

Mujeres contra el golpe de Estado. Manifestación contra el presidente en funciones de Brasil, Michel Temer. 17 de mayo de 2016. Andre Penner / Asociación de la Prensa. Todos los derechos reservados.
Estamos ante el fin de un ciclo que empezó en la segunda mitad del siglo XIX. Durante este ciclo, que incluye todo el siglo XX, la izquierda fue gobernada por la ideología del progreso y del determinismo económico. Tras el colapso de los llamados paises "comunistas", surgió la cuestión de la relevancia de una nueva izquierda para el siglo XXI. Para contestarla son necesarios distintos elementos: el incremento de iniciativas ciudadanas en todo el mundo (de que trata el texto introductorio de Laville), la experiencia ambivalente de los gobiernos de izquierda en América Latgina (segundo asunto comentado por Coraggio), y la crisis estructural de la socialdemocracia europea (que seguirá, con los textos tercero y cuarto a cargo de Hulgard y Levesque). El análisis de estas complejas cuestiones de fondo abre nuevas perspectivas para la acción colectiva y la emancipación (textos conclusivos de Wainwright y Hart). Muy distintas de los de la izquierda tradicional, esta opiniones y debates pueden encontrarse en: Reinventar la izquierda en el siglo XXI – Hasta un dialogo Norte-Sur),también disponible en francés: Les gauches du XXIe siècle – Un dialogue Nord-Sud ). Jean-Louis Laville, economistaq y sociólogo, supervisó 'Les gauches du XXIe siècle – Un dialogue Nord-Sud' (Bord de l’eau, 2016).
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Desde comienzos del Siglo América Latina ha sido vista como una muestra de que es posible recuperar la política de su vaciamiento durante treinta años de neoconservadurismo con su programa económico neoliberal.
En varios países surgieron gobiernos con proyectos nacional-populares apoyados por amplios sectores de la sociedad. Destacamos cinco características principales de esos procesos: a) su apego a las reglas de la democracia formal, demostrado en un alto número de elecciones y consultas populares, respetando sus resultados aun cuando no fueran los buscados; b) su rechazo al neoliberalismo, que había demostrado su incapacidad para gobernar la economía y lograr el ansiado crecimiento y el derrame, haciendo recaer la crisis de su modelo sobre las mayorías sociales; c) su orientación popular, respondiendo a una multiplicidad de reivindicaciones postergadas por los gobiernos anteriores; d) su afirmación de la soberanía nacional, desconectándose de la vigilancia e imposiciones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, entrando en conflicto con el proyecto de subordinación de la periferia a los intereses de los grupos económicos más concentrados, y propiciando la formación de una nueva institucionalidad para ubicar la región en el mundo global (UNASUR; CELAC); e) la reaparición del Estado nacional como actor central de los cambios, regulando mercados, renacionalizando industrias estratégicas, redistribuyendo ingresos, procurando recrear un mercado interno y restituyendo derechos sociales conculcados durante el reinado neoliberal.
Hubo un factor contingente que favoreció esas transformaciones: la tendencia a una fuerte alza de los precios de las commodities, base principal de esas economías. Sin embargo, no puede atribuirse a esa coyuntura el éxito de esos gobiernos, pues seguramente, de darse bajo gobiernos de derecha, estos hubieran concentrado aún más la riqueza y acelerado la fuga de capitales atraidos por la lotería financiera. En cualquier caso, esas nuevas izquierdas gobernantes tuvieron una orientación popular, no sólo redistribuyendo ingresos reasumiendo la garantía de derechos sociales ampliados que gobiernos anteriores despreciaron.
Esos gobiernos podrían calificarse de una izquierda que intenta reinventarse en el Siglo XXI, combinando rasgos del modelo social demócrata del siglo XX con una confrontación con los sectores empresariales, particularmente los foráneos, y una desconexión de la institucionalidad capitalista global. Sin embargo, salvo tal vez en el intento de Venezuela, no puede decirse que fueron proyectos anticapitalistas aunque la retórica lo haya planteado en los tres países andinos que se autodenominaron “revolución”.[1]
Tuvieron y aún tienen dos déficits principales: a) la no profundización de la democracia, reproduciendo las falencias de la democracia formal, la separación entre gobernantes y gobernados, agravada por el presidencialismo personalizado en la figura de líderes que no estimulaban sino que desalentaban la organización de una sociedad civil autónoma, líderes que indicaban el “camino correcto” sin escuchar la multiplicidad de otras voces provenientes de otros proyectos sociales en sociedades altamente heterogéneas; b) en particular cabe destacar que en países como Ecuador y Bolivia, donde estos gobiernos surgieron de la acción de movimientos sociales históricos, como el indígena y el campesino, y que incluso derrocaron gobiernos neoliberales, no solo no hubo un enriquecimiento de esa relación sino que fueron debilitados.[2] Tampoco fue positiva la relación con los nuevos movimientos sociales: ecologistas, feministas o de orientación sexual, siendo los primeros calificados como “infantiles” por los gobiernos. El entusiasmo inicial de los movimientos fue decreciendo en la medida que no eran considerados interlocuctores válidos, en muchos casos no asumiendo sus reivindicaciones hitóricas; c) consecuentemente con lo anterior, el Estado que regresó tenía características similares al previo al neoliberalismo, un aparato de Estado neodesarrollista, desvinculado de la sociedad organizada, redistribuidor y regulador pero que no se reinventó; en suma, un Estado progresista del Siglo XX, un aparato de Estado fácilmente tomable y reorientable hacia un proyecto neoliberal reeditado, sin casamatas consolidadas que impidan un asalto de la nueva derecha, como es evidente en Argentina o el “golpe blando” en marcha en Brasil.
Pasando a las políticas públicas, debe tenerse en cuenta que, aun con el descuido de Estados Unidos -salvo en los casos de Paraguay y Honduras-, por estar concentrado en otras regiones en conflicto, la resistencia del establishmente no cejó, y, entre otras cosas, el acceso al mercado de capitales fue castigado con indicadores sesgados del llamado “riesgo país”, en lo que podría llamarse un bloqueo “blando”. Tampoco se redujo la tendencia a la extranjerización de la economía[3], apropiándose de recursos naturales, captando parte de la renta internacional de las commodities del sector agrario o minero, buscando participar en la crema del mercado interno, o el control del sistema bancario dedicado a favorecer la salida de capitales, al lavado de dinero o a ganar con la deuda del Estado. En ese marco, los controles a la fuga de ahorros de las clases medias y de capitales fueron insuficientes. Los gobiernos, apostando a la continuación de los altos precios internacionales de sus exportaciones, no respondieron a la demanda de recuperar equilibrios ecológicos ni avanzaron en la diversificación de sus matrices productivas aunque hubo progresos importantes en el apoyo al desarrollo de ciencia y tecnología. No hubo realmente una voluntad política de conformar un bloque regional integrado economías y desarrollando fuertes lazos entre sociedades. La posibilidad de firmar tratados de libre comercio con Europa comenzó a ser considerada en varios de esos países.
En lo social, se redujo fuertemente la pobreza[4] con el aumento del empleo y políticas redistributivas, se incrementó notablemente la producción de bienes públicos como la educación y la salud y se apostó al acceso al consumo como mecanismo de integración social, ampliando las clases medias. En muchos sentidos fue un proceso donde todos los sectores ganaron, y eso llevó a creer que la legitimidad de los gobiernos estaba asegurada.
En la actualidad, ese modelo hace agua por la baja brutal en los precios de las commodities, por el sabotaje político de buena parte del empresariado y por el bombardeo sistemático de medios de comunicación privatizados y controlados por los grupos de poder económico, siguiendo la línea de restablecer las relaciones “normales” con la potencia dominante en la región. Sumado a lo anterior, la falta de un sistema autónomo de comunicación social de base, el debilitamiento de movimientos y organizaciones sociales no adictas a los gobiernos, y el comportamiento de las clases medias, utilitarista y en muchos casos reacio a la presencia de los sectores populares en la escena pública, han creado condiciones para que esos procesos sean bloqueados por el mismo mecanismo electoral, lo que era previsible pero es ahora evidente en los casos ya mencionados de Argentina y Brasil.
Algunos hablan del fin de un ciclo. Creemos que hay que verlo con otra perspectiva, al menos del mediano período. El juego de fuerzas interno no es comparable al de inicios de siglo, algunos de estos procesos pueden ser sostenidos y consolidarse. En todo caso, viene un momento de reflexión desde el gobierno o desde la oposición. Ya no alcanza con diferenciarse de la izquierda del Siglo XX. Falta actualizar las propuestas originales, ricas en opciones en todos los campos de acción social y política. Por lo pronto, la experiencia vivida por nuestros pueblos establece un inicio material y simbólico distinto que el de fin del siglo pasado. La lucha por la hegemonía sigue, las primeras reacciones de las sociedades comienzan a emerger, y su articulación exige aprender de estas experiencias, debatir y definir los caminos de lo posible, de las alternativas que la derecha niega.
En ese sentido, los trabajos reunidos en el libro Reinventar la izquierda en el Siglo XXI. Hacia un diálogo Norte-Sur,[5] se ubican precisamente en el momento de reflexión y afirmación de las características que debería tener una izquierda renovada en la región, cuando ya estaban avanzadas esas experiencias pero aún no se avizoraba el regreso de la derecha del modo y en el tiempo que se está perfilando. Contribuyen al examen crítico de esos procesos, de sus avances y dificultades, de los modos de hacer política. Todas las cuestiones que plantean los autores están hoy en la agenda de las corrientes políticas de orientación democrática y popular. Esto es urgente para la praxis, para el pensamiento teórico comprometido y el activismo en la nueva coyuntura, que no es un fin de ciclo sino un momento en un proceso de defensa de las sociedades ante el mismo programa neoliberal que llevó a la emergencias de nuevas izquierdas. El libro comparte las experiencias y reflexiones desde América Latina con la de los países del Norte. Con todas las diferencias del caso, compartimos un enemigo común: un proyecto neoconservador de acumulación de capital a escala global, con un proyecto civilizatorio centrado en la mercantilización de la vida social en todas sus formas, basado en formas extremas de desposesión, incluyendo la guerra y el vaciamiento de la democracia y la política. Todos podemos aprender de todos, y por eso es tan importante el contrapunto de pensamiento entre los intelectuales de las distintas regiones de este sistema-mundo. Estamos en una coyuntura difícil pero preñada de posibilidades. Un encuentro dialógico de las perspectivas incluidas en el libro, incluyendo a los actores sociales organizados, es necesario. Hacia eso vamos.
[1] Ver un análisis sintético de estos procesos de François Houtart en: https://www.opendemocracy.net/fran%C3%A7ois-houtart/citizen-revolutions-in-latin-america
[2] Ver, por ejemplo: Maristella Svampa, Pablo Stefanoni y Bruno Fornillo, Balance y Perspectivas. Intelectuales en el primer gobierno de Evo Morales, La Paz, Le Monde Diplomatique/Fund.F.Ebert, julio de 2010.
[3] Ver: sobre la tierra: http://www.fao.org/3/a-i3075s.pdf; para el caso de la industria en Argentina: https://lasa.international.pitt.edu/LARR/prot/fulltext/vol49no3/49-3_103-125_Wainer-Schorr.pdf y para el caso de la banca: https://books.google.com.ar/books?id=hNA3zptTLdgC&pg=PA275&lpg=PA275&dq=extranjerizaci%C3%B3n+de+la+banca+en+brasil&source=bl&ots=WFKxaI_vKj&sig=CZaD8jw3fpyOWpKUqtiEShXVozI&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjJoKDNqb7MAhXEDJAKHeZZCK0Q6AEITzAJ#v=onepage&q=extranjerizaci%C3%B3n%20de%20la%20banca%20en%20brasil&f=false
[4] Ver el infore de CEPAL: http://www.cepal.org/prensa/noticias/comunicados/8/48458/tabla-pobreza-indigencia-es.pdf; http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37626/S1420729_es.pdf
[5] Puede bajarse de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20140918020441/ReinventarLaIzquierda.pdf
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