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Diario de Haití: Los supervivientes

Con el terremoto y la borrasca Grace, sobre Haití parece haberse desatado una tormenta perfecta. Pero la desgracia viene de lejos, en un país en plena crisis y con un presidente asesinado. Este es el relato de una superviviente

Rosy Auguste Ducéna
17 agosto 2021, 7.01pm
Mujeres vendiendo ropa en el mercado de La Saline, Port-au-Prince, Haití.
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Jan Sochor / Alamy Stock Photo

MARTES, 27 DE ABRIL DE 2021

Dentro de dos meses tendrá lugar el referéndum inconstitucional programado por el gobierno de Haití, ese gobierno que, desde 2018, está implicado en inmensas violaciones de los derechos humanos. Creo que ya es hora de que ponga por escrito las ideas que rebotan en mi cabeza, que me impiden dormir, que casi me vuelven loco, y que me llevan a concluir que la situación del país nunca ha sido tan catastrófica como ahora.

¿Por qué hacer un referéndum?

La historia reciente de Haití muestra que la dictadura de Duvalier adquirió la costumbre de utilizar el referéndum como herramienta para mantenerse en el poder. Tras obligar a exiliarse a todos los que se declaraban en la oposición, François Duvalier y luego su hijo Jean-Claude hicieron de los referendos, celebrados de vez en cuando, un medio para extender su control sobre el país. Por esta razón histórica, los constituyentes de 1987 redactaron el artículo 284.3, en el que se estipula que está estrictamente prohibida cualquier consulta popular por referéndum con el fin de modificar la Constitución.

Sin embargo, desde 1987, los presidentes del país nunca han dado prioridad al respeto de la Constitución ni a la aplicación de los derechos consagrados en ella. Muchos de ellos han culpado a la propia Constitución de los problemas que corroen a la sociedad: la corrupción, el mal funcionamiento institucional, la huida de los jóvenes al extranjero, etc.

El presidente de facto, pero no de iure, Jovenel Moïse -cuyo mandato terminó el 7 de febrero de este año- se aferra al poder por numerosas razones. Una de ellas es evitar el enjuiciamiento, tanto de él como de sus cómplices, que desde 2018, con el Desafío de PetroCaribe, se ha convertido en una espada de Damocles sobre su cabeza. Porque es precisamente este movimiento el que ha permitido al pueblo haitiano comprender que Moïse es, de hecho, un corrupto. El presidente está dispuesto a hacer cualquier cosa para mantenerse a sí mismo y a sus ayudantes en el poder. Todo.

28 DE ABRIL, MIÉRCOLES

Desde la hora en que me levanté, el referéndum ha estado todo el rato en mi mente, y mis pensamientos se dirigen a la gobernanza del país. Moïse asumió el cargo el 7 de febrero de 2017, tras un proceso complicado y aparatoso que tuvo una mínima participación ciudadana en las elecciones: el 18%, según cifras oficiales.

No es la primera vez que un presidente que niega los derechos humanos llegó al poder en el país

Desde su toma de posesión, aún no ha entendido que la campaña electoral ha terminado. Sigue haciendo promesas que sabe que no puede cumplir: electricidad 24 horas al día, acceso al agua potable, obras de construcción, riego de tierras para impulsar la agricultura...

No es la primera vez que un presidente que niega los derechos humanos llegó al poder en el país. Pero es inaudito que un presidente siga prometiendo el mundo a una población empobrecida. Mientras sigue haciendo promesas, la inseguridad en el país se agrava. Masacres, ataques armados en barrios pobres, secuestros para pedir rescate, robos, violaciones, incluso violaciones en grupo: el pueblo haitiano no se ha librado de nada.

En la noche del 13 al 14 de noviembre de 2018, en La Saline, un barrio pobre de Puerto Príncipe, la capital del país, 71 personas fueron asesinadas, muchas desaparecieron, once mujeres y niñas fueron violadas y más de un centenar de chozas fueron incendiadas.

Ante la desesperación de la población por esta masacre, los dirigentes políticos sólo respondieron con cinismo, diciendo que todo era una simple lucha entre bandas por la hegemonía territorial. Sin embargo, el uso de equipos policiales en la masacre, así como la forma en que se organizó, pronto mostraron que las autoridades estaban metidas hasta el cuello.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Policía Judicial de Haití investigaron la masacre y demostraron de hecho la implicación de las autoridades gubernamentales en su preparación. Las organizaciones de derechos humanos exigieron justicia e indemnizaciones para las víctimas. Han pasado casi tres años, pero no se ha hecho nada, y las masacres y los ataques armados se han intensificado por todas partes en el Departamento del Oeste, donde se encuentra Puerto Príncipe.

Las razones de las continuas masacres: impedir que la población de los barrios pobres participe en manifestaciones contra el gobierno

Desde entonces se han registrado otros once episodios sangrientos en La Saline, Bel Air, Cité Soleil, Carrefour-Feuilles, en los alrededores de la capital. La Policía Nacional ha permanecido indiferente. En cualquier caso, no está tan bien equipado como los bandidos, que no pierden la oportunidad de presumir de armamento pesado en las redes sociales. Las fuerzas policiales se quejan a menudo de su incapacidad para enfrentarse a los bandidos, alegando que ésta es la razón de su inercia. Sin embargo, existen denuncias sobre la connivencia de varios policías con los bandidos e incluso sobre su participación en las guerras emprendidas por ellos.

Las razones de estas masacres: impedir que la población de los barrios pobres, primeras víctimas de la negación de los derechos humanos, participe en manifestaciones contra el gobierno incompetente y corrupto y exija su salida; impedir que el pueblo exija que se lleve a cabo el proceso de PetroCaribe, que se acabe el clientelismo en la administración pública y que se desmantelen las bandas armadas cercanas al gobierno.

Para el gobierno de Moïse, cuyos miembros son bastante cínicos, lo que importa es preparar el terreno para la próxima contienda electoral, garantizando la reelección de los actuales dirigentes u otros vástagos que presentarán como salvadores del pueblo haitiano.

El modus operandi: el suministro a los bandidos de vehículos y uniformes de la Policía Nacional, así como de botes de gas lacrimógeno; la violación colectiva de mujeres y niñas de bandas rivales; el secuestro de vehículos de transporte público con hombres, mujeres y niños a bordo; la retención durante un día o más de mujeres y niñas para someterlas a servicios sexuales antes de matarlas o abandonarlas; la carbonización de cadáveres; los asesinatos a golpes de bloques de hormigón, hachas, machetes...

Después de que los rehenes fueran quemados vivos, los vídeos que mostraban esta atrocidad fueron enviados a las bandas rivales. La maldad de ciudadanos haitianos en las distintas guerras fratricidas no tiene límites. Es la población civil la que muere. Son personas que no tienen a dónde ir y sólo sobreviven en los barrios pobres, los únicos lugares donde el alquiler de las casuchas es asequible para sus bolsillos desesperadamente vacíos.

El apoyo del gobierno a los jefes de las bandas armadas los ha vuelto arrogantes hasta el punto de que han formado una alianza, que en junio del año pasado presentaron a la población en las redes sociales. En la actualidad, estas bandas tienen su propio "sindicato", el G-9 an Fanmi y Alye (Grupo de los Nueve en Familia y Alianza), cuyo lema es: "Métete con uno, métete con todos". Se organizan para saquear a la población. Tienen potestad sobre la vida y la muerte en sus feudos y aplican su propia ley en el país.

Desde 2018 hasta la fecha, doce episodios sangrientos en Puerto Príncipe, la ciudad más peligrosa de Haití, han causado al menos 468 muertes. Hay 129 personas desaparecidas, 33 mujeres y niñas han sido víctimas de violaciones colectivas, cientos de casas han sido incendiadas. Estos actos violentos han dejado huérfanos a 679 niños.

Numerosas víctimas afirmaron haber sido secuestradas por agentes de policía

Además de masacrar a las personas que se oponen al gobierno, las bandas secuestran a personas y exigen enormes sumas de dinero como rescate. Aquí también hay acusaciones contra la Policía Nacional. Numerosas víctimas afirmaron haber sido secuestradas por agentes de policía. La Inspección General -la policía de la policía- hace oídos sordos.

Hasta ahora no se ha investigado para identificar a los policías implicados. Y los haitianos, abandonados a su suerte, pagan muy caro este bajo nivel de gobernanza, ya que la inseguridad provoca, además de muertes, daños menos visibles: enfermedades cardiovasculares, problemas psicológicos, traumas en los niños que sólo pueden hablar del horror

5 DE MAYO, MIÉRCOLES

He abandonado mi agenda por unos días porque las noticias no son buenas. Haití, que hasta entonces se había librado de la Covid-19, parece haber sido golpeado con todo. Los casos se disparan y, una vez más, las autoridades no hacen nada. He dicho "una vez más" porque el 19 de marzo del año pasado, cuando se registraron los dos primeros casos en el país, se contentaron con declarar el estado de emergencia, el nuevo mecanismo que permite a las autoridades de facto utilizar los recursos públicos sin seguir las normas de contratación pública. Esta vez, al menos han tenido la decencia de nombrar la situación: es un estado de emergencia sanitaria.

La gravedad de la situación ha llevado a las autoridades a poner a disposición de los 12 millones de haitianos unos centros de tratamiento Covid-19 con capacidad para acoger a... doscientos pacientes. Se están gastando millones de dólares. ¿Para qué? No hacer nada. Se habla del aumento exponencial de los casos de Covid-19 en todo el país. Después de haber sido felicitada por la Organización Mundial de la Salud "por su buena gestión de la enfermedad", Haití ha sido alcanzado por variantes del nuevo coronavirus. Quién sabe, con la ayuda de Dios, el país se salvará.

Mientras varios centros hospitalarios anuncian que están llenos y no pueden recibir pacientes, Moïse llama a la población a tomar té contra la enfermedad. Su indiferencia es tal que incluso nos dan ganas de romper cosas. Este enfado nos provoca un nudo en la garganta y nos llega a las entrañas porque entendemos que está jugando con nuestras vidas y con las de las personas que nos importan.

La población haitiana que exige el respeto del artículo 284.3 de la Constitución se agita y protesta contra el referéndum

Debo confesar que la Covid-19 no es la única amenaza que me angustia. Las masacres continúan en los barrios pobres. A pesar de los golpes de puñalada del virus, en Haití la mayor plaga del pueblo es la inseguridad. Y tengo la impresión -espero equivocarme- de que estos ataques se intensifican a medida que se acerca el 27 de junio, la fatídica fecha del referéndum.

La población haitiana que exige el respeto del artículo 284.3 de la Constitución se agita y protesta contra el referéndum. Pero las diferentes manifestaciones no han conseguido socavar la voluntad de los dirigentes de llevar al país al caos total, como si el caos que vivimos actualmente no fuera suficiente.

Vimos los flecos del caos cuando se creó el Consejo Electoral Provisional, encargado de organizar el referéndum y las elecciones, el 22 de septiembre de 2020. Los miembros de este consejo no prestaron juramento ante el Tribunal de Casación, [4] como exige la Constitución, ni fueron elegidos por consenso político. De hecho, ya nos ha ocurrido en el pasado crear organismos electorales provisionales. La propia Constitución prescribe la creación de un consejo electoral provisional. Pero sólo uno, el que se encargó de las primeras contiendas electorales antes de la formación del consejo permanente, que nunca logramos crear.

JUEVES, 6 DE MAYO

Consideren mi diario como el de un superviviente. Porque eso es lo que soy: una superviviente. De hecho, eso es lo que son todos los que han vivido los últimos diez años en esta tierra de libertad: supervivientes.

Fueron años en los que dos presidentes de la misma organización -el Partido Haitiano Tèt Kale (PHTK)- condujeron al país rápidamente al abismo más profundo. Recuperar a Haití de este desastre requerirá al menos treinta años de esfuerzos continuos.

Hoy en día en Haití no se puede vivir. La inseguridad y la incompetencia de nuestras autoridades han dado lugar a la instauración de un clima de terror en el país. No hay espectáculo más desgarrador aquí que ver a todo el mundo corriendo de vuelta a sus casas después de las cuatro de la tarde.

Nadie quiere quedarse en la calle cuando oscurece. Las casas están rodeadas de barricadas de hierro y alambre de espino para dar sensación de seguridad. Pero es ilusorio esconderse detrás de muros de 3 metros de altura, ya que los bandidos pueden agujerearlos con sus mazos. Haití es uno de los pocos países en los que los ciudadanos se han convertido en refugiados que viven en sus propias casas.

Somos supervivientes también porque en los últimos diez años, para acumular votos, el PHTK hizo promesas de implantar la educación, la sanidad, el empleo y la vivienda, pero el 75% de la población no tiene un trabajo para cubrir sus necesidades. El Fondo Nacional para la Educación (FNE) fue eliminado sin ninguna explicación. Se crearon programas sociales con el fondo de PetroCaribe, pero una auditoría concluyó que eran iniciativas de fachada, que beneficiaban a la corrupción organizada.

Esta tierra de la libertad se ha convertido en un infierno, un peligro para los jóvenes y la población en general, una tumba para los ancianos

Digo que somos supervivientes, porque las garantías legales no se respetan en el país. Una persona en conflicto con la ley corre el riesgo de pasar de dos a diez años en prisión preventiva. En la actualidad, el 85% de la población penitenciaria está a la espera de juicio.

También son supervivientes los que están encarcelados en un sistema penitenciario que tiene capacidad para 3 mil personas, pero que acumula alrededor de 12 mil, en condiciones inhumanas y degradantes. El propio poder judicial, disfuncional durante décadas, se ha convertido en rehén de un Ejecutivo que no le permite ser libre e independiente.

El futuro aquí es sombrío. Esta tierra de la libertad se ha convertido en un infierno, un peligro para los jóvenes y la población en general, una tumba para los ancianos, y un campo de batalla para todos. En este diario, presto mis palabras a una generación cansada de unirse contra aquellos líderes que nunca tuvieron el sentimiento de pertenencia al país.

También se las presto a los que se han ido, comprendiendo que Haití no puede ofrecer ningún futuro a la gente que cultiva sueños.

24 DE MAYO, LUNES

Los últimos atentados registrados en Bel Air y Cité Soleil han causado la muerte de al menos 125 personas. Es un verdadero shock para aquellos que, como yo, tienden a olvidar que el estado haitiano es aún más virulento que el nuevo coronavirus. Una rápida comparación puede demostrarlo: desde el 19 de marzo de 2020 hasta hoy, de las casi 16.000 personas infectadas, 347 han muerto. Por otra parte, desde hace algunos años, todos los días contamos los cuerpos de las víctimas de las masacres.

La situación de inseguridad no elimina otros problemas a los que nos enfrentamos como pueblo. Y son muchos, porque la virulencia del Estado no termina con su incapacidad para proteger la vida y la propiedad de sus ciudadanos. El Estado también es virulento en su forma de tratar a las minorías. Las personas con discapacidad no le importan. Aquí no hay ningún programa social para los ancianos, que dependen exclusivamente de sus hijos o benefactores. Y si, no los tienen, mueren en su pobreza.

Hablar de orientación sexual en Haití significa ser apedreado por los fanáticos

Los ancianos tampoco tienen protección contra la barbarie de las bandas. En los últimos atentados de Bel Air, el 1 de abril, Franck Moléon, un señor de 78 años con discapacidad visual, fue quemado vivo en su casa. Ese mismo día, Jasmine Joseph, de 86 años, fue arrojada desde el último piso de su casa. Murió doce días después.

Las minorías sexuales no tienen cabida en el país. Hablar de orientación sexual en Haití significa ser apedreado por los fanáticos de la heteronormatividad. La sociedad heteronormativa prefiere cerrar los ojos ante las violaciones de los derechos humanos que sufren los homosexuales, porque hacer la vista gorda siempre es más fácil.

Así que, al igual que yo, las personas que forman parte de minorías sociales en mi país son supervivientes.

27 DE MAYO, JUEVES

Queda un mes para que se celebre el referéndum inconstitucional de Moïse. Y me doy cuenta de que si se celebra, y el consejo electoral inconstitucional organiza las elecciones, será el golpe de gracia en la lucha por el surgimiento de un Estado de derecho democrático en Haití.

En muchas emisoras de radio, así como en redes sociales y podcasts, se invita a la población a votar sí en el referéndum. El gobierno está demostrando que no escatimará en la campaña para el cambio constitucional. Los miembros de la Junta Electoral Provisional están obligados a dar publicidad al referéndum. En su entusiasmo, van más allá: invitan a la población a votar sí. Esto no tiene precedentes.

A la cabeza del G-9 an Fanmi y Alye, Jimmy Chérizier, llamado Barbecue y jefe de la banda más poderosa de los últimos tiempos, también aboga por el referéndum y promete una guerra civil si no se celebra.

Los miembros de los partidos políticos de la oposición se están organizando para exigir la anulación del referéndum. Algunos afirman estar preparados para la lucha, para incendiar los lugares donde se instalarán los colegios electorales. Otros llaman a la población a quemar simplemente los muebles. Y todavía hay quienes, en una rueda de prensa, mostraron machetes que habían encontrado para prepararse en caso de que hubiera un referéndum.

Después de haber dado un apoyo incondicional a Moïse, la comunidad internacional comienza, de forma tímida, a posicionarse en contra del plan bien articulado del presidente y su grupo. Dice que no se involucrará en esto porque el proceso en curso no es lo suficientemente transparente e inclusivo.

La sociedad civil nunca ha estado tan convencida de que el referéndum sólo perjudicará al país

La Unión Europea dice que no participará ni con apoyo técnico ni financiero. Otras embajadas de países considerados amigos de Haití se han pronunciado, con bastante retraso, en contra del referéndum. Sin embargo, Brasil, que comandó una misión de paz en el país entre 2004 y 2017 -que fue un verdadero fiasco y dejó cicatrices en el pueblo haitiano- aún no se ha posicionado abiertamente al respecto.

La sociedad civil, por su parte, nunca ha estado tan convencida de que el referéndum sólo perjudicará al país. Marchas, protestas, debates, actuaciones artísticas, campañas en la radio y en las redes sociales: se ha hecho todo lo posible para disuadir al gobierno. Pero nada ha servido. El gobierno ha declarado que el referéndum se celebrará con o sin el pueblo.

28 DE MAYO, VIERNES

Después de nueve días de secuestro, la familia de la estudiante Velinda Charpentier ha pagado el rescate y ha sido liberada. Esa es la buena noticia. La triste noticia es que ahora se encargará del funeral de su madre, que sufrió un infarto al enterarse del secuestro de su hija. Charpentier aún tendrá que encontrar una razón para seguir adelante, para sobrevivir, esperando no ser una víctima una vez más.

6 DE JUNIO, DOMINGO

Hace seis días estalló una nueva guerra en un barrio pobre de la capital, Martissant.

Cuando comenzó este ataque, la organización en la que trabajo - Réseau National de Défense des Droits Humains (Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos) - aún no había terminado de discutir nuestro último informe sobre la violencia armada en Bel Air y Cité Soleil, publicado el 20 de mayo. Al mismo tiempo, los bandidos de Delmas 2, 4 y 6, regiones cercanas a Puerto Príncipe que son el feudo de Chérizier, la Barbacoa, también mostraron sus armas.

La capital del país está en ebullición. La gente ha sido asesinada una vez más. Los niños que viven en los barrios pobres son testigos a diario de actos de barbarie, violaciones en grupo, asesinatos de familiares, carbonización de cadáveres.

7 DE JUNIO, LUNES

Desde principios de mes la situación de seguridad ha empeorado en el país. De hecho, entre el día 1 y hoy, además de las guerras que ya he mencionado, nueve puestos de policía fueron atacados por miembros del G-9 an Fanmi y Alye. Varios policías fueron asesinados.

Hoy, el Secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, ha declarado ante el Congreso estadounidense que su país se opone a la organización de un referéndum en Haití. La comunidad internacional parece estar empezando a entender que esto es inaceptable y que apoyar este proyecto es una posición claramente contraria a la ley.

Vuelta en U. Por la noche, el Consejo Electoral Provisional publicó un comunicado en el que decía que se veía obligado a posponer el referéndum debido al aumento de los casos de Covid-19.

Sin comentarios.

10 DE JUNIO, JUEVES

Desde hace dos días, una misión de la Organización de Estados Americanos (OEA) se encuentra en el país, por invitación del presidente, para facilitar el diálogo con el fin de organizar elecciones libres y justas.

La llegada de una misión de la OEA fue lo que llevó al consejo electoral a posponer sine die el referéndum

La OEA y el pueblo haitiano no están de luna de miel. El apoyo incondicional que esta institución siempre ha ofrecido al gobierno actual, así como sus errores pasados, en detrimento de los derechos de los haitianos, son vistos como actos de traición contra un pueblo que había creído que Haití, como miembro fundador de la OEA, tendría un papel importante en la organización. No parece que este sea el caso.

Empiezo a entender que fue la llegada de esta misión lo que llevó al consejo electoral a posponer sine die el referéndum, porque, sorprendentemente, la OEA no habla del tema. Su atención se centra en las elecciones, como si el referéndum nunca hubiera sido un problema.

En un comunicado de prensa, la OEA dijo hoy que se había reunido con más de cincuenta interlocutores de la sociedad civil y de los partidos políticos, a los que pidió un compromiso para celebrar elecciones libres y justas (presidenciales y legislativas) este año.

Una vez más, la OEA se ha equivocado. No puede haber elecciones transparentes y democráticas con un gobierno de facto que hace todo lo posible por mantener el control recurriendo a las bandas armadas. Si esta camarilla cree que puede juguetear con el texto sagrado de la Constitución, con el fin de garantizar su poder, no tendrá, con razón, la confianza de la población para organizar elecciones.

Sigo pensando que el referéndum se ha pospuesto debido a la revuelta que hemos mostrado contra su celebración. Pero que no se engañen los que nos dirigen: estamos dispuestos a luchar tanto contra el referéndum como contra la organización de las elecciones que quiere esta camarilla en el poder, a la que no le interesan los principios y valores de los derechos humanos. Sé que las luchas, aunque se combatan a largo plazo, siempre dan sus frutos al final.

La tensión es palpable en el país. Todos estamos a la expectativa. No sabemos qué pasará mañana. Eso es sobrevivir manteniendo la esperanza de que la situación no empeore. En eso consiste ser un superviviente.

30 DE JUNIO, MIÉRCOLES

Hoy es un día triste. Diecinueve personas perdieron la vida anoche, que fue especialmente violenta en Puerto Príncipe y Delmas. Entre las víctimas estaban dos amigos periodistas, Diego Charles y Marie Antoinette Duclaire, que también era activista política. Charles recibió dos disparos. Duclaire, siete. Sí, siete disparos. Ambos fueron ejecutados cobardemente. Duclaire llevaba tiempo sufriendo amenazas, hasta el punto de que su casa fue acribillada en febrero.

Ser joven, haberse graduado, estar en la oposición a este régimen totalitario y sanguinario, o estar, como Duclaire, del lado de los que exigen que las autoridades rindan cuentas, son características que convierten a una persona en un objetivo a abatir.

Ayer se publicó un decreto electoral que determina que el referéndum se celebrará el mismo día que las elecciones municipales, legislativas y presidenciales: el próximo 26 de septiembre. ¡Qué cosa! Al final el aplazamiento sine die del referéndum no fue para una fecha tan lejana.

5 DE JULIO, LUNES

Ayer se concedió a los ex primeros ministros y ministras de 1991 y 2017 la llamada aprobación de la gestión completa y general. Con ello, ya no pueden rendir cuentas de su gestión de los fondos públicos. Se trata de una amnistía concedida a probables despilfarradores de las arcas del Estado.

Sin embargo, la ley es clara: el procedimiento para obtener la aprobación de las cuentas de una administración debe pasar por el Tribunal Superior de Cuentas y Contencioso-Administrativo (en el caso de los primeros ministros) y por el Parlamento (en el caso de los ministros).

Según la Constitución, el Parlamento está obligado a ejercer un control serio y permanente del gasto público. El juicio de las cuentas de un directivo puede dar lugar a que su expediente se envíe a la justicia ordinaria si se comprueba que ha cometido un delito de corrupción, que se castiga con penas de prisión.

Pues bien. Las personas que se enriquecieron a costa del pueblo haitiano, que se hunde en la miseria, acaban de ser indultadas. La lucha de mi amigo Duclaire y de todos los que exigen la rendición de cuentas de los gestores públicos, especialmente en lo que respecta al fondo de PetroCaribe, acaba de ser barrida por un gobierno de facto.

Haití está completamente en manos de un presidente con intenciones totalitarias, que se ha asociado con las bandas armadas

¿Necesito recordarlo? Como no hubo elecciones en 2019 y el mandato de los diputados y de dos tercios del Senado finalizó en 2020, el Parlamento haitiano dejó de funcionar. El mandato de los miembros del Consejo Supremo del Poder Judicial expiró el 3 de julio. Con ello, el presidente de facto acumuló, además del poder ejecutivo, los poderes legislativo y judicial, gobernando por decreto.

No hay la menor duda: el país está completamente en manos de un presidente con intenciones totalitarias, que se ha asociado con las bandas armadas. ¿Su plan y el de su equipo? Para mantener su poder. Así, el registro de partidos políticos y candidatos ante el organismo electoral comienza mañana.

Este es un dato que sería cómico si no fuera trágico: Haití tiene 7,5 millones de votantes, y 253 partidos políticos. Si todos los partidos deciden presentar candidatos en las elecciones presidenciales, habrá un candidato por cada grupo de 29.600 votantes. Esto sin contar los posibles candidatos independientes.

Hasta ahora, la comunidad internacional no ha entendido que no se pueden celebrar elecciones en un país en condiciones de extrema inseguridad y por un gobierno en el que la población ha perdido toda la confianza.

7 DE JULIO, MIÉRCOLES

A primera hora de la mañana, el presidente Jovenel Moïse ha sido asesinado en su domicilio del barrio de Pèlerin 5. Su esposa, Martine Moïse, recibió varios disparos y fue trasladada a un centro médico de la capital. Luego fue trasladada a un hospital de Miami. Esta noticia anestesió a la población haitiana. En cuanto a mí, me pellizqué para asegurarme de que no estaba soñando. Si todo esto no fuera tan trágico, pensaría que estoy viendo una mala película. Una vez más, el país estará en los titulares de todo el mundo. Por las razones equivocadas.

10 DE JULIO, SÁBADO

En los últimos días, me han llegado noticias de todos los rincones sobre el asesinato de Moïse. Como el resto de la población haitiana, necesito comprender.

Se han planteado las hipótesis más improbables. Los hechos siguen siendo tan inquietantes como descorazonadores, sin necesidad de exagerar nada. El presidente fue asesinado en su residencia privada, que en teoría estaba hipervigilada. Fue acosado antes de ser acribillado a balazos, que también alcanzaron a su esposa.

No hubo ninguna baja entre sus agentes de seguridad. Todos ellos depusieron sus armas, siguiendo las órdenes de quienes tomaron la residencia afirmando ser agentes de la Administración para el Control de Drogas (DEA). Se trata de una agencia federal estadounidense que suele intervenir en Haití para detener a personas implicadas en el tráfico de drogas con destino a Estados Unidos. Los agentes de seguridad tampoco reaccionaron. Se limitaron a entregar al presidente, que les había confiado su seguridad y su vida, así como la de su esposa e hijos.

Moïse no era un santo. Bajo su gobierno, enterramos a nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros hijos... asesinados. Incluso tuvimos que enterrar a mujeres embarazadas, también asesinadas. Pero sigo convencida de que nadie, ni siquiera Moïse, merece ser asesinado.

No era un santo. En su gobierno, se desmantelaron varias instituciones estatales creadas para luchar contra la corrupción, con el fin de garantizar su protección y la de su personal frente a la persecución. Según él, los despilfarradores del fondo de PetroCaribe no tienen de qué preocuparse.

Moïse debería haber sido juzgado por crímenes contra la humanidad y por corrupción. Su paso por el gobierno debería pasar a la historia como el mayor desastre jamás registrado en Haití. ¿Pero asesinarle? No. Ninguna sociedad democrática puede aceptar eso.

Teniendo en cuenta cómo se comporta ahora su pueblo, me pregunto si Moïse no habrá cometido el error de rodearse de enemigos, porque la lucha por el poder ya ha comenzado.

El día antes de su asesinato, había nombrado a un nuevo primer ministro, Ariel Henry, que no ha tenido tiempo de asentarse en el gobierno. A primera hora del 7 de julio, fue Claude Joseph, el primer ministro destituido, quien confirmó la muerte del presidente. Después, José comenzó a comportarse como un hombre indispensable que debía garantizar el cumplimiento de los deberes presidenciales.

Aprovechó la ocasión para anunciar que el crimen había sido cometido por mercenarios colombianos y venezolanos. Poco después se inició una persecución en la que murieron tres colombianos. Muchas otras personas fueron detenidas.

Una vez más, la ONU, a través de su representante en Haití, Helen La Lime, ha realizado una intervención inoportuna. Esta vez cruzó la línea: se atrevió a afirmar que José estaba a cargo del país. Tuve que contenerme cuando escuché a la Lime y a Joseph afirmar que las elecciones de septiembre se celebrarían. El cuerpo de Moïse ni siquiera había sido examinado.

JULIO 13, MARTES

Colombia, Estados Unidos y Haití, a través de la Interpol, tratan de desenredar el embrollo del asesinato del presidente. La información llega a raudales desde todos los rincones.

¿Quién ordenó el asesinato de Moïse? ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo consiguieron los asesinos entrar en la residencia?

Sin embargo, hay preguntas importantes que siguen sin respuesta: ¿Quién ordenó el asesinato de Moïse? ¿Por qué lo hicieron? ¿Cómo consiguieron los asesinos entrar en la residencia? ¿Quién llevó a la esposa del Presidente al hospital? ¿Fue por error que ella también no fue asesinada?

Pensando en lo rápido que llega la información, me pregunto si no es a propósito que el caso se mantenga así, misterioso, para evitar que salga la verdad sobre este asesinato y que la investigación caiga en el olvido. Esa posibilidad es, en sí misma, aterradora.

Al menos en este momento, no puedo quitarme de la cabeza que el presidente fue asesinado por gente cercana a él. Es por ello que creo que los que gravitaron a su alrededor, así como los responsables de su seguridad, deben ser interrogados inmediatamente. Pero este no es el caso. Siguen en el poder, dirigiendo las pesquisas y teniendo la posibilidad de manipular las primeras informaciones relativas a la investigación.

También estoy convencido de que para llevar a cabo un golpe de estado tan amplio, los autores deben ser poderosos y deben haber gastado mucho dinero. Si las distintas investigaciones no identifican a los autores de este crimen, el país nunca sabrá lo que realmente ocurrió.

Hoy ha sido el velatorio del periodista Diego Charles, mi amigo. El dolor de su madre me hizo llorar. Ninguna madre o padre debería tener que enterrar a un hijo. Es demasiado triste.

17 DE JULIO, SÁBADO

El miércoles 14, una semana después del asesinato de Moïse, los responsables de su seguridad fueron finalmente detenidos.

En esta saga de giros inimaginables, surgen nombres de todos los rincones. Un telediario colombiano cita a Claude Joseph como autor intelectual del crimen. Un ex senador, John Joël Joseph, ha sido implicado. También se sospecha de un médico haitiano residente en Estados Unidos, Christian Emmanuel Sanon. Pero el misterio permanece intacto.

Hoy la esposa de Moïse ha regresado a Haití, tras pasar más de una semana en el hospital en Estados Unidos. Su dolor es lamentable. El funeral de su marido tendrá lugar el 23 de julio. En los últimos años, he visto tantas veces la tristeza en los ojos de los haitianos que mi sensibilidad está siempre a flor de piel.

Aunque Martine era la esposa de un hombre sanguinario con inclinaciones dictatoriales, no debería pasar por esto. Mis lágrimas tienden a fluir con facilidad, y me siento agradecida por no haberme deshumanizado después de ver tantas atrocidades que se repiten en nuestra vida cotidiana. También agradezco que mi fe en la lucha por el respeto de los derechos humanos sea inquebrantable.

El sufrimiento del pueblo de Haití es inmenso

Pedimos a la comunidad internacional que no intervenga en el país tras el asesinato de Moïse. Ya hemos sufrido suficientes intervenciones internacionales, militares y humanitarias. Estamos hartos de estas misiones que, al final, nos dejan más heridos.

Que ahora sea la primera vez que los haitianos puedan encontrar por sí mismos el camino hacia su futuro. Nos tomaremos todo el tiempo que sea necesario para curar las heridas, desmantelar las bandas armadas por Moïse, reorganizar la vida, reforzar las instituciones clave del Estado, organizar las elecciones... Así es como volveremos a ser una nación de verdad.

Haití sigue siendo la gran víctima de todas nuestras calamidades. Antaño la perla de las Antillas para los colonizadores, transformada en la perla de los bandidos y los dirigentes incompetentes y corruptos, el país se hunde. El sufrimiento de su pueblo es inmenso. El daño causado es demasiado grande para ser reparado sin la participación de ciudadanos comprometidos y el respeto de la comunidad internacional por la capacidad ya demostrada por los niños de este país.

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Este artículo apareció previamente en portugués en la Revista Piauí. Léalo aquí

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