Ecuador es el mayor productor mundial de madera de balsa, pero el crecimiento de la demanda ha dado lugar a un aumento de la extracción ilegal por parte de grupos locales alentados por un mercado lucrativo en expansión. Según datos proporcionados a Diálogo Chino por la Unidad Nacional de Policía de Protección Ambiental, en 2020 se decomisaron 6.845 metros cúbicos de balsa. Esto representó un incremento del 81% respecto a la cifra registrada en 2019. En 2020, El Pastaza, la provincia amazónica en la que se encuentran las tierras Sápara, fue la tercera provincia del país donde más madera balsa se retuvo.
Auneka Ushigua recuerda que en esa época la comunidad de Llanchamacocha se organizó contra la extracción. Y crearon el grupo de guardianes Kaunu (palabra Sápara que significa "serpientes"), quienes vigilaban los ingresos a la zona.
Ushigua también formó el colectivo de mujeres Sápara Yarishaya Itiumu (Mujeres en flor) para promover el empoderamiento femenino y destacar su rol en la defensa de los pueblos y nacionalidades. “Como mujeres desde el territorio no vamos a permitir que nos hagan daño”, dice. El grupo se creó en respuesta a sus experiencias previas con intentos de llevar a cabo actividades extractivas en el territorio, y busca promover opciones económicas alternativas a la extracción de petróleo o madera.
Junto con otras campañas lanzadas para mostrar lo que estaba ocurriendo en Llanchamacocha, estos esfuerzos contribuyeron a disuadir a los madereros y empresas ilegales de madera de balsa de entrar en la comunidad a finales de 2020. Sin embargo, Manari afirmó que seguía encontrando indicios de extracción, incluidos 5 mil árboles de balsa talados río arriba.
Como mujeres desde el territorio no vamos a permitir que nos hagan daño
Sin embargo, Christian Riofrio, director ejecutivo de la Asociación Ecuatoriana de la Industria Forestal y de la Madera (AIMA), declaró a Diálogo Chino que “no hay cosa más falsa” que las acusaciones de que las empresas balseras ingresaron a la Amazonía en 2019 y 2020 y causaron deforestación. “No se entraba al bosque, sino que se extraía [madera] de donde ya hubo algún evento disruptivo”.
El sector formal de la balsa vivió un ‘boom’ de exportación en el 2020. Según datos proporcionados por AIMA, se generaron USD 570 millones. “Queremos reivindicar este material, que es el más sostenible para los aerogeneradores”, puntualiza Riofrío.
Más allá de su ciclo de vida y las condiciones en las que crece, este árbol tiene un significado especial para los Sápara. “La balsa es para nosotros una medicina”, cuenta Auneka. Según sus creencias, estos árboles equilibran la vida en el bosque. Si se los tala, se genera un impacto en las personas, la fauna y el ecosistema.
Turismo positivo en territorio Sápara
Mientras las visiones alertaban a los Sápara sobre la llegada de estas amenazas, también les reflejaban el camino hacia una alternativa para luchar contra estas actividades.
Es así que en 2011 nació Naku, un centro de ecoturismo de propiedad y gestión comunitaria que pretende promover y preservar la cultura Sápara. La idea de este proyecto, cuenta Manari Ushigua, justamente llegó en un sueño. Las comunidades lo tomaron como un llamado de los espíritus para compartir su sabiduría con el mundo, mientras su hogar estaba en riesgo por las empresas petroleras.
Naku, que significa “selva” en la lengua Sápara, se enfoca en el turismo espiritual. Desde que los visitantes abordan la avioneta, que es la única forma de llegar a territorio Sápara, emprenden el viaje de “transformación y curación”. Se hospedan en las cabañas de la comunidad y conocen de cerca su cosmovisión. Los ingresos de esta actividad van a un fondo común para financiar su educación y salud.
En 2013 empezaron a recibir oficialmente a turistas. Uno de los eventos más importantes fue la llegada del actor estadounidense Channing Tatum. Fascinado por la vivencia tras su visita en 2014, decidió contribuir con el proyecto. Manari viajó con Tatum a Los Ángeles para recaudar fondos. Así construyeron el centro de sanación y otras áreas de Naku para recibir a los visitantes, y seguir con el sueño de promover un turismo espiritual.
Sueños virtuales
Con la llegada de la pandemia, los sueños se trasladaron al mundo virtual. Naku se convirtió en un espacio de contención y de intercambio de experiencias, que continúa funcionando.
Con su cara pintada, su penacho de colores y su vestimenta tradicional, Manari se coloca frente a su computadora para dirigir sus ceremonias virtuales. Del otro lado, lo observan cientos de personas, conectadas desde más de 30 países.
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