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¿Puede India ser un líder internacional de derechos humanos?

Como una economía emergente con una fuerza de trabajo en crecimiento, India cree que debe tener voz en los asuntos internacionales. Nadie está en desacuerdo. Pero entonces, en asuntos cruciales de política exterior, India debe tomar iniciativas que puedan buscar terminar con el sufrimiento humano. English, हिंदी, 中国语文

Meenakshi Ganguly
21 junio 2013
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Flickr/Ramesh Lalwani. Some rights reserved.

Mumbai: Mucha gente en la India piensa que como poder emergente, su país tiene un rol cada vez mayor en los asuntos mundiales. El gobierno busca tener un perfil global, al asociarse con otras naciones a través de un vertiginoso conjunto de organizaciones y asociaciones internacionales que parece provenir de un juego de Scrabble: BRICS, CHOGM, ASEAN, IBSA, SAARC, NAM, IOARC, sólo por nombrar algunas.

La clase dirigente de la política exterior de India también cree que el país merece un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Nueva Delhi se ha convertido en una parada imprescindible para casi todos los líderes importantes del mundo, usualmente acompañados por negocios que buscan oportunidades para aprovechar el vasto potencial del mercado indio. Además, casi todos ellos dicen apoyar que India tenga un puesto permanente en el Consejo de Seguridad.

Sin embargo, aún no es claro qué haría India con un papel de liderazgo internacional. Hasta la fecha, no ha hecho uso de las organizaciones intergubernamentales para promover el respeto a la democracia y los derechos humanos en el exterior. Por el contrario, el gigante asiático se caracteriza por no tomar partido en los asuntos clave. Raramente vota a favor de resoluciones sobre los derechos humanos en países específicos (aunque su voto sobre Sri Lanka fue una excepción bienvenida en los últimos dos años). Su reciente término de dos años en el Consejo de Seguridad fue visto en general como una decepción en los círculos de política exterior. India se abstuvo en los temas difíciles de paz y seguridad internacional, aun cuando había civiles que corrían riesgos graves; un parálisis político que no ha ayudado a la posición del país.

Quizá la democracia más establecida en el mundo en vías de desarrollo, India tiene el potencial de desempeñar un rol poderoso en la escena internacional como promotor de la democracia y los derechos, y así crear una causa común con las personas oprimidas y marginadas del mundo. India quiere defender la soberanía de las naciones, pero debe hablar de los derechos de los ciudadanos, no de las acciones de los gobiernos.

Mas, en años recientes, no ha dado pasos significativos en esa dirección.

A pesar de su poder económico en crecimiento y su ventaja como un donante internacional, India solamente parece tener una visión clara de lo que no quiere hacer. Se abstiene de participar en iniciativas dirigidas por occidente que considera agresivas. También resiste acciones que según su percepción son incompatibles con su agenda estratégica hacia China.

Con una influencia internacional cada vez mayor, Nueva Delhi parece haber adoptado la política selectiva de China de promover la no intervención en los “asuntos internos” de otros estados. Su política exterior destaca los compromisos bilaterales y la “diplomacia discreta”. Los expertos expresan desconfianza sobre las acciones internacionales para hacer frente a las violaciones de derechos humanos por el estado, y señalan, con razón, que los países más pequeños y vulnerables suelen ser el blanco, mientras que las potencias principales y los países favorecidos por occidente están protegidos ante las medidas internacionales. Nueva Delhi se ve a sí misma como defensora de los gobiernos de estados en vías de desarrollo que creen que sus antiguos amos coloniales, después de haber destruido economías y creado divisiones comunitarias en las colonias para obtener ganancias económicas, ahora están imponiendo estándares que ellos mismos violaron por siglos.

Tradicionalmente, los europeos y los norteamericanos han llevado el liderazgo de la diplomacia bilateral y multilateral para la protección de derechos humanos en el mundo. Este poder provino de su capacidad económica para invertir en el extranjero, proporcionar servicios de ayuda, comerciales y financieros, y utilizar su fuerza militar, así como de afiliaciones culturales e históricas.

India ahora está obteniendo los recursos e influencia para desempeñar un papel de liderazgo positivo. Y si no está de acuerdo con el enfoque intervencionista, de todas maneras tiene que ofrecer alternativas. En este momento, la democracia más grande del mundo tiene la oportunidad de dirigir y apoyar los esfuerzos de los países del sur global para persuadir y presionar a los gobiernos abusivos.

Una señal de esperanza es su reciente voluntad de alzar la voz sobre Sri Lanka. Después de muchos años de “diplomacia discreta” que no tuvo impacto, India se sumó a los otros países en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que exigen una rendición de cuentas tanto del gobierno como de los Tigres de Liberación de Tamil Eelam (LTTE). Ha apoyado las resoluciones del Consejo de Derechos Humanos sobre Sri Lanka de 2012 y 2013. En su declaración de 2013 en apoyo a la resolución, el enviado de India notó “el progreso inadecuado de Sri Lanka” y pidió “una investigación independiente y creíble sobre los alegatos de violaciones de derechos humanos y pérdida de vidas de civiles”.

India tiene que superar algunos retos cruciales para cumplir con sus expectativas de política exterior. Tiene un cuadro diplomático muy pequeño, así que con frecuencia está mal equipada para taclear las situaciones del país. La sociedad civil en India raramente participa en o informa el discurso sobre política exterior. Los escasos centros de estudios y universidades que tratan estos temas tienen poca influencia sobre el sistema de política exterior. India también tiene que enfrentar el creciente rol de China en el ámbito mundial. Hasta ahora su política exterior, en gran parte, se ha enfocado en las preocupaciones estratégicas. Han enfrentado tres guerras con Pakistán y una con China. Pakistán sigue siendo fuente de ansiedad por los grupos militantes que están basados en y apoyados por algunos miembros de la clase dirigente. Pero China, con una presencia cada vez mayor en la región, incluso en algunos puertos en Pakistán, Sri Lanka y Birmania, es el país al que están vigilando los expertos. China rechaza activamente los derechos humanos para proteger su comercio e inversión extranjeros, y actuó estratégicamente en Birmania para sacar provecho de la decisión de India de cortar lazos con la junta después de la detención de Aung San Suu Kyi. La clase dirigente de India cree que si desarrolla un enfoque basado en principios hacia los asuntos exteriores, China volverá a aprovecharlo para su propio beneficio.

Por el contrario, India debe reconocer que es muy poco probable que tenga el capital para competir con China en la “diplomacia de chequera”. Como democracia, corre un riesgo al apoyar abiertamente a dictaduras y regímenes que siguen en el poder a través de la opresión.

India ha tenido oportunidades para distinguirse en el escenario internacional. En Siria, un equipo de IBSA (India, Brasil y Sudáfrica) se reunió con el gobierno de Bashar Al-Assad en 2011 para pedir que se protegieran los derechos humanos. Assad admitió “algunos errores” y prometió hacer cambios. Pero IBSA no dio seguimiento ni ejerció presión para terminar con las violaciones de derechos humanos. Dos años después, alrededor de 80,000 personas han muerto, casi cuatro millones fueron desplazadas, y los esfuerzos internacionales para negociar la paz, la asistencia humanitaria y la rendición de cuentas están paralizados.

En Sri Lanka, India eligió la diplomacia privada para hacer frente a las preocupaciones acerca del peligro para los civiles durante la conclusión brutal de la lucha entre las fuerzas militares y los Tigres de Liberación de Tamil Eelam. Un informe del Panel de Expertos de las Naciones Unidas expresa que es posible que 40,000 civiles hayan muerto durante los últimos meses de la guerra, principalmente a causa de los bombardeos indiscriminados por parte del gobierno. Si el gobierno de India hubiera levantado objeciones fuertes y tempranas a la manera en que el gobierno de Sri Lanka conducía la guerra, se pudieron haber salvado muchas vidas civiles.

Irónicamente, cuando India tenía una influencia mucho menor en la comunidad global, tomó posiciones más fuertes sobre asuntos contenciosos. En 1959, mientras aún era una nación muy joven, India dio asilo al Dalai Lama. Esto continua siendo un punto amargo en las relaciones de India con China, pero el gobierno tibetano en exilio aún está basado en India, junto con casi 100,000 refugiados tibetanos. India fue una de las principales voces que se opusieron al apartheid en Sudáfrica. En su propia región, a principios de la década de 1990, India promovió la democracia en Bangladesh y Nepal. Nueva Delhi criticó fuertemente al régimen militar birmano en sus primeros días, cuando Aung San Suu Kyi estaba siendo perseguida. 

Hoy, India tiene la oportunidad de alinear sus intereses con los de las personas oprimidas del mundo que cada vez más exigen dignidad y respeto a sus derechos básicos. India no debe dudar en alzar la voz a favor de los derechos de las personas en otras partes del mundo y tratar de poner fin a su sufrimiento. Debe responder a las expectativas de que al ser una democracia, India, a diferencia de China, promoverá los derechos humanos.

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