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Tarde o temprano los gobiernos escucharán las voces silenciadas de los líderes y las lideresas en Colombia

Hablamos con varios líderes y lideresas sociales amenazados en el 'Refugio Humanitario' de Bogotá para saber qué piensan de la crisis actual. English

Beverly Goldberg
8 mayo 2019, 12.01am
Manifestante en Medellín. Beverly Goldberg.

La semana pasada los líderes se tomaron la Plaza de Toros la Santamaría de Bogotá, en el llamado Refugio humanitario por la vida y la libertad. Como parte de su protesta, visitaron el Congreso, y varias embajadas europeas en la ciudad para solicitar medidas de protección internacionales frente a la falta de respuestas del gobierno colombiano a la crisis de asesinatos sistemáticos de líderes y lideresas sociales.

Desde que se firmaron los acuerdos de paz y hasta el 31 de julio de 2018, 257 líderes y lideresas sociales fueron asesinados, según un informe de la Universidad Nacional de Colombia. La zona del Cauca es el lugar más peligroso para los defensores de derechos, seguido por Antioquia, Norte de Santander, Valle del Cauca, Córdoba, Putumayo, Nariño, y Chocó, donde se concentraron el 70,42% de todos los asesinatos.

En los primeros seis días de 2019, asesinaron a seis líderes y lideresas más, y el nuevo gobierno conservador, que desde su partido sugirió en algún momento hacer trizas el acuerdo de paz, ha sido incapaz de tomar medidas para proteger con eficacia a los que se encuentran actualmente amenazados. Nosotros estuvimos en este refugio y hablamos con algunos de estos líderes y lideresas para escuchar su historia. Una cosa es clara de su relato: ellos necesitan con urgencia ser protegidos y escuchados por los gobiernos del mundo.

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Maria Susana Perdomo

Incluso en Bogotá, no te sientes seguro

Los grupos armados me dieron 24 horas para salir del municipio, o si no, me iban a lastimar no solamente a mí, también a mi familia. Soy lideresa indígena de la comunidad LGBTI, y provengo de Florida, Valle del Cauca pero me encuentro en Bogotá desde hace tres meses en búsqueda de refugio para mi familia. A pesar de haberme trasladado a Bogotá con ellos, ahora estamos buscando una salida del país porque las amenazas continúan incluso estando aquí. Si a nosotros nos matan, toda mi familia será afectada, toda una comunidad entera amenazada y por eso tomé la decisión de dejar el trabajo de una vida en mi territorio. La terrible sensación que tengo ahora es que hasta que no lo encuentren a uno no van a estar contentos.

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Johany Romaña Escobar

Muchos líderes somos desplazados dobles

Soy activista de Colombia Humana, y víctima de grupos militares al margen de la ley, quienes me han declarado objetivo militar asegurando falsamente que soy miembro del grupo guerrillero ELN para hacer control social en el territorio. Desde los 12 años soy desplazado. Mi mamá, muerta de miedo, me tuvo que empacar de niño, y me tocó coger un bus sólo para irme a Barranquilla porque la guerrilla y los paramilitares me querían reclutar. Ahora llevo 18 años viviendo en Medellín y sigo siendo desplazado dentro de la urbe, pues la gente allí me ataca y me grita, guerrillero, petrista, vete a Bogotá que no te queremos aquí. A pesar de esto, no me han reconocido como desplazado todavía, y no he recibido ningún tipo de asistencia del gobierno.

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Pablo Gutierrez

Defender la tierra cuesta la vida en Colombia

Soy líder social de los llanos orientales desde hace más de 30 años y trabajo con todo lo que tiene que ver con la tierra y la naturaleza. La comunidad indígena hoy está acá en Bogotá para acampar, y venimos de toda Colombia. Estamos luchando para lograr una protección digna del gobierno colombiano y de gobiernos extranjeros, y una reparación también para las víctimas del conflicto armado que no ha querido proporcionar este gobierno. El gobierno terrorista se ha encarnado en nuestro gobierno actual, y por eso sigue habiendo amenazas y desplazamientos por todo el país, especialmente entre los que defendemos la tierra y los derechos humanos. La maquinaria política es responsable de masacres y matanzas y no tenemos justicia todavía.

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Angela Ester Golu

En el Cauca, nos están matando más que en cualquier otra parte

Soy activista y lideresa del Cauca, miembro activa de La Asociación de Consejos Comunitarios del Norte Del Cauca. Allí trabajé con las comunidades afros de la región para mejorar las condiciones de vida de las personas, pero recién me mudé a Bogotá porque fui amenazada por grupos armados que operan en mi territorio y ya no podía seguir trabajando en mi comunidad. Nosotros trabajábamos mucho con el pueblo negro para incluirlo en los espacios públicos y políticos de la región, para que estuvieran más involucrados en los procesos de tomar decisiones. Pero, infelizmente mi territorio es muy peligroso, pues allí matan a más líderes que en cualquier otra parte entonces ser líder o lideresa en el Cauca ahora es ponerse en riesgo, poner a su familia en riesgo también.

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Julián Muñoz Álvarez

Las grandes multinacionales extranjeras son cómplices

Soy ex–guerrillero de las FARC, y también ex–preso político, pero cuando salí de la cárcel, empecé a dedicarme al trabajo comunitario en Roncesvalles, Tolima, luchando para proteger nuestra madre tierra. Soy parte del comité ambiental de Roncesvalles, y por mi trabajo como activista ambientalista me encuentro amenazado. Los últimos gobiernos de Colombia han vendido toda la tierra a multinacionales para la explotación de minerales, y ahora nosotros tenemos que dar la vida para proteger la naturaleza. En la Guajira por ejemplo, por explotación mineral, hay grandes sequías, problemas terribles como la desnutrición infantil, y pérdidas de vida debido a compañías norteamericanas y europeas que destruyen nuestra tierra. Estos son los tipos de problemas que ahora enfrentamos pero las amenazas nos impiden hacer bien nuestro trabajo.

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María Cristina Monroy Torres

Las lideresas son más vulnerables

Soy parte del programa de protección de líderes sociales Somos Uno Solo, y trabajamos con 127 líderes sociales amenazados en todo Colombia. Los líderes con quienes trabajamos tienen que salir de sus territorios de manera abrupta, y por eso se rompe su nicho social y su sistema de apoyo. Ha sido muy difícil porque hay pocos recursos para tratar el tema, poca voluntad política, y muchos escenarios en los cuales los recursos se deben entregar a líderes amenazados pero no les llegan. Las lideresas sociales enfrentan otra realidad porque Colombia es un país patriarcal, y la lideresa es aún más vulnerable porque muchas veces es madre cabeza de familia, y corre más riesgo de experimentar violencias de género.

Lee el artículo original en Pacifista aquí

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