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Hilse, bailarina venezolana en Bogotá: migrar es transitar

En 2018 llegó a Bogotá como una más de las y los migrantes venezolanos que salieron del país ante el deterioro definitivo de las condiciones de vida. Bailar ha sido su respuesta para tansitar la migración.

Cristina Juliana Abril Juanita Rico
28 julio 2022, 12.01am

“Todo tendrá un sentido único, especial, particular y de origen extraterrestre”, escribió Hilse una mañana del 2022 en Bogotá. Así describe la forma en la que siente el ser migrante en Colombia: una sucesión de hechos incontrolables que la trajeron a un nuevo territorio, a un nuevo país, en el que nada es conocido, pero todo sucede como si estuviera predestinado y se ordena como por arte de magia.

Hilse León es de Caracas, la capital de Venezuela. Hija de un titiritero y de una actriz de teatro, vive de la danza: es bailarina contemporánea, profesora de danza contemporánea, de pilates, conoce el arte de la improvisación, y ahora enseña danza en la Universidad Javeriana, en Cenda y en Danza Común.

Estuvo en Colombia antes, pero cuando viajó al país con su hija para visitar al padre de ella en 2018, y ante la perspectiva de volver a un país devastado, se quedó. “No fue un proceso preparado” dice. Para ella, así como para la mayoría de los casi 2,5 millones de migrantes venezolanos en Colombia, su proceso migratorio fue forzado.

Hilse en su casa.

Hilse en su casa.

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Andrés Bernal Sánchez

En consecuencia, reconocerse como migrante no es fácil: “Mi alma no es de migrante, no tengo esa facilidad de tránsito”, afirma.

Transitar, el verbo que usa Hilse para describir el moverse de un país a otro, describe ajustadamente su situación: es, según la Real Academia de la Lengua Española (RAE), ir o pasar de un punto a otro por vías o parajes, o viajar o caminar haciendo tránsitos.

Aunque transitar no hace parte de la esencia de Hilse, el concepto lo asimiló a través del baile. “La danza prepara el cuerpo para andar, para atravesar, para migrar, porque en esencia es atravesar el espacio en un salón de danza, atravesarte a ti, al compañero y, a la vez, te dejas atravesar por la música, por otros cuerpos, por el contacto del otro. Me preparó para este movimiento que no fue demasiado hermoso al inicio, ni demasiado alegre, ni lleno de emociones bonitas”.

En los múltiples relatos que se han documentado de migrantes que llegan de Venezuela a Colombia, pocos se manifiestan preparados para transitar. Como en el caso de Hilse, encontrar algo que los ayude a facilitar el proceso de migrar es clave. “Para mí el desplazamiento geográfico, que implicaba un cambio absoluto de vida, estuvo amparado por la danza”. Su testimonio deja ver que el arraigo en una nueva tierra también se puede conseguir a través del arte y la cultura. Da cuenta de que, mientras haya manifestaciones o actividades que permitan que los migrantes tengan un polo a tierra, una actividad en la que se sientan reconocidos, su adaptación a un nuevo país puede ser menos traumática.

Hay, sin embargo, problemas estructurales que deben abordarse para lograr una nacionalización de los migrantes venezolanos que les permita el acceso a todos sus derechos.

“Hubo un tiempo en el que no decía que era venezolana” cuenta Hilse. “Prefería decir que era costeña”, añade. Costeños es como se llama a las personas que viven en las zonas costeras de Colombia; su acento es casi idéntico al de los oriundos de Venezuela, por lo que se confunden fácilmente.

Hilse León.

Hilse León.

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Andrés Bernal Sánchez

Ella escondía su nacionalidad por el miedo a ser víctima de xenofobia. Un miedo que no es infundado: según el Barómetro de Xenofobia, en 2022 la discriminación contra venezolanos en Colombia aumentó en un 3% con respecto al año anterior; Julio Daly, director de la plataforma, afirmó que durante lso primeros cinco meses de año esta tasa estuvo en un 12% en comparación con el 9% del mismo período del año anterior.

Más allá de la discriminación, las dificultades más grandes que ha enfrentado Hilse han sido económicas durante los periodos en los que no ha podido dedicarse a su profesión, la danza. Este es el reto principal y común a todos los migrantes venezolanos: encontrar vías de inserción laboral que les permitan vivir dignamente.

Para las mujeres migrantes venezolanas el desempleo en Colombia supera el 91%

Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Universidad Javeriana de Colombia, desde las primeras oleadas migratorias desde Venezuela, la prioridad de las personas que llegaban al país era buscar trabajo, y que un 74%, estaba en capacidad de ejercer alguna actividad laboral. Sin embargo, ante a la gran oferta de capital humano dispuesto a trabajar, el estudio señala que los niveles de empleabilidad de la población migrante en Colombia son muy bajos. La Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH - DANE), para el período entre julio de 2018 y junio de 2019, mostró que cerca del 93,5 % de los migrantes carecía de un contrato formal. Otra cifra alarmante es que, según el mismo informe, para las mujeres migrantes venezolanas el desempleo en Colombia supera el 91%. Solo intentar integrarse a la economía informal, muy elevada en Colombia, ofrece oportunidades de supervivencia.

Las cifras dejan claro que los migrantes venezolanos, especialmente mujeres como Hilse, a pesar de tener una formación, un oficio, se encuentran en una situación de alta vulnerabilidad.

Para ella, esa fragilidad se siente cada día, pero no es fácil de expresar o de entender: “Uno empieza a vivir en un tiempo muy particular. Se extraña algo, pero no se sabe qué es lo que extrañas, estás bien, pero no estás del todo bien... es como un tiempo muy distinto".

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Hilse León.

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Andrés Bernal Sánchez

Tal sentimiento se puede interpretar como el desarraigo que crea la migración forzada. Entre 2016 y 2021 un grupo de investigación del Instituto de Salúd Pública de la Universidad Javeriana, indagó sobre la salud mental de los migrantes venezolanos en la frontera de Cúcuta, el lugar por el que acceden más migrantes al país.

Los investigadores reunieron información sobre las expectativas y experiencias relacionadas con el viaje, sobre las relaciones sociales y familiares,y sobre las reacciones emocionales, físicas y cognitivas, y sobre el impacto de la pandemia en los migrantes. Para hacerlo, escucharon a más de 400 personas, incluyendo a los propios migrantes venezolanos, a servidores públicos y a expertos en migración.

El 50,6% de los migrantes venezolanos encuestados sufre depresión, ansiedad o consume sustancias psicoactivas a partir del momento en que tuvieron que migrar

Su conclusión fue que la migración afecta significativamente la psyche de quienes la viven. Encontraron que el 50,6% de los migrantes venezolanos encuestados sufre depresión, ansiedad o consume sustancias psicoactivas a partir del momento en que tuvieron que migrar.

Hilse cita a la poeta y escritora uruguaya Cristina Peri Rossi quien, en su libro de poemas "Estado de exilio" explica el sentimiento del exilio así: "Si el exilio no fuera una terrible experiencia humana, sería un género literario. O ambas cosas a la vez.”. Su interpretación es muy acertada: la literatura, en muchas ocasiones, busca mostrar la complejidad de la realidad humana, y el exilio, sin duda, es una de las realidades humanas más complejas y desgarradoras.

El exilio no se elige, es un cambio forzoso de lugar, un "arrancarse" de la propia tierra, para trasplantarse en otra. Es una ruptura, un cambio de costumbres, de ideas sobre la vida y obliga a acostumbrarse a desacostumbrarse. En esa fractura, en la identidad de los exiliados, como reconoce las Naciones Unidas, hay un resquebrajamiento de la identidad que, inevitablemente, ahonda la vulnerabilidad del migrante. Los esfuerzos para reconocer a los migrantes venezolanos como refugiados son, entonces, fundamentales.

Hilse usa el concepto de "terredad", acuñado por el poeta venezolano Eugenio Montejo, para volver a explicar el refugio que ha sido para ella la danza. Según Montejo la terredad es la condición extraña del hombre en la tierra, de saberse aquí entre dos nadas, con lo que es y con lo que no es, con su sombra. Para Hilse, esa terredad, que en los pájaros esta asociada a su canto, para ella como bailarina y migrante, está asociada directamente con el fluir de su cuerpo en movimiento, o lo que ella llama “el vuelo de la danza”.

Libro sobre aves venezolanas.

Libro sobre aves venezolanas.

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Andrés Bernal Sánchez

Su testimonio es útil para mostrar que el reto principal de los migrantes, en todos los lugares del mundo, es que encuentren en los países de destino los mecanismos para desempeñarse en las labores para las que se prepararon. Inevitablemente, tendrán que enfrentarse a situaciones precarias económicas, sociales o de salud, pero encontrar un anclaje laboral es, sin duda, el primer paso para afrontar la situación traumática de haberse visto obligados a abandonarlo todo para reencontrar una vida digna o, simplemente, para sobrevivir.

Hoy esta poderosa mujer venezolana vive de la danza de nuevo, y busca su “terredad” en un nuevo país. Sin embargo, como millones de sus compañeras de diáspora, no dejará nunca de pensar en su tierra natal y en la posibilidad de regresar.

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