Boric es, sin duda, un hijo de la democracia chilena. Con tan solo cuatro años vio como Pinochet cedió el poder y nunca lo mencionó en su camino hacia la presidencia. Su campaña, sin embargo, es un rechazo a la dictadura y sus herencias. En primera instancia, porque el gobierno de Pinochet fue el artífice del modelo económico neoliberal y de la constitución que Boric y sus aliados han criticado constantemente. En segunda instancia, porque su rival en las elecciones, José Antonio Kast, representaba una apuesta de extrema derecha rayana devota del autoritarismo de Pinochet, y montó su campaña hablando favorablemente de la dictadura y proponiendo unas medidas de seguridad que recordaban los oscuros tiempos de la época militar.
Boric es un joven chileno de clase media alta de provincias. Viene de una familia de tres hijos de origen croata por parte de padre y descendientes de inmigrantes que llegaron a la Patagonia a finales de los ochenta, y catalán (de Badalona) por parte de madre. Tanto su padre como su abuelo trabajaron en la industria del petróleo en la provincia de Magallanes. En su juventud estuvo en una escuela inglesa privada y su familia, aunque no era muy política, se oponía a Pinochet.
Cuando estaba en el bachillerato, Boric quiso volverse parte de un grupo de izquierda, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR. El MIR fue perseguido durante la dictadura así que, en su adolescencia, Boric contactó a uno de sus miembros por correo para entender cómo podía apoyar la revolución. Nunca le contestaron
Años después, al ser elegido congresista, Boric habló de su deseo de entender la política desde joven. Él venía de un ambiente protegido y su padre tenía perspectivas políticas de centro. Sin embargo, durante su juventud en Punta Arenas, Boric comenzó a leer libros de líderes revolucionarios de latinoamérica y de ahí nació su deseo de ser parte del MIR.
En 2004 Boric se mudó a Santiago, la capital de Chile, para estudiar derecho. Completó sus estudios en 2009, pero no pasó un pedazo del examen final. En ese momento entró al activismo estudiantil y pasó a ser una de las caras de las protestas sociales por lo que nunca tomó el examen de nuevo.
En 2011, cuando los manifestantes se tomaron las calles del país pidiendo una mejor educación pública, lanzó su candidatura como presidente de la federación de estudiantes de la Universidad de Chile y ganó. Tres años más tarde, en 2014, se convirtió en uno de los cuatro estudiantes parte de las protestas que entraron al Congreso de Chile.
Los retos de Boric
El nuevo presidente de Chile se enfrenta, sin duda, a retos enormes. El primero es lograr cumplir sus promesas de campaña y con las expectativas de sus seguidores. Lo anterior incluye cambiar de un sistema privado de pensiones hacia uno público, perdonar deuda estudiantil, incrementar la inversión en educación y salud pública y crear un sistema de cuidado que le quite la sobrecarga a las mujeres, que hacen el mayor trabajo como cuidadoras de niños, ancianos y otro tipo de parientes. También se compometió a restaurar territorios indígenas y a apoyar el acceso sin restricciones al aborto.
Otro gran reto será la economía y el desempleo que le deja la pandemia de la Covid-19, y deberá afrontarlo con un congreso dividido. Boric tendrá que tomar una decisión sobre si será un presidente moderado, cultivando los apoyos conseguidos al centro, o uno radical, cuidando a unas bases izquierdistas. Del equilibrio entre ambas fuerzas dependerá buena parte de la estabilidad de sus apoyos políticos, imprescindibles para sacar adelante reformas complejas como la de las pensiones, la educación, la salud o el aumento de los impuestos.
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