La pregunta hoy es, ¿cuán sólido es este nuevo acercamiento entre los dos países? y ¿cuáles son las condiciones innegociables para que sea fructífero?
¿Adiós a Maduro?
El gobierno estadounidense nunca fue cercano a Hugo Chávez, que presidió en país entre marzo de 2007 y marzo de 2013. Tras su fallecimiento, Nicolás Maduro asumió el poder y confirmó la deriva antidemocrática de Venezuela, lo que provocó que el rompimiento de lazos con la superpotancia norteamericana fuera absoluto. Que Maduro acepte finalmente celebrar unas elecciones libres, transparentes y democráticas en 2024 es un logro importante de la negociación, y abre la posibilidad de una transición democrática cuyo horizonte contempla que ya no esté Maduro.
La oposición venezolana exigió que para tales elecciones se fijen condiciones que impidan que Maduro se reelija fraudulentamente como, afirman, orurrió en 2018. Gerardo Blyde, líder negociador de la oposición en la mesa de Ciudad de México, aseguró el 27 de noviembre que "nuestra misión es conseguir las condiciones democráticas para que se produzca la alternabilidad". Así mismo, Estados Unidos, la Unión Europea, Reino Unido y Canadá pidieron "buena voluntad para alcanzar un acuerdo global que conduzca a la celebración de elecciones libres y justas en 2024".
Además, aseguraron su "disposición para revisar el paquete de sanciones en caso de progresos sustanciales de parte del régimen". Este es un asunto clave. Las sanciones buscaron lograr, sin éxito, que Maduro dejara el poder en un país sumido en profundas crisis políticas, sociales y económicas y que ya tiene más de siete millones de ciudadanos en la diáspora.
Aunque el canciller de México, Marcelo Ebrad, celebró el acuerdo como "el triunfo de la política", queda por ver si Maduro continuará abriéndose a una transición pactada y si, sobre todo, aceptará celebrar unas elecciones realmente democráticas, o seguirá aferrado el poder con manipulación, prepresión, corrupción y fraude como hasta ahora, apelando a una épica revolucionaria de inspiración cubano-bolivariana, que hace de la resitencia al “imperialismo” su razón de ser y la cohartada que justifica todos sus fracasos.
Reglas claras
Aunque la licencia es un hecho, los delegados que participaron en la mesa en México le solicitaron a Naciones Unidas "el diseño, establecimiento e implementación de un fondo fiduciario único" al cual irán los 3.000 millones de dólares que se liberaron de las sanciones impuestas a Venezuela.
Según Dag Nylander, representante de Noruega, país facilitador de los diálogos, los recursos desbloqueados "se incorporarán progresivamente como contribuciones al fondo" y se destinarán a salud, educación, recuperar la red eléctrica y, además, atender la emergencia que se creó debido a las recientes lluvias, que generaron importantes inundaciones y daños en infraestructuras y viviendas.
Blyde aseguró también que el fondo "será administrado por Naciones Unidas". Farhan Haq, portavoz adjunto de la ONU afirmó que, para el secretario general, Atonio Guterres, "el compromiso de la organización es apoyar a las partes para implementar el acuerdo".
Las negociaciones continuarán este mes de diciembre, según un comunicado conjunto. El dirigente opositor Juan Guaidó, sin embargo, que se autoproclamó presidente interino de Venezuela en 2019 con el apoyo de medio centenar de países, entre ellos Estados Unidos, desconociendo la reelección del mandatario socialista, esta ahora ya fuera de juego. Esto hace que la oposición tenga que encontrar un nuevo líder, que no solo sea capaz de vencer popularmente a Maduro, sino que catalice el consenso internacional que facilite a Venezuela reincorporarse al concierto de las democracias liberales de una región donde además ahora puede encontrar interlocutores favorables a una negociación en los recientemente elegidos presidentes Petro y Lula.
Venezuela, sentada un las mayores reservas confirmadas de petróleo del mundo, es una importante pieza geopolítica de la que Occidente no puede permitirse prescindir por más tiempo. La nueva coyuntura geopolítica, con Rusia utilizando la energía como arma en su guerra contra Europa y el orden internacional liderado por los EE.UU., a la sombra de una China que está buscando aprovechar todas las ventajas, obliga a forzar la máquina de la negociación y recuperar a Venezuela.
Abrir la llave del flujo del petróleo venezolado es diversificar el riesgo energético de Occidente, demasiado dependiente del Golfo y de Rusia, y ofrecerle una salida a Maduro. En tiempos de nueva Guerra Fría, es importante para Occidente atraer a Venezuela, uno de los países fundadores de la OPEP, a este lado.
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