
Berta Caceres durante la 8ª marcha de las mujeres en 2013. Créditos: Daysi Flores/JASS. Todos los derechos reservados.
Hablé
con Berta Cáceres el día en que la mataron. Nunca imaginé que más adelante, este
año, estaría en Honduras participando junto a casi mil mujeres en una
manifestación una pidiendo justicia por su asesinato.
Ese día habíamos estado hablando de un taller que estábamos haciendo juntas sobre
curación colectiva y poder. La última cosa que me dijo fue: "Ten cuidado, compita." Ella nos
llamaba a algunos compita o compa, abreviatura de compañera, un
término político que usamos para un amigo en la lucha. No le importaba para
quién trabajases o de dónde vinieses. Cuando decía: "Esto es un compa, compa", quería decir: "Esta persona es
una de las nuestras, una aliada".
De vez en cuando, aún puedo oír su voz, y el hecho real de que se haya ido para
siempre se me antoja un sueño.
Han pasado ya nueve meses desde que fuera asesinada, y ahora el mundo lo sabe
todo sobre Berta Cáceres. Igual que sabemos que las hermanas Mirabal lucharon
contra el régimen controlado por Rafael Trujillo. un dictador cruel en la
República Dominicana, y fueron asesinadas por órdenes de su gobierno el 25 de
noviembre de 1960. Esta es la razón por la que conmemoramos cada año esa fecha en
todo el mundo como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer.
Berta fue una feminista extraordinaria, una activista ambientalista y una líder
indígena del pueblo Lenca en Honduras. Fue una organizadora y estratega
brillante, una maestra firme e inspiradora, y una verdadera internacionalista.
Berta reconoció que la lucha de las comunidades Lenca por proteger sus tierras
y sus ríos era en realidad una lucha global y, al mismo tiempo, supo sembrar el
amor por esa lucha en el corazón de cada persona con interactuada.
Durante más de una década, el Consejo
Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH) - el movimiento comunitario que ella co-dirigió,
organizó una comunidad tras otra, construyendo una red entre 200 comunidades
lencas con aliados por toda Honduras y en cada rincón del mundo. Es este
movimiento el que nos da la esperanza de que nuestro futuro pueda ser
diferente. Una de estas comunidades luchó durante años contra la construcción
de la represa Agua Zarca, un proyecto hidroeléctrico que habría destruido los
recursos hídricos, los medios de subsistencia y que habría desplazado a la
comunidad. Berta siempre supo que ganarían la batalla para salvar el río: el
propio río se lo dijo. Así fue como COPINH, junto con la gente de Río Blanco,
logró deshacerse de una enorme empresa china.
Después del golpe de Estado del 2009 en Honduras, cuando parecía que cada
centavo sería subastado (hoy hay ya 49 concesiones de explotación en tierra
Lenca), Berta recibió docenas de amenazas por su activismo, especialmente por
su defensa de la tierra y los recursos naturales en el territorio Lenca..
El 2 de marzo fue asesinada por su defensa del río Gualcarque. Y no es la
única. Honduras es el país más peligroso del mundo para los activistas
ambientales, según Global Witness. Entre 2010 y 2015, 109 personas murieron
allí por posicionarse contra las represas destructivas, la minería, la tala de
árboles o los proyectos agrícolas. De las ocho personas cuyas muertes fueron
reportadas en 2015, seis eran líderes indígenas.
Conocí a Berta y COPINH cuando era adolescente, y desde el año 2011 trabajé
estrechamente con ella y con otras compitas
para apoyar sus luchas y para crear y activar su plan de seguridad y
protección, mientras JASS y muchos otros aliados construyeron la Red Nacional de
Mujeres Defensoras de los Derechos Humanos en Honduras y la Iniciativa
Mesoamericana de Defensoras de los Derechos Humanos (IMD). El IMD es un
esfuerzo colaborativo de seis organizaciones que desarrollan estrategias de
creación de movimientos feministas para abordar las formas específicas de
violencia, estigma y sexismo a las que se enfrentan las defensoras de los derechos
humanos. Berta sobrevivió a todas las amenazas y hostigamientos imaginables -
que sería violada y asesinada, y que sus hijos serían violados y asesinados.
En 2012, mientras organizaba protestas contra la represa propuesta en el Río
Gualcarque, en la comunidad Lenca de Río Blanco, Berta fue recogida por un
camión de la policía, fichada y encarcelada, y acusada de posesión ilegal de armas.
Consciente de que estaba en peligro de ser asesinada o
"desaparecida", nos llamó, activando la red. En cuestión de horas,
toda Honduras, y más de 150 organizaciones internacionales y latinoamericanas,
comenzaron a llamar al Jefe de Policía para exigir su liberación. Transcurridos
sólo dos días, le permitieron irse a casa, aunque los cargos permanecieron.
Dimos la batalla legal, pero ella nunca estuvo realmente a salvo. Se hicieron
públicas nuevas acusaciones, cargos por comportamiento criminal y calumnias
sobre sus relaciones personales y su papel como madre. Fue difícil para ella,
pero su compromiso con la vida, con salvar el río, y con el activismo de
derechos humanos nunca flaqueó. Tampoco cesaron los ataques contra ella, hasta
el momento de su asesinato.
Cuando oí por primera vez que esta líder: mi amiga, mi maestra, una de mis guías políticas fue asesinada, no me lo creí. De hecho, no pude llorar hasta que regresé de la segunda manifestación montada para denunciar su asesinato. Vi graffitis que rezaban ¡Berta Vive! en un muro con su cara, justo allí, frente a mí, y me eché a llorar. Me pregunto que, si pueden matar a una activista de alto perfil como ella, ¿qué significará esto para el resto de nosotros, para los miles de otros activistas en Honduras que se juegan la vida todos los días para exigir justicia y respeto por los derechos de las personas y para proteger el planeta?


Manifestación de mujeres exigiendo justicia para Berta. 25 de noviembre de 2016. Crédito: Daysi Flores/JASS.Hoy, nueve meses más tarde, en esta manifestación, he descubierto que... ¡su voz se ha convertido en millones! Su asesinato nunca será olvidado. Delo mismo modo que no lo han sido las hermanas Mirabal, que se oponían a la dictadura en la que vivían, y que fueron asesinadas por su activismo y se convirtieron en símbolos de la resistencia, tanto popular como feminista. En este siglo, cuando nos enfrentamos a una dictadura global de la que se encargan distintos actores, Berta encarna tres resistencias diferentes: anti-patriarcal, anti-racista y anticapitalista. Gracias a que Berta fue una de las defensoras de derechos humanos más reconocidas de Honduras, su asesinato atrajo la atención mundial, incluso en un país tan violento como el nuestro. En 2015, Berta recibió el prestigioso Premio Ambiental Goldman que honra a los activistas de base. Ella y COPINH cuentan con muchos aliados alrededor del mundo gracias a su participación activa en tantos asuntos importantes para los pueblos indígenas y para Honduras. El poder de su historia y las vastas redes vinculadas a ella y COPINH desencadenaron una explosión de activismo tras su asesinato, movilizando a ambientalistas, feministas, líderes de derechos indígenas y defensores de los derechos humanos en todo el mundo, quienes siguen llamando - con un poderosa voz colectiva - a que los responsables rindasn cuentas, y para que se ponga fin a la construcción de presas y a otros proyectos que amenazan la vida de las personas. FMO, los inversores holandeses en el proyecto de la presa de Agua Zarca, anunciaron a principios de este año la suspensión de todas las actividades y, después de una misión de investigación, decidieron buscar lo que llaman "una salida responsable del proyecto". Sin embargo, esta comisión de un millón de dólares entregó en septiembre un informe sobre el proyecto Agua Zarca que omitió pruebas y no abordó adecuadamente la cuestión clave del consentimiento fundamentado previo. Dos semanas después de su asesinato, JASS trabajó con muchos grupos y donantes internacionales para reunir a una delegación de defensoras hondureñas a la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de ONU Mujeres. La delegación, que incluyó al co-coordinador de COPINH, fue encabezada por Bertha Zúñiga Cáceres, hija de Berta, quien testificó ante el plenario el 18 de marzo. Las hijas de Berta (Laura y Berta) en el río Gualcarque en el 23 aniversario de COPINH, 27 de marzo de 2016. Crédito: Daysi Flores / JASS.En su testimonio, Bertha Z. Cáceres pidió la creación de un grupo de expertos independientes, apoyado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para investigar el asesinato de su madre y para que el gobierno hondureño tome medidas para poner fin a una cultura de impunidad. Recibió una ovación de pie. El viaje a Nueva York fue la primera visita internacional dirigida por Bertha Z. Cáceres, COPINH y otros líderes de la justicia hondureña. Desde entonces, ha habido otras dos delegaciones en Estados Unidos y una gira completa por Europa. Cinco hombres han sido acusados del asesinato de Cáceres, incluyendo a un empleado de nivel medio de Desarrollos Energéticos (DESA), la empresa hondureña que lidera el proyecto de la presa. A pesar de nuestros mejores esfuerzos, Cáceres no podía ser protegida en todo momento. Pero las personas que trabajan para proteger el medio ambiente y sus comunidades no deben necesitar protección. El gobierno hondureño debe aclarar su papel en la persecución sistemática de líderes indígenas y ambientales bajo su vigilancia.
Debe
terminar con la destrucción sin control de tierras pertenecientes a pueblos
indígenas. Debe poner fin a la persecución y criminalización de los activistas
que exigen justicia y democracia, y empezar a escuchar a las comunidades locales
que tienen sus propias propuestas sobre cómo mejorar sus propias vidas y, al mismo tiempo, proteger el planeta. A esta
idea Cáceres la llamaba "el poder
del pueblo".
El asesinato de Berta Cáceres y de otros miembros de COPINH ha provocado una
enorme respuesta de solidaridad internacional y un impulso a la justicia en
todo el mundo, además de poner en primer plano la responsabilidad de los
gobiernos, bancos y corporaciones en violaciones de derechos humanos contra
comunidades que defienden sus territorios y recursos naturales. Sobre la base de la
experiencia del JASS, acompañando a la familia de COPINH y Berta, hemos vivido las continuas violaciones contra la comunidad
Lenca y las defensoras de los derechos humanos en Honduras y el poder de la
solidaridad internacional.
Nueve meses más tarde, la reclamación de justicia no se ha enfriado, a pesar
del robo del expediente del asesinato de Berta Cáceres y de los escasos
resultados en su causa. Numerosos grupos de derechos humanos, tanto en Honduras
como internacionalmente, han pedido una investigación independiente. Las hijas de
Berta, las amigas y las organizaciones han estado incansablemente exigiendo
justicia para ella y para todos los
defensores de los derechos humanos que se enfrentan a diferentes tipos de
amenazas -incluida la muerte- solo por hacer lo que tienen derecho a hacer. Es
por eso que todos hemos acogido con satisfacción la creación de un Grupo Asesor Internacional de Personas
Expertas (GAIPE) para apoyar y proseguir la investigación del
asesinato de Berta Cáceres Flores y el intento de homicidio del defensor de
derechos humanos Gustavo Castro Soto.
El 25 de noviembre de este año, en las calles de esta peligrosa ciudad
(Tegucigalpa) miles de mujeres exigían justicia para Berta, no sólo porque el
COPINH ha sido cada vez más blanco de ataques, sino porque la demanda de
justicia para Berta es la demanda de todos nosotros. Sabemos que cualquiera de
nosotros puede ser el siguiente. Pero a pesar del temor al que nos enfrentamos cada
día, oír el coro de voces de un grupo de adolescentes cantando Berta Cáceres Flores vive en el corazón de
todas las rebeliones, allí mismo, en esas calles, mantiene unidos nuestros corazones
y nos da el valor para gritar el lema del que se ha hecho eco todo el mundo:
"Berta no murió; se multiplicó".
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