
Mientras dos Papas discrepan en Roma, el evangelismo gana la batalla en América Latina

En las últimas semanas, hemos sabido que el Papa emérito Benedicto XVI (92 años) iba a figurar como co-autor de un libro donde se defiende, con pasión conservadora y fervor religioso, la práctica del celibato dentro de la iglesia católica.
La doctrina ha venido afirmando que la vida familiar y la vida como sacerdote son incompatibles por naturaleza. La idea detrás del celibato es el concepto divino del amor, que sostiene que la dedicación a Dios combinada con el compromiso altruista de amar a todos igualmente, no debería crear nunca un espacio que permita que tengan lugar las relaciones sexuales.
Pero esta postura conservadora de Benedicto XVI (de nombre secular Joseph Ratzinger) choca con la del Sínodo por la Amazonía, convocado por el propio Vaticano, donde se abrió la puerta a la ordenación de hombres casados en esa parte del mundo.
Benedicto XVI se convirtió en Papa emérito después de renunciar a su posición “por falta de fuerzas” en 2013, a la edad de 85 años. En ese momento, hizo el compromiso de no meterse en los procesos de toma de decisión del nuevo papa, Francis, conocido por sus posturas más progresistas.
Benedicto, quizás sorprendido por la polémica que levantó la noticia, hace unos días solicitó que retiraran su nombre del libro, pero esto no ha distraído ante las grietas que ya existen entre él y el Papa Francisco.
Parece que el libro fue una reacción ante las peticiones del Sínodo por la Amazonía de autorizar la ordenación de hombres casados como sacerdotes, puesto que no hay suficientes solteros dispuestos a ordenarse sacerdotes para celebrar la misa.
Aunque la participación en la redacción del demuestra que Benedicto XVI no está dispuesto todavía a pasar del todo a segundo plano, su retirada de la autoría muestra que es consistente con su compromiso de no expresar de forma tan pública sus desacuerdos con su sucesor en el obispado de Roma.
Pero mientras están en disputa las divergencias ideológicas entre los dos papas, el evangelismo en la región sigue creciendo y aprovechando la falta de una postura clara y unida dentro del catolicismo para atraer a nuevos seguidores. Cuentan, además, con la ventaja competitiva de que ellos sí pueden ordenar pastores a hombres casados, que es lo que el Papa Francisco quiere contrarrestar.
Por eso, te contamos el trasfondo del conflicto entre Francisco y Benedicto, y cómo esto da aún más alas al evangelismo, su rival religioso directo, que con toda seguridad saldrá fortalecido.
Tensiones entre dos papas
La situación en que conviven dos Papas vivos es prácticamente inédita desde hace cientos de años en la iglesia católica, y las tensiones entre Francisco y Benedicto XVI no son nada nuevo.
Este conflicto empezó con una entrevista en 2013, donde Francisco declaró que no condena a las personas gay y que siempre se deben ser considerados como seres humanos en pie de igualdad
Empezaron a aparecer desde que Francisco subió al trono de San Pedro hace casi 7 años. Una de las posturas de Francisco que más creó un choque ideológico entre los dos, fue su apertura relativa hacia la comunidad LGBTI, lo que entró en conflicto con el rechazo frontal de la moral cristiana ante algo que considera un pecado de sodomía, llevado al extremo por la idea de Benedicto que la homosexualidad “representa una amenaza a la paz mundial”.
Este conflicto empezó con una entrevista en 2013 en America Magazine, donde Francisco declaró que no condena a las personas gay y que siempre se deben ser considerados como seres humanos en pie de igualdad.
Años más tarde, declaró en otra entrevista que la iglesia católica podría estar abierta al matrimonio igualitario, aunque se reconozca la postura de la iglesia de que por norma el matrimonio es entre un hombre y una mujer. Pero según Francisco, para escándalo de la iglesia conservadora, habría que evaluar esa posibilidad caso por caso.
También existen profundos desacuerdos sobre los escándalos generalizados de pederastia y abuso sexual dentro de las filas de sacerdotes de la iglesia católica. La decisión de Francisco el año pasado de abolir la ley del silencio contrasta con el abordaje de su predecesor, que fue casi siempre promover la absoluta confidencialidad sobre este asunto terrible con el argumento de proteger la reputación de la iglesia.
La decisión de Francisco implica que ahora la iglesia católica puede colaborar con las autoridades civiles en la investigación de casos de abuso sexual, y puede facilitar información a fiscales y jueces, algo que antes no podía hacer. La nueva medida busca evitar la impunidad para sacerdotes culpables de abuso sexual y acabar con la política de la iglesia de tolerar y encubrir estos casos, demasiado frecuentes.
Sin embargo, la postura de Benedicto fue la negación de cualquier responsabilidad por haber tolerado estos actos, culpando a una cierta homosexualidad escondida dentro de la iglesia. En ningún momento el Papa emérito ofreció apoyo a la abolición de la política de confidencialidad que defiende Francisco.
Evangelismo en la región
Mientras se está desplegando este conflicto dentro de las filas más altas de la iglesia católica, el evangelismo está viendo una oportunidad para atraer a nuevos seguidores, confusos y hartos ante la falta de consenso moral que estos conflictos están evidenciando.
El evangelismo, en sus múltiples manifestaciones, es hoy la fuerza religiosa nueva más poderosa en América Latina
El evangelismo, en sus múltiples manifestaciones, es hoy la fuerza religiosa nueva más poderosa en América Latina. Las iglesias evangélicas incluso tienen la capacidad y el dinero para influenciar elecciones en la región. Según el historiador Andrew Chesnut, “la fuerte influencia de los evangélicos en ascenso es una de las principales tendencias de la política actual en el continente americano”.
En Brasil, con una fuerte tradición evangélica, el 22,2% de la población se identificaba como evangélica en 2012, que se compara con solo el 5% en los años 70. A falta de estadísticas fiables más actualizadas, todos los indicadores apuntan a que esta cifra habrá aumentado de forma significativa en los últimos años.
Algunos politólogos incluso han sugerido que el voto evangélico logró decantar el voto hacia Bolsonaro en las presidenciales de 2018, gracias a sus creencias extremas, ratificadas por su conversión reciente al protestantismo, que lo congració con muchos pastores, que lo promovieron a sus seguidores.
A cambio, Bolsonaro incluso nombró como miembro de su gobierno a una pastora evangelista, Damares Alves, ministra de Derechos Humanos, Familia y Mujer. Hoy, la llamada “bancada evangélica” en el Congreso de Brasilia es más grande y poderosa que nunca.
También México, donde el partido evangélico Encuentro Social logró crear una alianza electoral con el presidente actual, López Obrador, obteniendo su mayor número de escaños en el Congreso de toda la historia. En Bolivia, con Jeanine Áñez reemplazando a Evo Morales de manera fraudulenta, la política derechista evangélica cobró una fuerza inusitada.
Áñez llegó a acusar a los indígenas de rezar a satanás y celebró con entusiasmo la “vuelta de la Biblia al Palacio de Gobierno”. En Guatemala, el ex-presidente Jimmy Morales se identificaba abiertamente como evangélico y su sucesor, Giammettei, conserva muchos lazos con la comunidad evangélica.
Sin duda, los evangélicos de la región están felices ante la existencia de un conflicto ideológico dentro de la iglesia católica que está debilitando aún más a su mayor rival religioso en la región. El catolicismo sigue siendo hegemónico y es la religión oficial de todos los países latinoamericanos, en donde, menos Guatemala y Honduras, más del 70% dijo todavía identificarse como católico.
Parece que la idea de mantener dos Papas vivos no ha dado el resultado, lo que impide que en este escenario de enorme competición por las almas latinoamericanas, la iglesia católica recupere la iniciativa. Parece que el Papa argentino lo sabe muy bien, pero en Roma los caminos del Señor son inescrutables.
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