Al llegar a sus destinos los riesgos, aunque menores, no son inexistentes. La OIM y Provea han señalado la preocupación e incomodidad de algunas autoridades y de la población receptora, con respecto a la presencia indígena venezolana, lo cual ha ocasionado focos de xenofobia y violencia.
Ambas organizaciones advierten, también, que las indígenas migrantes podrían ser víctimas de indigencia, explotación laboral y pueden ser regresadas a Venezuela sin el debido cumplimiento de las normas legales. Corren un riesgo mayor de ser sometidas a la prostitución y al abuso de menores, al ser una minoría étnica y lingüística, y dada la cercanía de sus albergues a redes de tráfico humano.
A esto se suman dificultades anteriores a la crisis migratoria. Históricamente, en los países de acogida, la relación con sus pueblos indígenas ha sido compleja, especialmente, debido a los persistentes estereotipos, cuyo origen se remonta a las políticas sistemáticas de asimilación, de acuerdo a la OIM.
Por todas estas razones, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU recomienda a las autoridades sancionar la xenofobia y el racismo en contra de migrantes, y adoptar un enfoque de genero, mientras que la OIM sugiere, en particular, adaptar la atención de las migrantes indígenas a su condición de minoría étnica, lingüística y de género.
Los pueblos indígenas gozan de derechos fundamentales como el derecho a una vida libre de discriminación y violencia, y el derecho al libre tránsito y a la asistencia.
Gozan, además, de derechos especiales relacionados con su identidad indígena binacional — venezolana y colombiana, por ejemplo — tales como el derecho al trato igualitario y no asimilacionista, a la tierra y a la autonomía.
A pesar de las dificultades, las indígenas migrantes afirmaron a ACNUR, en 2018, que su nueva situación en Brasil y Colombia es mejor que la que vivían en Venezuela, ya que logran aliviar sus necesidades básicas, gracias a la coordinación entre los Gobiernos y organizaciones. Sin embargo, actualmente, más de 100.000 familias indígenas en Colombia se enfrentan a nuevos riesgos, frente a la pandemia del COVID-19.
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Este artículo fue publicado originalmente en Global Voices. Ver el original aquí.
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