La diplomacia científica es posible porque las comunidades científicas están relacionadas en la búsqueda compartida de conocimiento. Si bien no es inmune a las pasiones humanas, en general los científicos son ciudadanos altamente calificados, con conocimiento de lenguas extranjeras, acostumbrados a viajar, con preocupación política y que ocupan posiciones de liderazgo en los sectores público y privado.
Ellos pueden movilizar recursos, formar redes transnacionales y alertar a la opinión pública sobre asuntos urgentes, por ejemplo cómo diseñar paisajes sustentables priorizando el desarrollo y los beneficios provenientes del ecosistema.
Cada país tiene parte de responsabilidad en la protección de la Amazonia, pero debe realizarse en términos de cooperación y en un marco de respeto a las soberanías nacionales.
Esto no es novedad. Los mecanismos internacionales para el financiamiento de investigaciones científicas que conducirán a un mejor entendimiento de la Amazonia, sus recursos, su conservación y su uso sostenible fueron definidos en el Acuerdo de París en 2015, en el marco de la Convención del Cambio Climático de las Naciones Unidas (UNFCCC).
De todos modos, los científicos brasileños han colaborado y liderado esfuerzos internacionales para el diseño de soluciones y mecanismos adaptativos ante cambios locales y globales.
Un ejemplo clásico es el Large-Scale Biosphere-Atmosphere Experiment in Amazonia (LBA) desarrollado en los 90’s para describir el rol de la Amazonia y su deforestación en el medioambiente global. El LBA fue financiado por la NASA, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Brasil y algunos países europeos-reunió doscientas ochenta instituciones a nivel mundial para la promoción de conocimiento en cómo las selvas actúan y su efecto en el clima a nivel global.
Otro ejemplo es el Fondo Amazonas: una iniciativa de 13 billones de dólares que invierte en proyectos de prevención, monitoreo y combate de la deforestación, y también en el desarrollo sostenible de la Amazonia. Es un mecanismo REDD+ diseñado por el gobierno brasileño en el que los países desarrollados brindan financiamiento de acuerdo a los resultados obtenidos en la prevención de la deforestación y promoción del desarrollo sostenible.
El Fondo apoyó diversas misiones de control de deforestación e incendios, impulsó actividades productivas sostenibles para 162.000 personas y mejoró la gestión de 190 áreas protegidas. También apoyó 465 publicaciones científicas y de divulgación, realizadas por 368 investigadores y técnicos de todo el mundo.
Estos son algunos de los numerosos ejemplos que demuestran cómo la ciencia puede, intencionalmente o no, generar sinergia. Los científicos locales deberían movilizar sus redes para descubrir oportunidades, intercambiar ideas e invitar a la discusión a sus gobiernos y a representantes del sector privado.
Este movimiento debe estar respaldado por un compromiso activo de agencias transnacionales de financiamiento, de redes científicas y de compañías de investigación y desarrollo interesadas en apoyar a los científicos del país-los guardianes del conocimiento local que, de otra manera, se perdería.
Presionar a nuestros gobiernos, crear becas de investigación, fondos cooperativos o, simplemente, invitar a científicos nacionales a compartir sus experiencias son sólo algunas de las iniciativas posibles para promover la diplomacia científica por la Amazonia.
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