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Brasil ante la encrucijada climática

Brasil es candidata para ser la sede de la Conferencia Internacional sobre el Clima (COP25) en 2019. Pero el país parece inclinarse por elegir presidente a un escéptico del cambio climático. English

Manuela Andreoni
19 octubre 2018
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Una manifestación ‘pro-Bolsonaro’ en São Paulo (imagen: Mídia Ninja)

La candidatura de Brasil se propuso en noviembre y la semana pasada recibió el apoyo de la presidencia del Grupo Regional de América Latina y el Caribe (GRULAC), un paso esencial en el proceso.

El Grupo representa a todos los países de la región en la ONU. Mientras, el candidato mejor situado para ganar las elecciones presidenciales del próximo 27 de octubre, el ultraderechista Jair Bolsonaro, ha amenazado con retirarse no solo del Acuerdo de París, sino de la propia ONU, y con eliminar el Ministerio de Medio Ambiente.

La aceptación de la candidatura de Brasil no está garantizada. El país, en plena agitación política, se enfrenta a las elecciones más importantes de su historia reciente.

Bolsonaro, ex oficial del ejército que estuvo a punto de ganar las elecciones en la primera ronda y que se enfrentará en segunda ronda a Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores (PT), ha hecho declaraciones sobre protección medioambiental y la población indígena que han escandalizado a los defensores del medioambiente.

Considera que el precio que paga Brasil como signatario del Acuerdo de París comprometiéndose a preservar millones de hectáreas de bosque es demasiado alto.

“Si ésta sigue siendo la condición, saldremos del Acuerdo de París”, afirmó el presidenciable ante la prensa durante una reunión con empresarios celebrada en Río de Janeiro el mes pasado. “Si lo que nos toca a nosotros es entregar 136 millones de hectáreas del Amazonas, yo me salgo”.

Fernando Haddad (PT) fue ministro de educación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, durante el mandato del cual Brasil logró las tasas de deforestación más bajas de las últimas décadas.

Fernando Haddad (PT) fue ministro de educación del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, durante el mandato del cual Brasil logró las tasas de deforestación más bajas de las últimas décadas.

Pero Haddad se enfrenta a serias dificultades para convencer a los electores, ya que la imagen de su partido ha salido muy perjudicada por las gravísimas denuncias de corrupción que pesan sobre él y Lula está hoy preso, condenado por delitos de corrupción y lavado de dinero.

La COP 25 constituye una etapa esencial para la implementación del Acuerdo de París, con el que 195 países se comprometieron a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para limitar el incremento de la temperatura global a 2 grados centígrados.

Desde entonces, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), formado por científicos comisionados por la ONU, ha advertido que el calentamiento debe limitarse a 1,5 grados centígrados.

La conferencia del año próximo se celebrará en noviembre. Este año  tendrá como sede a la ciudad polaca de Katowice entre el 3 y el 14 de diciembre.

Ser la sede del evento en 2019 sería una ocasión única para mostrar los muchos aciertos de Brasil en política medioambiental ante la comunidad internacional.

“El país que preside la conferencia actúa como facilitador del proceso global”, explica Carlos Rittl, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima. “Al mismo tiempo, la conferencia ofrece una oportunidad para analizar el progreso del país anfitrión en cuanto a sus políticas domésticas”.

Pero la oportunidad llega en un momento en que Brasil se encuentra en una posición vulnerable. Entre los años 2005 y 2012, las emisiones brasileñas de gases de efecto invernadero se redujeron en un 52%. Pero el progreso se detuvo.

La entonces presidenta Dilma Rousseff (PT) relajó las normas para frenar la deforestación a partir de 2012. Desde entonces, la desaceleración de las tasas de deforestación ha disminuido y los ambientalistas advierten de que el país podría no cumplir con sus objetivos nacionales, que fueron presentados ante la ONU como parte del Acuerdo de París. 

Brasil lleva más de cuatro años siendo escenario de inestabilidad política y ha sido escenario de una de las mayores investigaciones de corrupción del mundo, la llamada “Operación Lava Jato”.

Rousseff fue destituida en 2016 y su sucesor Michel Temer, el actual presidente, tiene interpuestas dos acciones penales contra él. Durante este periodo, unos gobiernos debilitados no han podido, o no han querido, frenar la deforestación galopante de las áreas supuestamente protegidas

La crisis parece lejos de resolverse. Incluso con el apoyo del GRULAC, el papel de Brasil como anfitrión de la COP 25 está en entredicho. Los responsables del GRULAC tienen que ratificar todavía su recomendación.

"Si el secretario considera que un país no puede presidir adecuadamente la conferencia, se pueden encontrar alternativas, aunque esto desde luego es algo inusual", explica Rittl.

La pérdida de este liderazgo sería perjudicial para la región y el mundo. Brasil es el séptimo mayor emisor de gases de efecto invernadero y si empieza a retirarse del escenario mundial, podría convertirse en un obstáculo para los objetivos generales del Acuerdo de París.

Pero Rittl considera que el apoyo regional a Brasil que escenifica el respaldo del GRULAC es una victoria diplomática. La relación entre los diferentes países latinoamericanos viene siendo tensa, dada la crisis en Venezuela y la polarización política en Brasil.

Sin embargo, persiste la esperanza de que con la celebración de la conferencia, la agenda climática pudiera situarse más cerca del centro de la discusión política. 

Desde hace décadas, Brasil ha sido el líder regional en política medioambiental. Fue en Río de Janeiro, en 1992, dónde se creó el organismo responsable de supervisar las negociaciones sobre el clima, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

La pérdida de este liderazgo sería perjudicial para la región y el mundo. Brasil es el séptimo mayor emisor de gases de efecto invernadero y si empieza a retirarse del escenario mundial, podría convertirse, junto con Estados Unidos, en un obstáculo para los objetivos generales del Acuerdo de París.

"Todavía tenemos mucho que mostrar", dice Rittl. "Pero, al mismo tiempo, debemos enfrentar nuestras contradicciones".

Este artículo fue publicado previamente por Diálogo Chino y se puede leer aquí

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