Esta zozobra ha hecho que temas clave como el cuidado del medio ambiente se hayan descuidado peligrosamente.
Según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP) citado más arriba, que es una iniciativa de la organización norteamericana sin fines de lucro Amazon Conservation Association, reporta que la deforestación en la Amazonía peruana ha alcanzado seis máximos históricos en los últimos 10 años. El análisis se basa en datos de la Universidad de Maryland, que lleva registros desde 2002.
La actividad ganadera y la agrícola son las principales impulsoras de la deforestación. Otras actividades ilícitas que perjudican al bosque tropical, son la minería de oro, la tala y los plantíos de coca.
Según Global Forest Watch, desde 2002 hasta 2021 Perú ha perdido 2.31 millones de hectáreas de bosque primario.
Ecuador, la frontera agrícola avanza
Ecuador, aunque está entre los 17 países más megadiversos del mundo, ha perdido recientemente una gran cantidad de bosques debido al aumento de las actividades humanas.
Según los últimos datos del Ministerio de Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE), cada año el país pierde un promedio de 94.353 hectáreas de bosque.
La causa más común de la deforestación es la expansión de la frontera agrícola. Ecuador, en casi 30 años, ha perdido más de 2 millones de hectáreas de bosque tropical. El 55 % del territorio ecuatoriano está conformado por bosques, pero ya cerca del 8 % se ha perdido por la deforestación.
La industria petrolera ha sido la gran impulsora de la deforestación y provoca catastróficos derrames en la selva ecuatoriana cotidianamente, como demuestra una investigación publicada recientemente en democraciaAbierta.
Punto de no retorno
Los bosques tropicales de América latina son grandes captadores de CO2. Si la deforestación sigue aumentando será difícil que el aumento de la temperatura global permanezca por debajo de los 1,5 grados centígrados que se estiman como un nivel viable para la vida humana en el planeta. Según los científicos Lovejoy y Nobre, si la deforestación alcanza el 20%, es probable que la Amazonía alcance un punto de no retorno, o tipping point, y se convierta en sabana, lo que cada vez es más está más cerca y sería catastrófico e irreversible.
La vida de las poblaciones amazónicas, clave para la conservación de la selva, es también cada vez más difícil, y a pesar de su movilización persistente, sufre ataques continuos y es víctima sistemáticamente de la violencia y de la impunidad que ampara a los sectores extractivistas.
Es responsabilidad de cada Estado determinar cómo frenar esta problemática que no solo afecta a la región y a sus pobladores, sino también al mundo entero que depende de la salud de los bosques tropicales, especialmente de la Amazonía, para poder sobrevivir tal y como lo conocemos ahora.