
¿Reconquistando Europa? VOX y la extrema derecha en España
Las próximas elecciones del 28 de abril verán en VOX a un nuevo protagonista político que se une a la ola reaccionaria que acapara a Europa y al mundo. ¿Qué le está pasando a la democracia liberal europea? English.

En un momento de flaca creatividad, a VOX, el nuevo referente de la extrema derecha en España, se le ocurrió promocionar una nueva imagen de liderazgo político y emular algo parecido a una escena de la épica saga de El Señor de los Anillos. ¿Cómo se vería a Santiago Abascal, el presidente del partido, cabalgando sobre un caballo por las planicies desérticas del territorio castellano, mientras en el fondo suena la música de Howard Shore?
Fue muy fácil ridiculizar aquel video en donde VOX promete “Reconquistar España”, apelando a la batalla emprendida en la edad media para expulsar a las comunidades árabes que poblaron la península ibérica a partir del siglo VIII y que solo culminó mucho después, con la conquista de Granada que comportó, además, la expulsión de los judíos de España.
Pero, a pesar de apelar a semejante episodio oscuro de la historia del país, el pasado 2 de diciembre de 2018 el partido de Abascal irrumpió en las elecciones regionales al Parlamento de Andalucía con el 10,97% de los votos y 12 escaños. Un gran salto electoral hacia adelante si tenemos en cuenta que en 2015 obtuvieron un 0,45% de la votación y no lograron escaño alguno.
Este inesperado resultado contribuye a cambiar significativamente la coyuntura política en España. Después de una también inesperada moción de censura que tumbó al presidente Rajoy tras una condena a su partido por corrupción masiva ; tras el “otoño catalán”; y tras el agotamiento del fugaz mandato de Pedro Sánchez (PSOE), VOX se presenta como el protagonista clave para las próximas elecciones del 28 de abril. Si hacemos caso a encuestas recientes, publicadas por de EL PAÍS y El Periódico de Catalunya, este partido, hasta ahora extraparlamentario, podrá ser decisivo en la formación de una nueva mayoría.
"¿De qué hablaremos el día después del 28 de abril? ¿Se impondrá la épica de la Reconquista?"
Esta irrupción con fanfarria de un nuevo actor político situado a la extrema derecha es inédita en la España democrática y abre múltiples interrogantes. Los riesgos de que el resultado de las elecciones de Abril habiliten un gobierno de coalición a la derecha con la participación del partido de Abascal son hoy evidentes.
¿De qué hablaremos el día después del 28 de abril? ¿Se impondrá la épica de la Reconquista? ¿Asistiremos a un ejercicio de penetración de la democracia por fuerzas antidemocráticas?
El auge de VOX
¿A qué se debe la irrupción de VOX? Hace ya varios años que las derechas reaccionarias, conocidas como “alt-right” por los comentaristas anglosajones, se han convertido en actores políticos de peso en el mundo entero.
Al mismo tiempo que Donald Trump caminaba hacia la Casa Blanca de la mano de Steve Bannon y Mike Pence, dos de los arquitectos de uno de los gobiernos más xenófobos, misóginos, racistas y elitistas de las últimas décadas, en Europa Geert Wilders, Marine Le Pen, AfD (“Alternativa para Alemania”), y el UKIP (“Partido por la independencia del Reino Unido”) ya se habían hecho un nombre propio. La elección de Jair Bolsonaro en Brasil, muy cercano a posiciones proto-fascistas, fue la confirmación de que el fenómeno existe también en las democracias del sur del continente americano.
VOX (“Voz” en latín) fue fundada en diciembre de 2013 por Santiago Abascal, un político oriundo del País Vasco, miembro del Partido Popular (PP) desde los 18 años. Tras romper con el PP, Abascal, que se ha venido nutriendo de esta tendencia al alza Europe hacia posiciones fundamentalmente antidemocráticas, ha venido presentando su proyecto político a las elecciones europeas, autonómicas, municipales, y estatales, sin ningún triunfo notable... hasta ahora.
Pero como muchos partidos de igual extracción, VOX no sería más que una escisión de los sectores más radicales del PP y la derecha tradicional. El partido nace del oportunismo ante el desgaste de la derecha hegemónica tras muchas décadas alternándose con la socialdemocracia en el poder. Por ello, no cabe situar a VOX en una posición ideológica original: al fin y al cabo, recoge valores que ya estaban contenidos en la derecha y lo que pretende es llevarlos a un extremo del que, en el fondo, la derecha española provenía.
En su búsqueda de valores esencialmente retrógrados, Abascal se ha posicionado duramente en contra del aborto (“El aborto es malo y hay que combatirlo”), del feminismo en general (“el feminismo nos quiere oprimir [al hombre]”), de las personas migradas (“que se prohíba cualquier tipo de ayuda social a la inmigración” o “veto migratorio a los países musulmanes”), y admite siempre andar armado con un revolver Smith & Wesson ("Al principio para proteger a mi padre de ETA; ahora, a mis hijos"). En el fondo, nada muy original en las derechas de ala dura.
Entre las 100 propuestas presentadas durante en octubre de 2018, destacan la disolución de las autonomías, y por ende, la re-centralización del Estado español; la derrogación de la Ley de la Memoria Histórica y de la Ley de la Violencia de Género; la deportación de personas migradas en situación irregular; y la “supresión de organismos feministas radicales subvencionados”. A éstas se añaden los incentivos a la privatización de los planes de pensiones, así como de la educación y del suelo público.
Todas éstas son propuestas que apelan al trasfondo más conservador de muchos españoles y que, durante la transición democrática del país, fueron relegadas al fondo de los deseos inconfesados por ser generalmente consideradas como políticamente incorrectas, “fachas”, como se suele decir.
Son propuestas que se enmarcan dentro de lo que se ha venido a llamar las “guerras culturales” (lo que Steve Bannon llama “cultural politics” o “cultural warfare”), pero incluyen también una dimensión político-económica que vale la pena enfatizar. A principio de año eldiario.es recogía algunas de las propuestas económicas de VOX, asegurando que “están enfocadas hacia un apuntalamiento de los privilegios de quienes poseen mayores rentas y patrimonio”. Una agenda, otra vez, muy antigua y popular entre los ricos, los que aspiran a serlo y los que piensan que los ricos y los pobres lo son porque se lo merecen, asumiendo la ética de la resignación cristiana.
La reconquista
Para VOX, la “reconquista “ no es solo una simple lucha cultural por la recuperación de valores antidemocráticos, sino que tiene propósitos reaccionarios que buscan aumentar los beneficios de las oligarquías económicas y continuar la profundización del modelo neoliberal, reduciendo así al Espado a su mínima expresión, abogando por la eliminación de impuestos y la desarticulación o privatización de todos los servicios públicos.
Aún así, el partido de Abascal sabe que reivindicar sus planteamientos en materia económica no es tan “popular” como agitar el discurso del racismo y la misoginia reaccionaria. Según Moha Gerehou, periodista y activista anti-racista, el discurso racista “se ha legitimado, se ha visto que se traduce en votos. Y hay distintos partidos que están legitimando ese discurso haciendo, a su vez, que haya parte de la población que se vea legitimada para llevar ese discurso a la práctica”.
A pesar de no sentirse cómodos con la retórica incendiaria de VOX, a Ciudadanos y al PP no les ha costado mucho llegar a un acuerdo con el grupo de Abascal en Andalucía. En el fondo, con matices, comparten valores y agenda y quizás solo divergen en el acento más que en la esencia de sus ideas políticas. De ahí la importancia a apelar a la emocionalidad y la exageración para ganar adeptos, que lo que busca es distinguirse en la dureza con que se aplican sus ideas pero no tanto en las ideas mismas.
Así, la irrupción de VOX en la política tendría dos efectos inmediatos. En primer lugar, sugiere la consolidación del reaccionarismo internacional. Mientras que en algunos contextos camina por la línea fina entre autoritarismo y democracia (Bolsonaro, Trump, Duterte, Erdogan, Salvini), en otros simplemente afianza sus lazos económicos (y políticos) con los grandes intereses económicos y financieros (Duque, Macri, Piñeira).
"Para VOX, la 'reconquista' no es solo una simple lucha cultural por la recuperación de valores antidemocráticos, sino que tiene propósitos reaccionarios que buscan aumentar los beneficios de las oligarquías económicas y continuar la profundización del modelo neoliberal"
En segundo lugar, ya a nivel nacional, VOX abre la posibilidad de un nuevo ciclo político en España donde hasta la fecha no se ha gobernado nunca en coalición. La fragmentación de la derecha entre PP de la derecha tradicional, VOX hacia la extrema derecha y Ciudadanos hacia el centro, no supondría, en realidad, una gran cambio; significaría la posibilidad de que una derecha tradicional debilitada lograse gobernar, pactando a ambos lados de su espectro político y conformando un nuevo pacto ‘a la andaluza’.
El problema, aquí, es que entre el centro que tiende a la ‘moderación’ y el extremo que tiende a la radicalidad, gana siempre la radicalidad.
¿Qué democracia?
Por esta razón, sin importar qué tan marginal sea su participación en el congreso de los diputados, o en el mismo gobierno, VOX ya ha empezado su reconquista. Su entrada en las instituciones políticas representa un evidente peligro de erosión de los valores de la tolerancia, el respeto, el diálogo, y la justicia social. En el fondo, la irrupción de la extrema derecha en los gobiernos europeos y de todo el mundo occidental obliga a reflexionar sobre qué esta fallando en el sistema democrático para que cada vez más gente concuerde con ideas que pretenden destruirlo desde dentro.
Pablo Bustinduy, diputado saliente del grupo parlamentario de Podemos, y cabeza de lista del mismo grupo político para las elecciones europeas del 26 de mayo aseguraba en su última intervención de la legislatura que “detrás del Brexit, detrás del auge de la ultraderecha xenófoba y machista, está la crisis de un modelo social que ha abandonado la defensa de las condiciones de vida en Europa, y qué casualidad que los supuestos patriotas no cuestionen jamás los poderes financieros que están vaciando la democracia”.
“No se trata solo de derrotar a la ultraderecha”, decía Bustinduy, “se trata de construir un horizonte de certidumbre y seguridad que responda a los retos existenciales de Europa”. Pero este discurso bien intencionado de la izquierda debería también hacer reflexionar.
Los demócratas liberales y la izquierda en particular deberían pararse a pensar qué es lo que están haciendo tan mal para que una ideología que pretende reconstruir un pasado que significó la ruina de Europa y el mundo esté ganando tantos adeptos. Cuando la apuesta por la “reconquista” está ganando a la apuesta por la diversidad y los valores democráticos, algo está fallando profundamente aunque no lo sepamos ver.
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