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#Venezuela2019: ¿Qué nos trae la posesión de Maduro?

Este 10 de enero, al asumir un nuevo mandato (2019-2025), Maduro encuentra un país al límite de sus fuerzas. Tras unas elecciones calificadas de ilegítimas y una creciente presión interncional, las dificultades se multiplican.

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9 enero 2019
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Crisis migrante en la frontera entre Venezuela y Colombia, 2015. Fuente: Wikimedia commons

El día de la muerte de Hugo Chávez, el 5 de marzo de 2012, Nicolás Maduro se convirtió en el presidente de Venezuela. Hijo de un sindicalista, Maduro empezó su carrera trabajando como conductor de autobuses para la compañía del metro de Caracas. Y ascendió desde un humilde origen en un barrio obrero del extrarradio, a la cima del poder en una Venezuela desde siempre gobernada por las oligarquías hasta que llegó Chávez a cambiarlo todo. 

La gestión del legado de un líder carismático de la talla de Chávez nunca es fácil, pero bajo Maduro el país vivió una deriva autoritaria. A partir de marzo del 2017, cuando una crisis institucional y económica profunda llevó a muchos miles de venezolanos a protestar en las calles, la represión violenta de las protestas dejó más de 100 víctimas mortales, miles de heridos y un país traumatizado. El espejo de un gobierno democrático siempre a favor de la ciudadanía se había roto.

Maduro reaccionó, disolvió la Asamblea Nacional recién electa y asumió todo el poder para encargar la redacción de una nueva constitución, nombrando una Asamblea Constituyente 100% hecha de afectos al régimen, siempre leales a los designios bolivarianos del líder.

Pero devorada por numerosas crisis que alcanzan dimensión catastrófica, Venezuela se ha convertido ya en un Estado casi fallido que provoca inestabilidad no sólo en casa, sino en toda la región y constituye uno de los principales desafíos para la democracia en 2019. Éstos podrían resolverse en dos sentidos. 

O bien la presión internacional y las fracturas internas finalmente convencen a Maduro de que abandonar el poder es lo más sensato, o bien la represión interna, el músculo de la retórica bolivariana, y los contratos petroleros (si el precio internacional del crudo no continúa su caída) le alcanzan para mantenerse lo suficientemente fuerte como para seguir gobernando, a pesar de casi todo y contra casi todos. 

Venezuela se ha convertido en un Estado casi fallido que provoca inestabilidad en toda la región

Desgraciadamente, la opción reformista, que contempla una transición negociada con la oposición y con mediación internacional, casi no tiene hoy valedores.

Este 10 de enero, al asumir un nuevo mandato (2019-2025), Maduro encuentra un país al límite de sus fuerzas. Además, tras unas elecciones en mayo que fueron consideradas ilegítimas por la comunidad internacional, las dificultades para asegurar la gobernabilidad se multiplican. Ante esta situación, insostenible, empiezan a moverse algunas fichas políticas, que conspiran para precipitar el fin abrupto de Maduro. 

Ante este escenario incierto, y hasta peligroso ante la escalada retórica de la confrontación, ¿qué podemos esperar para Venezuela en el 2019?

El éxodo masivo podría aumentar

Según diversas organizaciones y la propia ONU (ACNUR, OIM), desde que estalló la crisis habrían salido de Venezuela más de 3 millones de personas. Se trata de la mayor diáspora conocida de América Latina, que incluso podría acelerarse en las próximas semanas ante la nueva posesión de Maduro. Según observadores internacionales, esta cifra de venezolanos huidos del país podría dispararse hasta sumar más de 5 millones para final del 2019. 

Esta presión migratoria hacia los países vecinos es enorme. La falta de soluciones regionales integrales, y de acuerdos entre Colombia, Ecuador y Perú es alarmante. La realidad es que el acceso a servicios sociales fundamentales y a los mercados laborales internos, este flujo multitudinario seguirá alimentando una maraña de vulneración de derechos y de precariedad, multiplicando el sufrimiento para millones de historias personales, que huyen en busca de un lugar donde sobrevivir. 

El éxodo venezolano podría dispararse hasta sumar 5 millones de personas para finales del 2019

La presión internacional aumenta

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Frontera Brasil-Venezuela. Fuente: Flickr

El año ha iniciado con una decisión trascendental. El Grupo de Lima, una instancia multilateral establecida en Agosto del 2017 para buscar una salida pacífica a la situación en Venezuela, reunida el 5 de Enero (con representantes de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía) emitió un mensaje político contundente al no reconocer la legitimidad del nuevo periodo presidencial que se abre en Venezuela y pedir que se suspenda la posesión de Maduro. 

Cabe recordar que Maduro toma posesión delante de la Corte Suprema, controlada por él mismo, y no de la Asamblea Nacional, como sería lo institucionalmente correcto, puesto que ahi reside la  soberanía nacional por más que la mayoría hoy la ostente la oposición. Es esta una prueba más de cómo su régimen está rompiendo las costuras del sistema democrático, aunque se alegue que el procedimiento está contemplado por la actual constitución.

Trece de los países del Grupo de Lima (la excepción esta vez es México) anunciaron medidas más drásticas como la retirada de embajadores, el aislamiento político e inclusive limitaciones económicas, como prevenir a determinados emprresas e individuos venezolanos el acceso a sistemas financieros en estos países, o congelamientos de activos y fondos. 

Por su parte, el nuevo gobierno en Brasil prepara el endurecimiento de las fronteras y de las relaciones comerciales. Bolsonaro intentará liderar una coalición americana contra Maduro, y se muestra decidido a unir fuerzas con Trump para generar un eje de derecha en la región que acabe por asfixiar el gobierno bolivariano de Venezuela. En este sentido, se suma a la línea dura contra Maduro acordada por el presidente colombiano en Estados Unidos desde su llegada al palacio de Nariño en Julio, y que ojalá no vaya hacía más.

Bolsonaro intentará liderar una coalición americana contra Maduro, y se muestra decidido a unir fuerzas con Trump

Los derechos humanos seguirán siendo socavados

Pero la presión exterior no aliviará previsiblemente la continua vulneración de los derechos humanos en un país que, según la FAO, experimenta el mayor incremento de la subalimentación y en el que el hambre y la falta de medicinas se han convertido en las principales razones para huir del país. 

Con detenciones arbitrarias, periodistas y medios de comunicación censurados y una libertad de prensa bajo mínimos, parece que la vulneración de derechos ha tocado fondo mientras las operaciones de ayuda humanitaria encuentras dificultades insalvables.

No parece que el rumbo emprendido por Maduro vaya ahora a virar repentinamente con este nuevo mandato. Tampoco está claro si existen elementos suficientes, interna y externamente, como para detonar una salida final del mandatario.

Más bien parece que el régimen sufre una cubanización profunda, y los vínculos que mantienen aliados como China y Rusia, con intereses geoestratégicos en la región y apetito por las riquezas petrolíferas y minerales del país (níquel, bauxita, titanio), y lo que queda del "espiritu bolivariano" en la región, puede que ayuden a mantener el frágil equilibrio interno unos años más. 

La vulneración de derechos ha tocado fondo mientras las operaciones de ayuda humanitaria encuentras dificultades insalvables

Pero sin una reforma a fondo, la salida parece difícil. La inflación superó hace tiempo el 1.000.000%, (el FMi prevé que la inflación se dispare hasta el 10.000.000 % en 2019, y la economñia caiga un 5%). Al mismo tiempo, la tasa de muertes violentas es de 81,4 por cada 100.000, los productos básicos escasean, los servicios públicos se deterioran sin remedio y la gente sigue sin medicamentos.  

Aunque la situación parece insostenible, no parece que Maduro vaya a aprovechar el mandato que ahora asume para abrirse a negociar un plan de contingencia que salve a los venezolanos, que viven en uno de los países con más recursos naturales de la región.

Es cierto que le faltan aliados, aunque la presión exterior, junto a una pinza entre Brasil, Colombia y Estados Unidos, puede resultar contraproducente, porque el enemigo exterior siempre cohesiona el patriotismo de la dignidad y de la resistencia. 

No hay duda de que, si se produce -o se provoca, según se vio en el episodio del supuesto ataque con drones- una agresión, la épica marcial del chavismo llamará a resistir y cerrar filas. El aislamiento interncional, y la retórica de ser víctimas de la "persecución" del imperialismo, proporciona la épica necesaria para para la rebeldía heroica de David contra Goliat. A esto se apresta Maduro, cuya suerte, sin embargo, parece hoy demasiado incierta.

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