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Ecuador vuelve a poner en primer plano los derechos de la naturaleza

Tras los resultados electorales en Ecuador, es urgente un cambio de fondo en la política económica, que sitúe los aspectos que sustentan la vida por encima de los imperativos del mercado mundial.

Miriam Lang
9 febrero 2021, 9.29am
Una llama quema en la planta de producción de petróleo en la frontera del Parque Nacional Yasuní , en la selva tropical cerca de Coca, Ecuador
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Georg Ismar/DPA/PA Images

El domingo no sólo se celebraron elecciones presidenciales en Ecuador. Cuenca, la tercera ciudad del país sudamericano, votó en contra de una serie de megaproyectos mineros en las cabeceras de cinco ríos que abastecen de agua a la zona urbana.

En la zona, directamente adyacente a un parque nacional declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO, hay más de 4.000 cuerpos de agua grandes y pequeños en el sensible ecosistema del Páramo, que actúa como reserva en los Andes.

Sin embargo, empresas de Canadá, Australia, Perú, Chile, etc., ya han obtenido un total de 43 concesiones para la extracción de diversos metales. Catorce organizaciones populares habían lanzado el referéndum, aprobado por el Tribunal Constitucional el pasado mes de septiembre, a través del Ayuntamiento de Cuenca. El domingo, más del 80% del electorado votó a favor de la prohibición de la minería industrial en esta parte de la sierra andina. Un claro mandato democrático en línea con la Constitución de 2008, que estipula los derechos de la naturaleza.

Dado que el resultado del referéndum es legalmente vinculante según la Constitución, el próximo presidente tendrá que aplicarlo. Muchos de los 16 candidatos a la presidencia han apostado claramente por la expansión de la minería en la campaña electoral para sacar al país de la crisis económica.

Sólo uno de ellos se ha pronunciado claramente en contra de la minería y de la ampliación de la frontera petrolera en la región amazónica: Yaku Pérez Guartambel, el candidato del movimiento indígena y su organización política Pachakutik.

La elección presidencial no se decidirá definitivamente hasta el escrutinio final del 11 de abril. El heredero político del ex presidente Rafael Correa, Andrés Arauz, que obtuvo el 32,2% de los votos en la primera vuelta, participará con toda seguridad en abril.

Por primera vez en la historia del país, un candidato indígena procedente de organizaciones de base tiene posibilidades de ganar las elecciones.

Pero aún se discute quién será su oponente: Tras el recuento del 98,1% de los votos, Pérez Guartambel se sitúa justo por delante del banquero neoliberal Guillermo Lasso: con el 0,28% de los votos, Pérez obtiene 19,87%, y Lasso 19,59%.

Por primera vez en la historia del país, un candidato indígena procedente de organizaciones de base tiene posibilidades de ganar las elecciones. Esto ya es un enorme éxito simbólico para el movimiento indígena de Ecuador, que fue noticia por última vez en octubre de 2019 con un levantamiento contra la liberalización de los precios de la gasolina y el diésel.

Si Pérez llega realmente a la votación final, la campaña electoral enfrentará dos interpretaciones diferentes de lo que se define como izquierda en América Latina: Una izquierda populista y autoritaria en la estela de Rafael Correa, que estuvo en el poder de 2007 a 2017 y se apoyó en una expansión del extractivismo para financiar una modernización de las infraestructuras y los programas sociales: prometió más igualdad, pero al precio de la destrucción de la naturaleza y una restricción de facto de los derechos democráticos. Y una izquierda intercultural y ecológica que apela principalmente a las generaciones más jóvenes, pone en primer plano temas como el cambio climático y la preservación de las selvas tropicales y remite al gran movimiento indígena de los años 90 y a su forma comunitaria de hacer política.

En este sentido, la irrupción de Pérez, ex-prefecto de Azuay, aporta aire fresco a la rancia polarización entre la vieja izquierda progresista (representada por Arauz) y la derecha más reaccionaria (representada por Lasso) en una región muy necesitada de innovación política.

En Cuenca, toda una población urbana, y no sólo una comunidad rural directamente afectada, se ha manifestado en contra de la minería.

Ecuador es uno de los países con mayor biodiversidad del mundo. En tiempos de extinción masiva de especies, un rumbo de política económica que apueste por una mayor producción minera y petrolera podría tener consecuencias incalculables más allá del pequeño país. La pandemia ha provocado una expansión y aceleración de las actividades destructoras de la naturaleza sumidas en toda América Latina en una zona gris legal, ya que los controles ambientales han sido suspendidos en gran medida.

Al mismo tiempo, ha dejado muy claro que el avance de la sobreexplotación capitalista en ecosistemas frágiles alberga grandes peligros para la humanidad. En Cuenca, toda una población urbana, y no sólo una comunidad rural directamente afectada, se ha manifestado en contra de la minería.

Este hecho allana el camino para debatir el urgentemente necesario cambio de fondo en la política económica, que sitúe los aspectos que sustentan la vida, como la soberanía alimentaria y el agua limpia, por encima de los imperativos del mercado mundial.

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