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Hacer frente a la violencia de género en Egipto mediante la colaboración masiva

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¿La colaboración masiva en línea puede ayudar a las ONG a afrontar la violencia de género en Egipto con mayor eficacia? English, العربية


Amel Fahmy
18 marzo 2015

La tecnología desempeñó un papel importante para impulsar las revoluciones que se extendieron por el Medio Oriente desde 2011. Uno de los ejemplos más evidentes de lo anterior es el uso masivo de Twitter y otras plataformas de comunicación social. Ahora, muchas ONG e iniciativas independientes emplean nuevas tecnologías en su lucha contra la discriminación de género. Tan solo en Egipto, iniciativas y ONG como HarassMap, Shoft Taharush, Bassma, Tahrir Bodyguards y Operation Anti-Sexual Harassment (OpAntiSH) han utilizado el activismo tecnológico y distintos tipos de redes sociales para llamar la atención sobre el acoso sexual y para combatirlo.

HarassMap, por ejemplo, es la primera iniciativa en utilizar la colaboración masiva en línea para abordar un problema social en Egipto. Iniciada en 2010, HarassMap tiene como objetivo hacer frente al acoso sexual en la sociedad egipcia mediante el uso de tecnologías de servicios de mensajes breves (short message system, SMS) y de sistemas de información geográfica (geographic information system, GIS). Es posible denunciar los incidentes de acoso sexual a través de Facebook y Twitter, mediante el sitio web de HarassMap o simplemente enviando un mensaje de SMS. El mapa de acosos HarassMap (que identifica con precisión todos los incidentes) representa una medida nueva e innovadora para documentar los casos de acoso sexual en Egipto, un país en el que, según ONU Mujeres, el 99% de las mujeres ha experimentado algún tipo de acoso sexual en espacios públicos. El mapa también sirve como un espacio seguro alternativo, en donde las mujeres que fueron acosadas o que atestiguaron un incidente de acoso pueden hablar de forma anónima sobre sus experiencias. El mapa también se puede utilizar como una herramienta de sensibilización, y en los esfuerzos educativos que buscan modificar los comportamientos y las actitudes que fomentan el acoso.  

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Flickr/Ed Yourdon (Some rights reserved)

A group of women walk the streets near Cairo's bazaar. According to UN estimates, 99% of Egyptian women have experienced some form of sexual harassment in Egypt's public spaces.


En un esfuerzo para entender el efecto total de esta herramienta, HarassMap publicó un estudio de investigación en 2014, que analiza la eficacia de utilizar la colaboración masiva como un método de recolección de datos sobre temas delicados, como el acoso sexual. Explora si la colaboración masiva puede revelar algo sobre el tema del acoso sexual que no se podría saber a través de los métodos tradicionales de recolección de datos. Por ejemplo, ¿los informes proporcionados mediante colaboración masiva ofrecen descripciones exhaustivas del acoso sexual, de manera que sea posible entender mejor los efectos profundos en las víctimas? ¿Generan información suficiente para proporcionar una imagen más clara de la magnitud del problema? ¿Estos informes proporcionan una  base adecuada de pruebas reales sobre la violencia de género que pueda utilizarse para dar forma a las campañas de divulgación comunitaria, las políticas públicas y los programas de investigación?

Es evidente que el análisis riguroso de los datos obtenidos mediante la colaboración masiva tiene algunos límites. Simplemente no es posible hacer muestreos aleatorios y obtener una muestra representativa, ya que los participantes introducen información en el mapa de forma voluntaria. Sin embargo, este tipo de sistema anónimo en línea podría darnos información que las ciencias sociales tradicionales no pueden obtener. El marco teórico subyacente de este proyecto sostiene que los foros en línea son espacios relativamente seguros en los que las personas, por diversas razones, se sienten más libres de hablar sobre temas complicados o tabúes.  Con el fin de evaluar la eficacia de la colaboración masiva para permitir que las personas hablen sobre el acoso sexual, los investigadores analizaron y compararon historias de acoso sexual que fueron enviadas libremente a HarassMap con historias que se obtuvieron a través de entrevistas en profundidad estructuradas con integrantes del público.

Se encontraron varias similitudes: por ejemplo, en la mayoría de las narrativas analizadas se describe el acto de acoso sexual de manera muy sucinta, con muy pocos detalles reales y un uso mínimo de adjetivos en la descripción. La descripción del incidente real de acoso sexual se realizaba principalmente mediante el uso de terminologías menos sexuales y eufemismos. Los informes del mapa sí tendían a incluir terminologías más sexuales y explicativas que las entrevistas, lo que indica que los sujetos se sentían más libres de proporcionar detalles en línea que no darían en persona.

Además, durante las entrevistas en profundidad, existía una mayor tendencia a que las personas minimizaran o les restaran importancia a sus experiencias de acoso sexual. Por otra parte, los hombres entrevistados no informaron haber experimentado acoso sexual ellos mismos; en cambio, siempre eran testigos del acoso sexual. Esto difiere de los informes en el mapa, ya que una pequeña parte de los relatos provenían de hombres que alegaban haber sido acosados sexualmente, en su mayoría por mujeres.

Una ventaja particular del mapa para la denuncia de incidentes de acoso sexual es su capacidad de ofrecer una plataforma en situaciones en las que se ha reducido el espacio público, o en las que éste ya no es seguro. Una ventaja particular del mapa para la denuncia de incidentes de acoso sexual es su capacidad de ofrecer una plataforma en situaciones en las que se ha reducido el espacio público, o en las que éste ya no es seguro. El mapa les permite a los usuarios denunciar incidentes sin el miedo a la estigmatización o a sufrir represalias que suelen experimentar las víctimas de acoso. Durante la revolución en Egipto, por ejemplo, y después de casos de violencia por parte del Estado que pueden observarse claramente en los informes del mapa, la tecnología ofreció un espacio a las personas que carecían de voz. Incluso la estructura y la naturaleza descriptiva de estos informes reflejaban una marcada diferencia de estilo y contenido en comparación con otros informes de acoso sexual. Por supuesto que no es posible ignorar completamente el problema de la verificación; aunque se utilizan algunos criterios para filtrarlos, es difícil garantizar que todos los informes sean completamente auténticos. Sin embargo, los incidentes denunciados en el mapa sí siguen ciertos patrones generales que se manifiestan en la investigación empírica (por ejemplo, con respecto a las horas del día en las que es más frecuente el acoso o los tipos más comunes de acoso).

Ahora, la cuestión es: ¿cómo podemos hacer que se incorpore ampliamente el uso de estas tecnologías con respecto a la violencia de género y utilizar la información con eficacia? Un primer paso sería brindar apoyo y capacitación a las mujeres sobre cómo acceder a la tecnología y utilizarla, con la implementación de procedimientos de seguridad y manejo de riesgos para proteger su confidencialidad y anonimato. El acceso es una desventaja fundamental, que suele presentarse en cualquier programa basado en la tecnología en el sur global. En el caso de Egipto, el informe Women and the Web (Las mujeres y la red) de 2013 concluyó que una de cada cinco mujeres egipcias cree que el uso de la Internet no es “apropiado” para ella. Los hombres parecían estar más dispuestos a usar las alternativas tecnológicas, según refleja el estudio de HarassMap de 2013, debido a la cuestión del anonimato. Pero muchas de las mujeres parecían no confiar completamente en el grado de confidencialidad que proporcionan dichas tecnologías, lo que indica la vital importancia de que haya más concienciación y educación. En segundo lugar, los desarrolladores de tecnología deben colaborar con expertos en violencia de género locales para garantizar que las herramientas y los programas que desarrollen sirvan para su público deseado, de manera que no agraven su situación actual ni los perjudiquen.

Es claro que aún queda un largo camino por recorrer para incorporar ampliamente el uso de la tecnología para hacer frente a la violencia de género. Sin embargo, las iniciativas como HarassMap y muchas otras alrededor del mundo nos han proporcionado casos de estudio nuevos para examinar qué funciona y qué no funciona, al crear canales alternativos para que las personas puedan alzar la voz y al abrir un nuevo camino para seguir adelante.

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