
Una señora votando durante las elecciones presidenciales mexicanas. 1 de julio, 2012. Susana Gonzalez/DPA/PA Images. Todos los derechos reservados.
México vive una crisis económica, política, social e internacional. Hemos visto la depreciación acelerada de nuestra moneda, el incremento de precios generales traído por la liberalización de los precios de la gasolina y, ahora, la incertidumbre ocasionada por la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. El descontento se siente en la calle y la gente denuncia en redes la incapacidad de nuestros representantes para responder ante esta situación.
Gran parte del descontento es resultado de una crisis de representatividad del sistema político que lleva años gestándose. En 2015 la agencia chilena Latinobarómetro reveló que un 78% de los encuestados no se encontraban satisfechos con el funcionamiento de la democracia en México, mientras que UN 70% reprobaba el trabajo de los partidos políticos. Es evidente que la ciudadanía se ha desilusionado de una clase política que parece procurar su interés particular por encima de los problemas que afligen al país.
Recientemente, reformas de la legislación electoral han permitido la introducción de mecanismos de participación política - como candidaturas independientes e iniciativas de ley ciudadanas -, lo que propicia un cambio en las instituciones democráticas. Todo ello, gracias a los esfuerzos de la sociedad civil, que ha puesto en evidencia la necesidad de reformar los partidos políticos para reivindicar su propósito representativo y acotar las malas prácticas que hoy los caracterizan.
Es por eso que desde Wikipolítica impulsamos la iniciativa #SinVotoNoHayDinero que busca modificar los incentivos de los partidos dentro del sistema actual. Nosotros somos una organización que busca transformar las formas de hacer política en México. Usamos herramientas tecnológicas y procesos colaborativos para poner a las personas al centro de la toma de decisiones y del monitoreo a nuestros gobernantes, usando la innovación y la creación colectiva como principios rectores.
Para lograr mejores partidos y candidatos proponemos modificar los incentivos para orientarlos a un mejor desempeño democrático y lograr partidos que respondan. Bajo el régimen actual, los partidos políticos son financiados principalmente con recursos públicos a gran costo para el erario. Para determinar su ministración, se multiplica el 65% de una Unidad de Medida y Actualización (UMA, el concepto para pagar obligaciones presupuestales que corresponde a $47 pesos mexicanos) por el número total de votantes registrados. Esto resulta en la asignación de montos exorbitantes que no son sujetos al nivel de participación efectiva registrado en las urnas.
Tan solo en 2017 recibirán $4.059.213.905 de pesos (194.245.563 USD) y se espera un monto todavía mayor para financiar las elecciones del próximo año. Pocos se atreverían a justificar dicho gasto, ya que cada vez menos mexicanos participan en las jornadas electorales: en ciertos estados, la participación ha llegado a cifras alarmantes de un 25% o un 30%. En vez de buscar revertir esta tendencia, partidos y candidatos continúan incurriendo en delitos electorales y eludiendo las multas y castigos de los tribunales. Han abandonando la formulación de propuestas convincentes y el debate serio, enfocándose en las tribulaciones de una industria político- electoral.
#SinVotoNoHayDinero nace del descontento con dicho dispendio. Originalmente impulsada por el diputado federal independiente Manuel Clouthier, esta iniciativa busca modificar la fórmula antes mencionada para incentivar a los partidos políticos a ser más representativos y fomentar la participación. La nueva fórmula usaría la votación válida emitida en vez de la lista de votantes registrados, ya que ésta excluye los votos a candidatos independientes, no registrados y nulos. De esta manera se fortalece el voto y se beneficia directamente al ciudadano, cuya acción al votar estaría teniendo un efecto directo en cómo se asignan los montos presupuestarios y cómo se conduce nuestra democracia.
Los partidos ya no podrían ignorar la tendencia de alto abstencionismo y votos nulos, y se verían motivados a mejorar la calidad de sus propuestas y discursos. Mientras que algunos apuntan hacia un posible escenario donde se refuerce el acarreo y compra de votos, es importante mencionar que los ciudadanos que quieran ejercer su voto de castigo ahora tendrán un mayor impacto que bajo el sistema actual. Para llegar a niveles más altos de participación, los partidos tendrán que apelar a aquellos votantes escépticos o inclusive apáticos, con una nueva estrategia que implique escuchar e incorporar a más personas en sus plataformas electorales.
Es difícil pensar en un mecanismo de participación más efectivo y directo que los partidos políticos, quienes permiten a la ciudadanía identificarse y organizarse detrás un ideal o propósito común. Una democracia sin partidos efectivos deja a millones de ciudadanos políticamente huérfanos, excluídos de la toma de decisiones que afectan directa o indirectamente su vida cotidiana
Por eso que queremos que las personas vuelvan a enamorarse de la política y de los partidos, pero solamente de aquellos que muestren una verdadera convicción de servicio público. Necesitamos partidos más baratos y eficientes, más transparentes y horizontales, más profesionales e inclusivos, no sólo máquinas de gastar dinero. Por eso hoy decimos: Si quieren nuestro dinero, ¡que se ganen nuestro voto!
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