Para poder destituir al mandatario se necesita una mayoría de 92 votos, lo cual equivale a dos terceras partes de los diputados.
Uno de los puntos que tuvo que surtir la iniciativa para llevar al presidente ecuatoriano a juicio fue una comisión que revisó una investigación policial de supuestos nexos entre el cuñado de Lasso, Danilo Carrera, con funcionarios públicos vinculados a redes de corrupción y narcotráfico.
Si el juicio contra Lasso prospera, sería una sacudida para la política ecuatoriana que sigue presa de la inestabilidad social y política en los últimos años, con tres presidentes destituidos entre 1997 y 2005 y uno, Rafael Correa, huido de la justicia y pendiente de extradición en Bélgica.
La decisión del presidente ecuatoriano de tomar medidas extremas contra la inseguridad, llamando a la población a que se arme y colabore en la lucha contra el crimen, parece una huida hacia adelante. Su situación política es compleja, contestado en la calle y en el Congreso e incapaz de controlar la violencia, por lo que Lasso parece optar por la fórmula más populista de la mano dura, apostándole a ganar la aprobación de la ciudadanía con medidas punitivas que no por populares son menos peligrosas.
Cuando se anunció la medida de permitir el porte de armas a civiles, las reacciones no se hicieron esperar, ya que es un tema que ha sido discutido en Ecuador desde 2009, cuando el porte quedó suspendido indefinidamente.
Rafael Correa, que sigue marcando la agenda política ecuatoriana desde Bruselas, dijo en sus redes sociales que: “Según un inepto desalmado como Lasso, la «guerra» es ciudadanos-delincuentes y no Estado - delincuencia… ¡Por eso el porte de armas! La solución es que, con excepción de la fuerza pública, nadie porte armas, empezando por los delincuentes, y eso es posible. Ya lo hicimos."
Ramiro Ávila Santamaría, abogado experto en derechos humanos, afirmó que el "Uso civil de armas me suena a multiplicar las posibilidades de violencia". Más armas equivale a más violencia, como es evidente en Estados Unidos donde el porte de armas por parte de la población civil ha sido ampliamente criticado, y hay muchos datos que confirman que este tipo de medidas solo multiplican los delitos de sangre y no disminuyen la criminalidad.
Uno de los colectivos entre los que más temor causa la medida son los migrantes, sobre todo venezolanos, que han manifestado en redes sociales su miedo a la estigmatización y a la xenofobia que, como en otros países de América Latina, se extiende en Ecuador.
Lasso busca cimentar su mandato con medidas que aparentemente empoderan a los ciudadanos, pero es probable que su decisión sea una cortina de humo frente a su incapacidad para controlar la violencia y frente al juicio político que está en marcha. Algo que puede acarrear consecuencias nefastas para un país que necesita poder confiar en su institucionalidad.
Si el Estado abandona el monopolio de la violencia para combatir la inseguridad, estaremos en el escenario descrito por Hobbes donde puede ocurrir "lo peor de todo: temor perpetuo y peligro de muerte violenta; y la vida de los hombres será solitaria, pobre, sucia, brutal y corta".
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