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Innovación política en las democracias representativas de América Latina

El modelo de democracia representativa en América Latina presenta un problema vital: los representantes electos son, en general, incapaces de responder a las demandas de aquellos que representan. English Português

André Costa Lucena
31 agosto 2017
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Manifestación contra el gobierno y la corrupción en Brasilia. Imagen: José Cruz / Agencia Brasil, CC BY-2.0.

A pesar de que la mayoría de las democracias latinoamericanas no se encuentran – como en el pasado – bajo la sombría amenaza de posibles golpes militares, parece evidente que la falta de estabilidad de los regímenes democráticos es todavía una característica sobresaliente de la región, todavía bajo la influencia del autoritarismo. En general, la impresión en América Latina es que los gobernantes no sólo no responden a las expectativas de los ciudadanos que los eligieron, sino que, al asumir sus cargos, hacen un uso explícito e institucionalizado de los poderes públicos para beneficio estrictamente personal. 

Algunos pensadores se han enfrentado al desafío teórico de analizar las raíces de los problemas fundamentales de las democracias latinoamericanas. Guillermo O’Donnell, por ejemplo, señala la fragilidad de los mecanismos de accountabillity, mientras que Przeworski apunta como razón de la debilidad de las democracias latinoamericanas los bajos niveles educativo y socioeconómico en los países de la región. Es importante no perder de vista que la realidad latinoamericana actual sólo puede ser entendida a partir de la histórica desigualdad social, que impactó y fue impactada por los modelos políticos adoptados en la región. El resultado de esta construcción es el mantenimiento como constante de un abismo entre aquellos que están en el poder y los que están en las calles. 

No se puede defender un sistema en el que aquellos que deberían ser los más beneficiados son, en la práctica, los más perjudicados. La crisis de representatividad que padece el sistema produce dos tipos de efectos para los ciudadanos:

El resultado de esta construcción es el mantenimiento como constante de un abismo entre aquellos que están en el poder y los que están en las calles.

1-         A partir de una visión pesimista, el desarrollo de una sensación de apatía política y de escaso interés por el universo de la política como reacción ante un sistema en el que la mayoría de los representantes sólo busca utilizar de las instituciones para ampliar sus privilegios individuales.

2-         Por otra parte, con una visión más optimista, la utilización de esta realidad como incentivo para la búsqueda de soluciones (no institucionales, inclusive) que apunten a acercar a ciudadanos y gobiernos, conectándolos de manera más efectiva disminuyendo los costes de la participación política y presentando nuevas formas de representación política.

No existen muchas dudas acerca de que la democracia representativa es el modelo más avanzado y aclamado dentro de los regímenes democráticos, y el punto central aquí no es proponer su fin en el escenario latinoamericano, sino, por el contrario, fortalecerla a través de la propuesta de posibles soluciones sobre la base de una premisa básica: permitir que las personas expresen sus demandas y que éstas sean consideradas en la toma de decisiones.

La aplicación práctica de soluciones teóricas a problemas políticos y sociales reales debe ocurrir por experimentación. Se trata, sobre todo, de redefinir las vías de representación y participación política. Para ello, una de las hipótesis consiste en utilizar las herramientas disponibles, probando su aplicabilidad en regímenes democráticos - especialmente en regiones en las que aún no están totalmente consolidadas, como es el caso de América Latina.

La historia de los regímenes políticos ofrece ejemplos innumerables de ello. Sin ir más lejos, el siglo XXI viene mostrando lo que pueden ser interesantes e impactantes instrumentos de innovación política: internet y las tecnologías de la información. Conceptos como "ciberdemocracia", "democracia digital" y "democracia virtual" intentan dar cuenta del papel de internet y de las tecnologías de la información en los sistemas democráticos: su poder e incidencia en las dinámicas sociales es ya hoy día un hecho, así como su influencia en el mundo político.

Es importante señalar, sin embargo, que en lugar de buscar soluciones partiendo de la falsa premisa de que internet promoverá una total y utópica revolución en el mundo político y luego tener que lidiar con la frustración de que no es así ni lo será, es preferible entender internet y las tecnologías de la información como herramientas que pueden ser utilizadas para refinar y ampliar la participación política. A partir de esta premisa, se puede discutir el mejor uso de esas tecnologías en la esfera política. 

Los diversos usos que los ciudadanos hacen de internet indican que aunque internet puede ser, como corroboran varios estudios, una herramienta particularmente positiva para la participación política – ya sea porque posibilita la exposición de opiniones e ideas, por la descentralización de la información, o por la capacidad de movilización social a través de las redes sociales –, nada garantiza que un ciudadano, al tener acceso a internet, participe necesariamente de manera más activa en política.

Lo esencial es incentivar iniciativas que permitan la inclusión y el acercamiento entre gobiernos y ciudadanos.

Si consideramos que la democracia representativa en América Latina debe seguir pautada en la lógica de representantes y representados, la pregunta que hay que hacerse es relativa al papel contributivo de internet y de las tecnologías de la información. En primer lugar, dichas tecnologías e internet, de manera general, son capaces de poner a disposición, de forma más abierta, la información del universo político, permitiendo que los ciudadanos expresen sus opiniones y críticas. Dado que el coste de conseguir información y de expresar críticas sobre los gobiernos disminuye, parece lógico que ello resulte en un impacto positivo en la participación política. 

Otro impacto considerable de internet en los sistemas democráticos representativos, especialmente en América Latina, es el de la reducción de los requisitos de representación, ya que internet y los medios de comunicación electrónicos pueden hacer crecer las voces de representantes de causas políticas y sociales mucho más cercanas a los grupos que afirman representar. Sin embargo, un posible problema en este caso sería el hecho de que estos "representantes" (en la acepción más amplia del término) no estarían sujetos a los mecanismos formales de control que sí existen en el caso de los representantes electos. 

En América Latina, en los últimos años, los ejemplos de soluciones no institucionales generadas por el uso de tecnologías que reducen los costos de participación política y proporcionan nuevas formas de representación se han multiplicado de manera significativa. Cabe señalar, por ejemplo, la plataforma brasileña Update Politics!, que se propone mapear iniciativas que buscan reducir la distancia entre la sociedad civil y el poder público. O también el proyecto de la Red de Innovación Política en América Latina, basado en la idea de la inclusión política, y la plataforma Asuntos del Sur, ambas responsables del lanzamiento, en 2017, de la publicación Recuperar la política, que presenta las agendas de innovación política en América Latina.

El proceso de desarrollo de unas democracias latinoamericanas más abiertas e inclusivas, con la ampliación de la participación política y con nuevas formas de representación, incide en la resolución de problemas estructurales, sociales e institucionales. Desde un punto de vista estrictamente político, parece claro que deben hallarse soluciones a los fallos del sistema. Por supuesto, las soluciones pueden funcionar mejor o peor, pero lo esencial es incentivar la experimentación de iniciativas que permitan la inclusión y el acercamiento entre gobiernos y ciudadanos. Internet y las tecnologías de la información pueden, sin duda, contribuir a ello. 

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