Aunque muchos señalan que, dado el rol de Panamá como centro financiero y “clearing house” para toda la región, es poco probable un ajuste drástico en las políticas internacionales, el nuevo presidente abrió la opción a revisar determinadas cláusulas de un tratado comercial que él mismo señala que se puede respetar, pero que podría ser modificado en clave nacionalista.
La relación entre Estados Unidos y Panamá va más allá del canal. Además del TLC se comparten programas de seguridad en la lucha contra el narcotráfico, el crimen organizado, el lavado de dinero y la migración ilegal, que interesan a toda la región.
Panamá es un hub entre el Norte y el Sur del continente, y por eso, la relación entre EEUU y Panamá, pero también con una China al acecho de la hegemonía comercial y del tráfico marítimo, será decisiva para seguir moldeando el futuro de Centroamérica y de toda la región.
Con la pobreza, la migración, y sus relaciones internacionales, Panamá se juega un futuro importante.
El nuevo presidente tendrá el desafío de apostar por un desarrollo equilibrado que permita el crecimiento económico pero que promueva cerrar la brecha de la desigualdad, proteger la economía local y respetar a los migrantes.
No está claro que Nito sea el hombre ideal para esta difícil ecuación, pero los próximos meses serán decisivos para ver en acción a este nuevo, e inesperado, mandatario.