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¿Cómo mejorar la investigación sobre la violencia de género?

El uso de métodos participativos y creativos para investigar la violencia de género en países de ingresos bajos y medianos es esencial para diseñar políticas que respondan efectivamente a las necesidades de las sobrevivientes.

Caroline Bradbury-Jones Siân Natasha Thomas Sanne Weber Nicole Robinson-Edwards
22 junio 2020, 11.24am
Una fotografía de Noemí Hernández Sánchez, la mayor de sus tres hijos, fue violada, estrangulada y abandonada al lado de una carretera que adorna el refrigerador en la casa donde vivía en Tizayuca, Estado de Hidalgo, México, el 26 de febrero de 2020.
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Benedicte Desrus/SIPA USA/PA Images

Investigar la violencia de género puede ser una tarea complicada. Los políticos y legisladores suelen preferir números, porque supuestamente dan evidencia de la magnitud del problema.

Sin embargo, análisis cuantitativos pueden llevar a la separación de la información de su contexto socio-cultural y las experiencias vividas de la violencia. Para diseñar políticas que responden efectivamente a las necesidades de las sobrevivientes, es esencial que sus experiencias sean tomadas en cuenta.

Sin embargo, la investigación cualitativa, especialmente cuando esta involucra a sobrevivientes de violencia, tiene sus propios retos. Conlleva riesgos para la seguridad física y emocional de las participantes, sobre todo cuando estas deben relatar sus experiencias una y otra vez. También puede generar sentimientos de explotación cuando los y las investigadores – o periodistas – promueven sus careras profesionales con historias que generan amplia atención pública, sin que la situación de las sobrevivientes cambie. El escuchar horrorosas historias de violencia también puede ser desafiante para investigadores y causar victimización secundaria.

Estos riesgos se intensifican cuando la investigación tiene lugar en países de ingresos bajos y medianos, donde sobrevivientes frecuentemente se encuentran en situaciones de pobreza y marginación, y aun más si la investigación es llevada a cabo o financiada por investigadores o instituciones del ‘Norte Global’. Las desiguales relaciones de poder que esto crea, y los riesgos de explotación, paternalismo e incluso neocolonialismo que puede generar, han sido discutidos ampliamente, incluyendo en openDemocracy.

En base a estos dilemas, nuestro proyecto pretende desarrollar una guía de buena práctica para la investigación de violencia de género en países de ingresos bajos y medianos, enfocándonos específicamente en el uso de métodos participativos y creativos.

La investigación participativa tiene un importante potencial para involucrar a las poblaciones afectadas, desarrollar capacidades de investigación locales, y corregir los desequilibrios de poder que apuntalan la violencia y las desigualdades de género – y también la investigación de estos temas. Como co-investigadores, las y los participantes pueden decidir qué es lo que quieren investigar y cuáles cambios quieren ver como consecuencia.

El primer paso hacia el desarrollo de nuestra guía fue una revisión de alcance de la literatura académica y ‘gris’ sobre los métodos participativos para investigar la violencia de género en países de ingresos bajos y medianos, que fue publicada recientemente. Esa revisión de alcance, junto con investigación empírica en Kenia, formaron la base para un taller internacional que realizamos el año pasado, donde desarrollamos un borrador de guía.

En este momento estamos validando el borrador en un proceso participativo con nuestras contrapartes en Guatemala, Kenia y Uganda, y lo esperamos presentar públicamente pronto. Mientras tanto, queremos compartir algunas cosas que hemos aprendido, porque pueden ser de utilidad para otras personas que investigan la violencia de género a través del mundo.

Elementos principales para abordajes éticos y participativos del estudio de la violencia de género

Cuando revisamos la literatura, nos llamó la atención que actualmente no existen protocolos o guías de buena práctica que enfocan específicamente en la investigación participativa y creativa en países de ingresos bajos y medianos con sobrevivientes de la violencia de género. Existen guías en relación con la investigación con sobrevivientes de violencia de género, y otros protocolos sobre la investigación participativa en general, sobre todo con relación a comunidades indígenas o marginadas.

Sin embargo, los protocolos de investigación en países de ingresos bajos y medianos no consideraban las metodologías participativas como un principio básico de investigación en este contexto, sino como un posible método entre varios. Decidimos revisar los artículos que tenían relación con al menos dos de los tres temas que nuestra guía abordará – métodos participativos/creativos, violencia de género y países de ingresos bajos y medianos.

La seguridad de participantes e investigador(a) debe ser una preocupación central en cada proceso de investigación.

De estos 44 artículos, identificamos algunas recomendaciones que pueden ser divididos en cinco esferas: seguridad, contexto, relaciones, reflexividad, y transformación. Estas esferas son cruciales para investigadores que quieren conducir una investigación ética con sobrevivientes de violencia de género, por las siguientes razones:

La seguridad de participantes e investigador(a) debe ser una preocupación central en cada proceso de investigación. Esto es aun más importante en el contexto de la violencia de género, por los riesgos generados por la posible cercanía del perpetrador y el potencial de estigma comunitario si la participación en un estudio sobre un tema tan sensible se hace evidente.

Por ejemplo, las mujeres que han sufrido la violencia sexual durante conflictos armados frecuentemente son estigmatizadas o incluso rechazadas por sus esposos, familias o comunidades. Va sin decir que esto suele generar una situación de pobreza. Por esto, garantizar la privacidad, confidencialidad y anonimidad de las participantes es crucial. De la misma manera, el consentimiento informado es una precondición mínima para mantener una práctica ética.

Pero estas medidas no son suficientes. Aunque el compartir experiencias de violencia puede generar una sensación de catarsis para algunas sobrevivientes en ciertas condiciones, para otras el recordar y recontar estas experiencias puede ser retraumatizante. Sería mejor ofrecer apoyo psicosocial para participantes, o intervención de crisis en casos de urgencia.

Procesos de revisión ética en universidades suelen tener una visión limitada de qué es una práctica ética, enfocada sobre todo en la seguridad física y emocional durante la entrevista, pero sin tomar en cuenta las necesidades y prioridades más amplias de las sobrevivientes.

Por ejemplo, el apoyo legal y financiero también puede impactar en el bienestar, sobre todo porque sobrevivientes frecuentemente provienen de grupos marginados de la población. Las evaluaciones de riesgo son instrumentos importantes para tomar conciencia de, mitigar y responder a riesgos de seguridad. Sin embargo, estas no deberían ser hechas de forma vertical, lo cual puede generar una impresión de paternalismo en las participantes, sino en colaboración con las participantes, que son las más indicadas para tomar decisiones sobre su propia seguridad. Responder de forma adecuada a riesgos requiere tiempo y recursos, que tienen que ser previstos de antemano.

De la extracción a la transformación

Investigaciones sobre violencia de género deben ser sensibles al contexto local y cultural, particularmente por el potencial de estigma y sensibilidad.

Esto requiere que el equipo de investigación sea diverso y representativo, incluyendo personas del Norte y Sur Global, para permitir un entendimiento más profundo de y mayor relevancia para el contexto local. Tal representación debe incluir investigadoras diversas en todos los niveles y etapas de la investigación, y no solamente en roles secundarios o ‘de apoyo’.

Esto es esencial para identificar cuáles temas son de mayor prioridad para las comunidades locales y para lograr cambios significativos. La investigación colaborativa puede ayudar a considerar métodos de investigación y análisis que van más allá de los paradigmas occidentales, y para garantizar la inclusión de mujeres y grupos marginados en el proceso de construcción de conocimiento.

El respeto para los valores comunitarios y los liderazgos locales debe ser un valor central en la investigación. Incluso sería preferible obtener consentimiento comunitario para complementar el consentimiento individual. Sin embargo, colaborar con lideres locales también puede generar riesgos, por ejemplo, puede reforzar jerarquías y exclusiones existentes en ciertas comunidades, especialmente en culturas donde los hombres ocupan los espacios de autoridad.

La investigación participativa pretende involucrar a las participantes como iguales en todas las etapas de investigación.

Crear vínculos con un amplio grupo de individuos, incluyendo mujeres, puede ayudar a identificar obstáculos y promover la participación de grupos marginados. El desarrollo de abordajes creativos de investigación también puede ayudar a asegurar un rango más amplio de participantes, sobre todo cuando existen barreras de alfabetización o educación que no permiten la participación de ciertos grupos. Métodos creativos pueden incluir la fotografía, el mapeo de cuerpos o el teatro.

La investigación se basa en relaciones entre investigadoras/os y miembros de la comunidad. La manera en que se construyen y manejan estas relaciones es esencial. La investigación participativa pretende involucrar a las participantes como iguales en todas las etapas de investigación y la toma de decisión sobre esta: desde el desarrollo de las preguntas de investigación y la definición de métodos, hasta la diseminación de los resultados. Asociaciones colaborativas positivas deben basarse en la confianza, la transparencia sobre los objetivos y en la toma de decisiones, expectativas realistas, honestidad e integridad.

También se deben respetar las diversas formas de conocimiento y honrar las prácticas culturales tradicionales. Esto permitirá un proceso de aprendizaje mutuo que reconoce y valora las capacidades y fortalezas de todos los involucrados, y disminuye las desigualdades de poder entre investigador(a) y participantes. Se deben abandonar ideas sobre investigadoras occidentales como ‘expertas’ e ‘investigadoras locales’ como recopiladores de datos. El conocimiento y las capacidades de participantes e investigadores de países de bajos y medianos recursos deben valorarse como iguales.

Ideas sobre el impacto de investigación también pueden ser diferentes entre investigadoras que trabajan en diferentes contextos, y entre investigadoras y participantes. Investigadoras académicas pueden priorizar publicaciones, mientras que profesionales suelen medir el impacto en términos prácticos, como en inferiores números de violencia, mejoras en provisión de servicios, o el cambio de actitudes comunitarias.

Es importante acordar los objetivos y resultados en conjunto, y estos deberían adaptarse a diferentes públicos y actores clave. La colaboración y las contribuciones de todas las personas involucradas deben ser reconocidas en todas las publicaciones, y si es posible, se deben buscar estrategias de co-autoría.

Durante todo el proceso de investigación, la reflexividad es un instrumento crucial para evaluar críticamente el proceso, las relaciones y los resultados. Esto permite a las investigadoras y participantes desarrollar una conciencia sobre sus propios valores, ‘posicionalidad’ y papel en la producción de conocimiento.

Un objetivo central de la investigación participativa es la transformación, a través de la producción de conocimiento que puede generar cambios sociales positivos.

También ayuda a reflexionar sobre el contenido emocional del estudio, y el impacto de este trabajo, también en las relaciones de las investigadoras dentro y afuera del proceso de investigación. Una manera de hacer esto es mantener un diario de investigación. La reflexividad colectiva puede ayudar a las comunidades con la identificación de sus necesidades y prioridades.

Un objetivo central de la investigación participativa es la transformación, a través de la producción de conocimiento que puede generar cambios sociales positivos. Esas transformaciones pueden variar de beneficios inmediatos e individuales, la influencia en políticas e intervenciones, hasta cambios y transformaciones de gran alcance. Lo más importante es que el cambio concebido sea relevante para los objetivos de la comunidad local, y motivado por sus necesidades. El proceso de investigación participativa en sí también puede tener un efecto transformador, por ejemplo, al generar (auto)empoderamiento en las participantes y comunidades a través de la construcción de nuevas capacidades, la educación pública o la calidad de vida mejorada. Por lo tanto, la investigación participativa es más que un método; constituye una filosofía y una ética en si misma.

Estos elementos constituyen los principios básicos para garantizar que la investigación de la violencia de género en países de bajos y medianos ingresos sea transformadora, fundamentada en ética, y sensible al contexto. Una investigación así no sólo ayudará a descubrir las experiencias de las personas afectadas por la violencia de género sin causar daños, sino contribuirá a la transformación de su situación y la eliminación de la violencia de género.

Estos elementos también forman la base para la guía de buena práctica sobre la investigación ética y participativa con sobrevivientes de violencia de género que estamos desarrollando en colaboración con nuestras contrapartes en Kenia, Guatemala y Uganda. Mantengan la atención para más noticias sobre esta guía en el transcurso del verano.

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