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Chile y Argentina están poniendo en peligro su biodiversidad

Para satisfacer la demanda de China, Chile y Argentina están ampliando sus instalaciones de piscicultura industrial - un mal augurio para la delicada y única biodiversidad del Cono Sur. English

Fermín Koop
13 septiembre 2018
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Las granjas de salmón chilenas buscan incrementar las ventas a China (imagen: Sam Beebe)

Tras su rápida expansión en Chile, Argentina quiere avanzar en la instalación de piscifactorías de salmón en la Patagonia a pesar de los riesgos que la producción intensiva supone para su delicada y única biodiversidad y la oposición de las organizaciones medioambientalistas del país.

El interés de los países del Cono Sur en la industria salmonera llega como respuesta a una mayor demanda de producto en diversas partes del mundo, entre ellas China.

El mercado chino es que más ha crecido para el salmón chileno: según cifras oficiales, en el primer semestre del año la cantidad exportada se ha duplicado respecto al año anterior.

“China es un mercado muy relevante y somos optimistas de que va a seguir creciendo. El consumo va en aumento y el salmón ya es parte de su dieta”, sostiene Arturo Clement, presidente de SalmonChile, organismo que agrupa a las empresas productoras de Chile. Y añade: “Hace muchos años que estábamos esperando que esto ocurriera”.

Argentina impulsa la industria del salmón

Con las miras puestas a esta demanda creciente, Argentina ha empezado estudios de factibilidad para iniciar la producción en el Canal de Beagle, en Tierra del Fuego.

El primer paso consiste en evaluar los lugares adecuados para la producción, según informan voceros de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura.

Pero dichos estudios son una mera formalidad en opinión de los especialistas en biodiversidad y las organizaciones medioambientales argentinas, que vienen siguiendo desde hace años el interés por expandir la piscicultura industrial en la Patagonia.

Hay muchas probabilidades de que se instalen las salmoneras. Tienen inversores y capital. Estamos sumamente preocupados: su instalación puede provocar daños irreversibles al medioambiente.

Su desarrollo, aseguran los expertos consultados, viola el Convenio de Diversidad Biológica, el acuerdo internacional firmado por Argentina y Chile que prohíbe la introducción de especies exóticas como el salmón.

“Hay muchas probabilidades de que se instalen las salmoneras. Tienen inversores y capital. Estamos sumamente preocupados: su instalación puede provocar daños irreversibles al medioambiente”, sostiene Alexandra Sapoznikow, coordinadora del Foro para la Conservación del Mar Patagónico y Áreas de Influencia.

Organismos invertebrados únicos de la región, como corales de agua fría y esponjas, se verían afectados por la introducción de esta especie, afirman los especialistas.

En Chile y Noruega, principales productores mundiales de salmón, los peces se alimentan con una dieta controlada a base de harina de soja que, a través de los excrementos, cambia la composición química del agua.

“Cada jaula contiene entre 30.000 y 50.00 salmones, que defecan durante todo el día y contaminan el mar. Las heces se descomponen y producen nitrógeno y oxígeno, alterando la calidad del agua y favoreciendo el desarrollo de algas”, asegura Juan Carlos Cárdenas, director de la ONG chilena EcoOcéanos. 

Además, los salmones se escapan con frecuencia de las jaulas y amenazan a los peces nativos. “El salmón no es una especie nativa y eso comporta problemas. Al ser carnívoro, devora a otras especies y se vuelven depredadores”, afirma Estefanía González, coordinadora marítima de Greenpeace Chile.

“La Patagonia tiene condiciones geográficas únicas y una gran diversidad medioambiental. Una actividad industrial e intensiva relacionada con una especie exótica no es compatible con esa diversidad”.

Argentina y Chile podrían aprender mucho de experiencias pasadas. Hace cien años, ambos países introdujeron la trucha en los ríos patagónicos, principalmente para la pesca deportiva.

Pero la reproducción descontrolada llevó a que la población de la especie invasiva creciera rápidamente, generando un impacto devastador en los ecosistemas acuáticos locales.

Chile, el mayor productor regional

La mayor parte del salmón rosado que se consume hoy en América Latina proviene de criaderos chilenos. El país trasandino exporta principalmente dos especies: Salmon salar (más conocido como salmón del Atlántico) y Salmon coho (también llamado salmón del Pacífico).

Según cifras oficiales, Chile exporta 820.000 toneladas de salmón al año, lo que representa unos 4.700 millones de dólares.

El papel de China, que ha recibido 24.000 toneladas de salmón en la primera mitad del presente año, ocupa un lugar cada vez más importante.

Estados Unidos, Japón, Brasil y Rusia son los mayores destinatarios de las exportaciones, pero el papel de China, que ha recibido 24.000 toneladas en la primera mitad del presente año, ocupa un lugar cada vez más importante.

Se estima que las exportaciones chilenas a China van a incrementarse a la par del creciente consumo de pescados y mariscos por parte del gigante asiático.

China consume actualmente el 37% de la producción global de productos del mar y se espera que en los próximos diez años la cifra supere el 50%. Sin embargo, hay una relación inversa con la calidad de la comida importada.

“Chile ofrece un salmón más barato pero de peor calidad que el noruego”, dice Álex Muñoz, director para América Latina de la iniciativa Océanos Prístinos de National Geographic. “Sus ventas a los mercados más exigentes como Estados Unidos están cayendo, mientras que las exportaciones a los países con normativas más laxas no paran de crecer”.

Los especialistas cuestionan diversas prácticas utilizadas en la producción de salmón. Por ejemplo, las jaulas en las que se crían se rodean de redes pintadas con materiales que contienen metales pesados como el cobre, para evitar que se les adhieran organismos marinos. Dichas sustancias son altamente tóxicas y dañinas para la biodiversidad.

Por otra parte, se utilizan colorantes para que la carne del salmón sea rosada, ya que al producirlo de manera industrial la carne es en realidad de color blanco. El salmón silvestre se alimenta de camarones y cangrejos y esto es lo que le da su color particular.

Consumo de antibióticos

La producción industrial de salmón puede representar problemas para la biodiversidad, pero también para los consumidores, que se hallan expuestos a los altos niveles de antibióticos que se usan en la producción.

La OING chilena Oceana estima que Chile usa alrededor de 700 veces más antibióticos que Noruega para producir su salmón.

Se usa una cantidad exorbitante de antibióticos y no hay regulaciones que controlen su uso. La industria administra antibióticos a salmones sanos para evitar que enfermen.

Mientras que Chile utilizó 382.5 toneladas de antibióticos para producir727.8 toneladas de salmón en 2016, el último año del que se tiene información, Noruega utilizó 523 kilos de antibióticos - media tonelada – para producir casi el doble: 1.233 toneladas de salmón.

Según la asociación de productores de salmón chilenos, el salmón llega a los consumidores sin antibióticos, que se usan para favorecer su crecimiento y no para prevenir enfermedades.

Aseguran que los productores deben respetar un período de carencia - es decir, dejar pasar un lapso de tiempo para que el pez metabolice los productos químicos y los elimine de su cuerpo.

Sin embargo, esto no siempre es así y la ingesta de antibióticos a través del consumo de salmón puede generar resistencia a los mismos.

Es por ello que la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han pedido a las empresas que utilicen los antibióticos de manera responsable.

“Se usa una cantidad exorbitante de antibióticos y no hay regulaciones que controlen su uso. La industria administra antibióticos a salmones sanos para evitar que enfermen.

Además, hay problemas con la inspección y el control, que son las que deberían garantizar que se respete el período de carencia", dice Cárdenas. "Los consumidores no saben lo que están comiendo", advierte.

China empezó a importar salmón chileno tras un conflicto diplomático con Noruega que se prolongó más de cinco años. Mientras tanto, las preocupaciones acerca de la seguridad alimenticia han ido creciendo en el país asiático, espoleadas por nuevas regulaciones que autorizan a vender la trucha como salmón.

Pero mientras que Chile y Argentina buscan capitalizar el crecimiento del consumo del salmón y las reglas flexibles de China, en otras partes del mundo las importaciones están cayendo.

Grandes cadenas de supermercados de Estados Unidos y Canadá han dejado de importar en los últimos años salmón de Chile por su elevado nivel de antibióticos. Por otra parte, el estado de Washington, en Estados Unidos, ha prohibido recientemente la instalación de piscifactorías por su impacto medioambiental.

Para Muñoz, ignorar todo esto sería desastroso: “La Patagonia argentina es uno de los últimos ecosistemas salvajes y prístinos del mundo. Argentina cometería un error histórico si desarrolla la producción de salmón. Se trata de una especie exótica e invasora que genera un problema ambiental de muy difícil solución”.

 Este artículo fue publicado previamente por Diálogo Chino y se puede leer aquí. 

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