
Elecciones en Bolivia: ¿todavía un mandato más para Evo Morales?

El escenario económico está cambiando. La popularidad de Morales está disminuyendo debido a una serie de decisiones antidemocráticas mientras constata la falta de apoyo en los países vecinos. Un posible cuarto mandato presidencial difícilmente sería tan robusto como los anteriores.
Su oponente más fuerte, Carlos Mesa, también está lejos de ser un perfil ideal. Habiendo presidido accidentalmente el país por un corto período de tiempo después de la renuncia del presidente electo, él mismo se vio obligado a renunciar en medio de una creciente crisis social. Ahora, es probable que los desafíos que enfrentó entonces vuelvan a perseguirlo.
A principios de este año, la opinión popular mostró que Morales se dirigía a la salida. Pero ahora, solo unos días antes de la primera vuelta de elecciones, el primer presidente indígena de Bolivia está ganando fuerza nuevamente.
A principios de este año, la opinión popular mostró que Morales se dirigía a la salida. Pero ahora, solo unos días antes de la primera vuelta de elecciones, el primer presidente indígena de Bolivia está ganando fuerza nuevamente.
La popularidad de Morales cayó cuando decidió postularse para un cuarto mandato, algo constitucionalmente dudoso después de que el 51% de los bolivianos votaron en contra de la reforma constitucional solicitada en un referéndum de 2016. Sin embargo, el tiempo pasó y parece que la gente superó su enfado inicial: las nuevas encuestas indican que él es el favorito para la primera ronda.
Encuestas recientes indican que Morales obtendrá más del 40% de los votos, con una diferencia de 10 puntos con respecto a Mesa. Si esto sucede, Morales ganará y evitará una posible segunda vuelta en diciembre.
Pero las encuestas son volátiles y poco confiables y ambos hombres aún podrían volver a enfrentarse electoralmente más adelante en el año. Los resultados serán difíciles de gestionar, gane quien gane.
Morales y la amenaza a los valores democráticos.
Con casi 14 años en el cargo, Morales es el presidente que acumula el mandato más largo de la historia de Bolivia. Además, su partido, Movimiento al Socialismo, controla todas las ramas del gobierno, así como una parte muy importante de los medios de comunicación bolivianos.
En 2016, intentó reescribir la Constitución del país para permitirle disputar la presidencia por cuarta vez. Ante intensas críticas, puso su decisión al veredicto popular al celebrar un referéndum revocatorio ese mismo año. El 51,3 % de los bolivianos rechazaron su decisión.
Pero en lugar de aceptar la derrota, acudió al tribunal más alto del país para buscar la validación legal de su decisión. Y la obtuvo. El tribunal, poblado de aliados de Morales, dictaminó que, si se quedaba fuera de la votación, Morales vería sus derechos humanos conculcados.
Pero nada de esto nos sorprende a los latinoamericanos. Nuestros líderes no se preocupan mucho porque se rompa la tradición democrática, en parte, porque los latinoamericanos tienen poca confianza en la democracia.
Pero nada de esto nos sorprende a los latinoamericanos. Nuestros líderes no se preocupan mucho porque se rompa la tradición democrática, en parte, porque los latinoamericanos tienen poca confianza en la democracia. Algunos estudios muestran que menos de la mitad de los latinoamericanos favorecen la democracia. La misma encuesta muestra que menos de una cuarta parte está satisfecha con lo que la democracia ha logrado en sus países.
Por lo tanto, si bien la actitud de Morales puede ser una mala noticia para la democracia, es probable que eso no sea muy relevante para la mayoría de votantes durante este ciclo electoral.
Nuevos desafíos para Morales
La economía de la región ha sufrido una recesión en algunos países. Los ingresos de petróleo y gas están en declive y la deuda pública de Bolivia está ya en niveles récord. Este escenario significa que Morales tendrá que cambiar su estrategia para la economía, lo que podría afectar su base leal.
El déficit fiscal del país es del 7,8%y el déficit comercial del 4%. Las exportaciones de gas natural a Brasil en medio de la caída de los precios del mercado han disminuido, y el país no ha podido producir gasolina a partir del gas extraído eficientemente, lo que ha llevado a un aumento de las importaciones de gasolina que luego se vende en el país a mitad del precio. Estos fuertes subsidios, con el actual déficit fiscal, se volverán más difíciles de financiar y Morales podría quedar atrapado, ya que es poco probable que retire los subsidios a la gasolina, particularmente después de lo que hemos presenciado recientemente en Ecuador.
Algunos temen que Bolivia se convierta en otra Venezuela en caso de crisis.
Parte de la popularidad de Morales radica en su éxito con la economía del país. Durante su mandato de 13 años, Bolivia experimentó un notable crecimiento económico y reducción de la pobreza.
La presidencia de Morales consiguió una impresionante reducción en las tasas de pobreza. Hoy, el 17% de los bolivianos vive en la pobreza extrema, en comparación con el 38% antes de que los socialistas se hicieran cargo. La desigualdad se ha reducido drásticamente: mientras que el 10% más rico de los bolivianos ganada 128 veces más que el 10% más pobre, hoy, gana 38 veces más.
Una nueva recesión económica probablemente retrasará las cosas para Bolivia. Sin embargo, el PIB de Bolivia creció un 4,2% el año pasado y el Banco Mundial estima que crecerá otro 4% este año. En este contexto, es poco probable que nubarrones económicos distantes e inciertos preocupen a los votantes hoy.
Una nueva Venezuela?
Algunos temen que Bolivia se convierta en otra Venezuela en caso de crisis. Eso es muy poco probable. Morales no es Nicolás Maduro, ni tampoco Hugo Chávez. Los críticos sostienen que los éxitos económicos de Morales son en gran parte consecuencia de un asombroso auge de la demanda y los precios de los recursos naturales durante gran parte de la última década. Y esto es cierto, pero no es toda la verdad. Y las formas en que un líder sin control puede manejar, o dejar de manejar, su buena fortuna son infinitas.
Venezuela también se encontraba en el extremo receptor del mismo auge de los precios de los recursos naturales. Y en gran medida, la ventaja de Venezuela fue incluso mayor que la de Bolivia. Mientras que los ingresos por exportación de Bolivia subieron de US$ 2.2 mil millones justo antes de la primera elección de Morales a US$ 12.9 mil millones en el pico del boom, los de Venezuela pasaron de US$ 23 mil millones antes del boom petrolero a US$ 153 mil millones en su pico.
La forma en que los líderes del país manejaron sus respectivas fortunas se puede ver y sentir en la economía y el desarrollo (o falta de él) que están dejando atrás. Considerando el abismo de diferencia entre los dos países, es difícil argumentar que otros cuatro años de Morales conducirían a la catástrofe que los líderes venezolanos han desencadenado. Al final del día, Venezuela se encuentra en una posición geoestratégica central, mientras que Bolivia está en la periferia de todo.
Los viejos desafíos de Mesa
El candidato Carlos Mesa tendría que enfrentarse a los mismos desafíos económicos. Sus posibilidades manejarlos con éxito podrían ser aún más limitados teniendo en cuenta slos problemas que tuvo anteriormente.
Mesa fue presidente de Bolivia entre 2003 y 2005, un título heredado de Gonzalo Sánchez de Lozada, quien renunció durante la amarga Guerra del Gas. La misma ola de intensas protestas que obligaron a Sánchez a abandonar el poder volvió a las calles en 2005, acusando a Mesa de inclinarse ante los intereses corporativos de Estados Unidos. Como consecuencia, se vio obligado a renunciar en junio de 2005.
Además de la nueva realidad económica, Mesa sin duda tendrá que hacer frente a los movimientos sociales del país, que históricamente están altamente organizados y activos. Éstos constituyen la misma base social que ha estado eligiendo a Morales una y otra vez, y las mismas personas que obligaron a Mesa a abandonar el poder en su día. Es poco probable que le hagan la vida fácil.
Cualquiera que sea el resultado, las elecciones en Bolivia están destinadas a reabrir ciertas heridas. Morales cayó en la misma trampa que sus compañeros de la Marea Rosa, que tampoco lograron crear un frente coherente o reformas estructurales que pudieran garantizar la continuidad de su proyecto.
En cambio, Morales creó más de lo mismo: un movimiento vertical con raíces frágiles que dependen completamente de un solo individuo y que se sostiene a base de fuertes subsidios. Si los casos de Brasil y Venezuela son una indicación, deberíamos haber aprendido que el culto a la personalidad, un pecado tan común en la izquierda latinoamericana, tiende a rebotar en la dirección contraria.
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