
Asunción Mauricio Macri. Magalí Iglesias/Flickr. Some rights reserved.
Soplan vientos de cambio en Argentina. Mauricio Macri tomó el bastón presidencial que tenía Cristina Fernández de Kirchner el 10 de diciembre y, de esta manera, un gobierno de centro derecha tomó el relevo de uno de izquierdas, dando por concluidos doce años de Kirchnerismo: un populismo Estado-céntrico ha sido reemplazado por un utopismo de libre mercado. De manera típicamente argentina, la mitad del país ha dado la bienvenida a estos nuevos aires mientras la otra mitad se lamenta. El tiempo nos dirá cuál de las dos mitades estaba equivocada, no que vayan a poder ponerse de acuerdo entre ellas.
Si bien tuvo lugar pacíficamente, el traspaso de poderes presidencial vino condicionado por oscuras maniobras políticas. Los desacuerdos empezaron con la discusión sobre dónde debería tener lugar la ceremonia de traspaso de mando — o en la Casa Rosada, o en el Senado — y se prolongaron con la disputa sobre cuándo exactamente terminaba el mandato de la presidente saliente. Esto último, tras la iniciativa del nuevo presidente electo, fue dirimido por un tribunal, que dictaminó que oficialmente Fernández de Kirchner acababa su mandato a las 23.59 del 9 de diciembre. El diálogo se rompió tras este dictamen y CFK, como se la conoce en círculos políticos, se ausentó de las ceremonias oficiales del 10 de diciembre, mientras que fue el presidente provisional del Senado, Federico Pinedo, el encargado de dirigir el acto inaugural de la nueva presidencia.
De un modo inconfundiblemente argentino, la mitad del país acusa a Macri de protagonizar esta farsa, mientras que la otra mitad hace responsable de ella a Fernández de Kirchner. Entre tanto, la prensa internacional ha tenido su día de fiesta viendo cómo la “reina del bótox” se retiraba a sus cuarteles de invierno, en el sur del país. El espíritu no-beligerante de Macri, al mismo tiempo, parece haber agradado a editores y acreedores de medio mundo.
Pero todo esto, más allá de la inclinación ideológica de cada quien, debería ser considerado anecdótico. Lo que aquí importa — para cualquier argentino que se acuerde del presidente Fernando de la Rúa escapándose de la Casa Rosada en helicóptero en 2001, o de los cuatro presidentes que le sucedieron en menos de dos semanas —, es que el traspaso de mando no haya tenido mayores consecuencias, por lo menos en apariencia, ya que una oscura maniobra política de distinto signo y de mucho mayor calado, a la vista de sus posibles implicaciones, estaría también teniendo lugar ahora mismo.
Desde el primero de Diciembre, la web del periódico Página 12 está sufriendo cyber ataques — sólo era accessible a través de una web-espejo, por lo menos durante la mayor parte de las dos últimas dos semanas. A partir del 12 de diciembre, lo mismo ocurrió con la página de Diario Registrado. Por lo menos en el caso de Página 12, todo parece indicar que sufrió un ataque DoS (ataque de denegación de servicio), con la página registrando un tráfico veinte veces superior al habitual. El hecho de que ambos diarios hayan venido apoyando abiertamente al gobierno kirchnerista, y de que sean diarios opositores a partir del día 10 de diciembre, levanta no pocas sospechas.
Organizaciones argentinas han hecho oír su preocupación por estas “interferencias”, entre ellas la Asociación de Entidades de Periodismo Argentino (DEPA), el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA), la Fundación Libertad de Expresión. Democracia (LED) y el PEN Argentino.
La cobertura limitada de los hechos en la prensa Argentina es, por otro lado, un claro recordatorio de la compleja relación existente entre los medios argentinos y las instituciones democráticas del país. El intento de acabar con el cuasi-monopolio de los medios existente en Argentina, donde unos cuentos nombres clave controlan casi todo el mercado fue, después de todo, uno de los motores de la actuación del gobierno kirchnerista. Este intento fue presentado muy a menudo como autoritario por la prensa y los políticos opositores, incluso si, durante los últimos doce años, en ningún caso “desaparecieran” diarios en el país. En este escenario cuasi-monopolístico — en que la mayoría de los medios van a estar apoyando al nuevo gobierno — la ausencia de estas dos voces opositoras, en lo que durase, ha sido un serio ataque a la libertad de prensa argentina.
En el momento de escribir, el acceso a la página del Diario Registrado continuaba siendo inaccesible. En cualquier caso, se ha iniciado una investigación sobre el hackeo a Página 12 y la página ya está funcionando sin problemas, por lo menos cuando se accede a ella desde fuera del país.
Seria engañoso sugerir que el gobierno de Macri es, de alguna manera, culpable de estos ataques. Pero es lógico esperar algún tipo de confirmación oficial de que Argentina no estará regresando a la vieja y oscura tradición de silenciar a medios opositores, esta vez por vía digital.
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