
Portada Tiempo Argentina. Algunos derechos reservados.En las primeras horas de la madrugada del lunes, una patota (grupo violento) de al menos veinte personas irrumpió en la redacción del diario Tiempo Argentino, agredió a tres empleados y destrozó equipos y documentación, según informaron los trabajadores del medio. Uno de los agresores se presentó como Mariano Martínez Rojas, un empresario que asegura ser el comprador del diario que fuera propiedad de la sociedad entre Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, y que los trabajadores, tras cinco meses de no percibir su salario, convirtieron en cooperativa a principios de abril.
Fueron varias horas de tensión para el centenar de trabajadores que, bajo una torrencial lluvia, se acercaron a defender su fuente de trabajo ubicada en pleno barrio de Palermo; horas de escuchar cómo el grupo de matones rompían computadoras, servidores, cables y destrozaban el sector administrativo y las pertenencias personales de los trabajadores. Mientras, afuera, la policía observaba todo sin intervenir. Tras muchas idas y vueltas, lo que incluyó el ingreso de los trabajadores luego de forzar una puerta lateral del edificio y varias carreras sobre el techo de las casas vecinas, los violentos abandonaron el lugar custodiados, irónicamente, por las fuerzas policiales.
Ya en horas de la mañana los trabajadores pudieron reingresar a la redacción, donde encontraron un escenario estremecedor: documentos desparramados por los pisos, cables atravesándolo todo, mampostería rota y el polvo de los extintores de incendio envenenando una enrarecida atmósfera.
Tiempo atrás
Sergio Szpolski es una de los protagonistas de esta historia: un hombre de negocios que tiene en su haber la fraudulenta quiebra del Banco Patricios en 1998. Tras varios intentos, comenzó su ascenso meteórico como titular de medios de comunicación cuando en 2004 compró la revista Veintitrés, nombre que luego daría a su holding mediático. Al calor de la pauta oficial, continuó creando o comprando medios y llegó a ser candidato a intendente del partido de Tigre (ubicado a 31 kilómetros al noroeste de Buenos Aires) por el entonces oficialismo en las elecciones que tuvieron lugar en el 2015.
Tiempo Argentino, mientras lo dirigió Szpolski, tuvo una férrea línea oficialista, al igual que todo el Grupo Veintitrés (que incluyó varias revistas, diarios de distribución gratuita y hasta un canal de televisión de pago). Así, se convirtió en aliado del kirchnerismo en el poder en su lucha contra el inmenso poder de fuego del grupo Clarín, dueño de la mayor parte de los medios de comunicación de la Argentina. Un aliado inconveniente y por demás ineficaz, que fue y es acusado de tener relaciones con los servicios de inteligencia argentinos: además de Szpolski y Garfunkel, se presume que los otros dueños del holding eran Darío Richarte -ex número dos de la agencia de inteligencia local durante la presidencia de Fernando de la Rúa y abogado del macrista presidente de Boca Junior, Daniel Angelici-, y Javier Fernández -auditor general de la Nación desde 1999 y denunciado como el operador judicial del pasado gobierno-.
Luego de la derrota del candidato presidencial kirchnerista Daniel Scioli en noviembre de 2015, y la asunción en diciembre del presidente conservador triunfante, Mauricio Macri, la política de medios dio un giro de 180 grados y el grupo Veintitrés se quedó sin pauta oficial. Szpolski y sus socios pusieron los pies en polvorosa tras una pantomima de venta de gran parte del grupo a un supuesto empresario oriundo de la provincia de Corrientes sin experiencia en medios de comunicación: el violento protagonista del comienzo de esta historia, Martínez Rojas.
El grupo Veintitrés, según se desprende de documentos oficiales, recibió entre los años 2009 y 2015 la friolera suma de (casi) 815 mil millones de pesos (unos 53 millones de dólares al cambio actual). ¿Qué sucedió con ese dinero? ¿Por qué, a pesar de las denuncias, no se lleva a cabo una investigación seria? De los cruces de nombres mencionados en el párrafo anterior surge la respuesta: a pesar de haber caído económicamente en desgracia, Szpolski sigue teniendo amigos poderosos, con llegada a las altas esferas del poder.

Ataque al Tiempo Argentino. Algunos derechos reservados.
Un gremio conmocionado
Como suele ocurrir en estos casos, los primeros perjudicados fueron los trabajadores, que dejaron de cobrar sus salarios en noviembre de 2015; este hecho los llevó a constituirse en cooperativa, con la venia de la justicia y el gobierno nacional -que, sin embargo, no hizo demasiado para obligar al desaparecido dueño a pagar sus deudas-. “Los que dicen que nos lo merecemos por trabajar para Szpolzky no entienden que los trabajadores de prensa no elegimos dónde desarrollar nuestra profesión y que, por lo general, los intereses de los empresarios y los de los trabajadores están en veredas opuestas", apunta el delegado sindical de los trabajadores del diario y periodista Randy Stagnaro, en conversación con DemocraciaAbierta.
La repercusión que tuvo el violento ataque, tanto en medios nacionales como internacionales, movilizó al gobierno de Macri a llamar a una reunión de emergencia con los trabajadores en el Ministerio de Trabajo. “Si los medios no cubrían y nosotros no veníamos 100 compañeros acá a las 2 de la mañana bajo la lluvia e intentábamos nosotros entrar a la redacción, la policía hubiera dejado a esta gente adentro mientras se escuchaba desde afuera cómo iban rompiendo cosas”, resume vía telefónica Javier Borrelli, presidente de la cooperativa Por más tiempo.
Tanto el poder ejecutivo nacional como el de la Ciudad de Buenos Aires condenaron el ataque sufrido por el diario. Y, sin embargo, Yamil Santoro, un funcionario junior de la Ciudad -subgerente operativo de Comunicación Social-, declaró a través de Twitter que el conflicto entre empleados y empleadores es un “conflicto entre privados”.
En este sentido, Stagnaro subrayó que lo que está en peligro, con sucesos como los de la madrugada del lunes, es la libertad de prensa. “Los que se toman a la ligera esta amenaza a la libertad de expresión son frívolos”, dijo. Esperan, según Borrelli, que “el Estado intervenga de manera más activa y que responda a los reclamos de los trabajadores en la defensa del derecho al trabajo y en la defensa del derecho a la comunicación”.
Una tal intervención sería todo un cambio en la relación que el gobierno nacional tiene con el diario cooperativista. De hecho, tras una investigación publicada por el semanario acerca de la sociedad que pertenece al presidente Macri, Fled Trading S.A., con domicilio en Bahamas, y que forma parte del escándalo conocido como Panama Papers, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, dudó de la fuente de la investigación. “No es la que más respeto me genera”, declaró el pasado 9 de mayo.
El director de la carrera de Comunicación Social de la Universidad de Buenos Aires, Diego De Charrás, pondera lo ocurrido como “una situación de extrema gravedad, con el agravante de que se trata de un medio que ha desarrollado una experiencia autogestora, luego de que un propietario ha llevado a cabo un vaciamiento de la empresa”.
Mientras tanto, hoy la cooperativa Por Más Tiempo editó una edición especial del diario y, asegura Borrelli, continuarán saliendo los domingos. “Si quieren impedir que salga Tiempo, lo que van a lograr es que haya más Tiempo”, señala. Se mantendrán, parafraseando al periodista y militante Rodolfo Walsh –desaparecido desde el 25 de marzo de 1977, tras la publicación clandestina de la poderosa Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar-, fieles al compromiso de dar testimonio en momentos difíciles.
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