por el 16% y, en Guatemala, el 12%. Esto hace que el desempeño económico y los programas de bienestar dependan del crecimiento de las exportaciones, que son siempre vulnerables a caídas repentinas de los precios de los productos básicos y de la demanda mundial.
El precio del petróleo se redujo en un 50% en 2020, antes de Covid-19, y ahora se encuentran en su nivel más bajo desde 1973. Esto es un golpe para varias de las economías más grandes de la región, como Brasil, Colombia, México, Ecuador y Venezuela. Los precios del cobre, la soja y otros productos básicos también están cayendo, lo que significa que la región tendrá que tratar de recuperarse dela Covid-19 de una posición muy debilitada, ya que es poco probable que la demanda de las exportaciones se recupere de inmediato.
La región necesita urgentemente formular una respuesta firme que planee por un crecimiento equitativo.
Los avances de los primeros años del siglo XXI son frágiles. Aunque Oxhorn observó que, entre 2000 y 2010, el coeficiente de Gini disminuyó en 13 de los 17 países de América Latina, estos avances están en peligro más que nunca. Si América Latina se mueve hacia la austeridad como estrategia para salir de la crisis, es evidente que tendrá graves repercusiones para los pobres y agravará las desigualdades. También habrá un riesgo real de que la crisis económica se convierta en una crisis política.
Es hora de dejar atrás el crecimiento desigual para planificar un desarrollo equitativo
El Banco Mundial ha anunciado un fondo de 14 millones de dólares para los países en desarrollo a fin de hacer frente a algunos costos de la pandemia; se prevé que la primera ronda de apoyo a la región de América Latina será del orden de 100 millones de dólares, y otros 170 millones de dólares mediante la reorientación de proyectos existentes para atender a las necesidades durante y después de la Covid-19.
Además, muchos gobiernos han adoptado medidas adicionales, como, por ejemplo, Chile, que ha anunciado un plan económico valorizado en el orden de 12.000 millones de dólares. Pero esta inyección de recursos sólo se destinará a responder a las necesidades inmediatas. No aporta recursos para hacer frente a los costos de largo plazo de la crisis sanitaria y no está destinada a hacer frente a los niveles crecientes de desigualdad, ni a la forma en que la Covid-19 ha exacerbado esas desigualdades. A lo sumo, podría proporcionar un mecanismo de contención temporal y a corto plazo para los más necesitados.
La región necesita urgentemente formular una respuesta firme que planee por un crecimiento equitativo. El daño causado por la Covid 19 a los más vulnerables, junto con los problemas estructurales de las economías y los fracasos políticos de algunos gobiernos, ponen de relieve la necesidad de cambiar después de la crisis, sin centrarse simplemente en el retorno a la normalidad.
En respuesta a la pandemia, la CEPAL ha publicado recientemente un manifiesto para el cambio y para un desarrollo más equitativo, y esto debe tomar en serio. La propuesta de la CEPAL se centra en la necesidad de reformas económicas drásticas a largo plazo. En particular, la CEPAL, junto con la necesidad de crecimiento, llama la atención sobre la necesidad de una reforma efectiva e inclusiva del bienestar.
Como dice la CEPAL, antes de la crisis, la región tenía una protección social inadecuada, carecía de prestaciones de desempleo y padecía una organización injusta de la asistencia social. Junto con la inestabilidad política generalizada, estos factores obstaculizan el crecimiento sostenible e inclusivo y reducirán las posibilidades de que la región alcance los objetivos de desarrollo sostenible para 2030.
La CEPAL recomienda una respuesta coherente y coordinada por parte de los gobiernos, que incluya el fortalecimiento de los sistemas de protección social para las poblaciones vulnerables.
Ha llegado el momento de que la región considere reformas para tratar de salir de la pandemia con un futuro digno. Éstas podrían llegar hasta la introducción de un ingreso básico universal como una forma de reducir la desigualdad y permitir que aquellos ya que están pagando un alto precio para parar la propagación de la Covid-19 se queden definitivamente atrás.
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