En octubre de 2020 Chile aprobó, con un voto de casi 80%, cambiar la Constitución actual, que data de la época del régimen de Augusto Pinochet.
Ocho meses después de ese voto, la Convención Constituyente —que fue elegida para redactar la nueva Carta Magna—, comenzó a trabajar en medio de altas expectativas..
Desde entonces, los 155 miembros de la asamblea constituyente trabajaron a contrarreloj para lograr redactar los cientos de artículos que conformaron el nuevo texto. El desarrollo fue complejo, no logró conectar con la ciudadanía, y estuvo plagado de escándalos, como que uno de los constituyentes, que criticó fuertemente el sistema de salud de Chile, reveló que su diagnóstico de cáncer era falso. Estos factores, sumados a comportamientos desafortunados de algunos convencionales y la percepción generalizada de que la Convención tenía un marcado tinte de izquierda, hizo que ésta perdiera credibilidad frente a los chilenos.
El 4 de julio de 2022, dos años después de la aprobación para crear una nueva Constitución, la asamblea entregó el texto final al presidente Boric. En ese instante comenzó el trabajo de divulgar la nueva Carta Magna y de convencer a los chilenos de votar "Apruebo". Aunque la difusión dependía ciento por ciento del gobierno, el trabajo en territorio le correspondió mayormente a los convencionales, que eran los únicos que conocían el texto en profundidad. A pesar de estos esfuerzos de comunicación tardíos, cuando la desconexión de la ciu8dadanía con el proceso constituyentes y sus protagonistas ya era irreversible, la gran desinformación que fluyó a través de redes sociales en contra de la nueva Constitución resultó muy efectiva.
El 4 de septiembre, dos meses después de la presentación del texto, la nueva Constitución fue rechazada por el país. En una votación de carácter obligatorio, los chilenos acudieron a las urnas y el 61% votó por el "Rechazo". Fue una victoria definitiva de la oposición, ya que el "Apruebo", aopyado por el giobierno, apenas recibió un 38,13% de los votos. Esto ratificó lo parecía improbable al comienzo del actual gobierno, hace solo 6 meses: los chilenos ya no le creen a Boric, quien fue elegido como resultado del estallido social en 2019, y que ató su campaña política al objetivo de reformar la constitución aprobada durante la era de Pinochet. La percepción de que el proceso había sido capturado por la izquierda radical resultó letal para la nueva Constitución.
¿Qué sigue ahora?
La gran diferencia entre las dos opciones fue sorpresiva. Las últimas encuestas, publicadas 15 días antes de la fecha de la votación debido al bloqueo de la publicación de encuestas electorales en Chile, daban como ganadora a la opción ‘Rechazo’. Y no se equivocaron, pero no alcanzaron a vaticinar que lo haría por una amplia mayoría tan amplia.
Tras darse a conocer los resultados, el presidente Gabriel Boric, quien había sido un abanderado de la nueva Carta Magna, hizo un llamado al diálogo y aseguró que el camino hacia una nueva Constitución que reemplace aquella adoptada en 1980 seguía abierto.
“Este 4 de septiembre la democracia chilena sale más robusta, así lo ha visto y reconocido el mundo entero. Un país en el que en sus momentos más difíciles opta por el diálogo y los acuerdos para superar sus fracturas y dolores”, afirmó el mandatario.