Ricardo opina que “la música tiene un poder muy grande, ya que, al igual que el humor, tiene la capacidad de hacer que las personas estén dispuestas a escuchar verdades incómodas.” Cree que es una buena herramienta para defender los derechos humanos, pues permite empatizar y, de manera sana, drenar y protestar.
El disco de 10 canciones narra las vicisitudes de vivir sin servicios básicos en un país dolarizado que aplaude la corrupción y el oportunismo de unos pocos frente a la desigualdad de muchos. Además del dolor y el desarraigo de tener que abandonar el país buscando una suerte mejor:
“El abismo nos ha destruido, pero nosotros aquí seguimos
Muchos no han resistido y estamos derrotados pero no nos rendimos
Se robaron nuestra juventud, se fueron del país mis amigos
Podría estar deprimido, ¡pero tengo fe! (Y antidepresivos).”
Ricardo también ha participado en “Música x Medicinas”, organizado por Redes Ayuda, Estación Radio Humano y Provea, ya que dice que no solo se trata de protestar, sino de generar cambios reales y ayudar a las personas más afectadas por la crisis Humanitaria.
La gaita contestataria
Si miramos hacia el pasado, La gaita zuliana es uno de los géneros populares más antiguos de Venezuela; de hecho, una de las teorías de su origen remonta a 1782, cuando a en una finca al sur del Lago de Maracaibo, un grupo de esclavos entonó una canción desde los campos de trabajo para alzar su voz contra la opresión.
Danelo Badell, cantautor con más de 50 años de experiencia musical, y que ha sido parte de las agrupaciones más icónicas del género como lo son “Cardenales del Éxito” y “Barrio Obrero de Cabimas”, afirma que: “para nosotros los zulianos, la gaita se hizo un himno del pueblo dónde a través de la música podemos decir y reclamar.” La gaita suele interpretarse con instrumentos típicos venezolanos, como el cuatro, la tambora y el furruco, este último recubierto de piel de cabra; de ahí el nombre “gaita” por su transliteración ibérica.
A pesar de su naturaleza de reclamo popular, la gaita resulta ser uno de los géneros más censurados actualmente por el chavismo. “Nosotros como gaiteros no podemos hacer un tema contra el gobierno, ya no es como antes. Porque si llevamos una canción a una emisora o a un evento, los productores, dicen: ‘lo sentimos, pero ustedes saben que nos pueden cerrar la emisora si la ponemos al aire’”, afirma Danelo.
Sin embargo, se mantiene optimista sobre el futuro del género: “la gaita aleja a los muchachos de las calles y las drogas, cambiamos las armas por el furro y los tambores. Por cada muchacho que se va del país, hay cien más que siguen queriendo hacer música aunque no tengan las herramientas. Debemos estar allí para ellos, nos necesitan”
Hip hop contra la violencia
Con este mismo enfoque de intervención social en las comunidades vulnerables y canciones que buscan visibilizar los derechos humanos, la agrupación de hip hop “Free Convict” no solo hace una protesta contra la dureza de la vida en las calles sino también contra la violencia que cobra la vida y la libertad de tantos jóvenes venezolanos.
Nacida en el interior de la Penitenciaría Nacional de Venezuela -cuando la mayoría de sus miembros se encontraban cumpliendo condena-, Free Convict encontró una alternativa artística para sobrevivir el entorno hostil de la prisión y encontrar la libertad creando rimas y contando historias con bases de rap.
Sus miembros abogan por visibilizar los derechos de la población reclusa, cuyas vidas suelen estar llenas de precariedades y muerte, además de combatir el estigma que acompaña a los ex-convictos al salir de la cárcel e imposibilita su adecuada rehabilitación y reinserción social. También buscan integrarse y estudiar comunidades en los barrios de Caracas para hacer trabajos de prevención y orientación a niños y adolescentes.
El 14 de agosto del 2021 realizaron una exhibición junto al medallista olímpico de BMX, Daniel Dhers en la comunidad de La Chivera, en el sector de la Cota 905, escenario de continuos y violentos enfrentamientos entre las bandas criminales y la policía nacional por el control del territorio. Acompañados también por la ONG “Otro Enfoque”, planificaron estas actividades para acercarse a la comunidad, estudiar sus necesidades y poder seguir subiendo al barrio.
El poder transformador de la música de protesta va a veces mucho más allá de evidenciar una carencia o levantar la voz frente a las injusticias, ya que también busca la reconstrucción y la esperanza. Proyectar un poco claridad sobre la oscuridad que, con los años, se va encapotando el totalitarismo. Su propósito está en unir y sanar aquello que está fracturado y roto, donde todos entonemos una misma melodía y una misma canción, para que nos alejemos del dolor y encontremos poco a poco la luz.
Comentarios
Animamos a todo el mundo a que haga comentarios, Por favor, consulte las intrucciones de openDemocracy para comentarios