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Las bajas del gobierno de Bolsonaro en plena pandemia: ¿estrategia o desesperación?

Días después de destituir a su competente ministro de Salud en mitad de la crisis sanitaria de la Covid-19, el presidente fuerza la renuncia de Sergio Moro, famoso juez anticorrupción y uno de los miembros más populares de su administración. English Português

Manuella Libardi
24 abril 2020, 11.20pm
Manifestantes en Sao Paulo, Brasil el 30 de junio de 2019 en defensa del ministro de Justicia Sergio Moro
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Cris Faga/SIPA USA/PA Images

Explicar el escenario político que hoy vive Brasil a los no brasileños, es similar a tratar de exponer la trama de Tiger King en pocas palabras para aquellos que no han visto la exitosa serie documental de Netflix. Una intenta juntar palabras en oraciones coherentes, pero termina básicamente con una mezcla de frases bizarras.

Pero tal vez esa sea la estrategia del presidente Jair Bolsonaro: causar la suficiente confusión, arrojar el suficiente humo para que los espectadores, incapaces de seguir la trama, pierdan interés en el espectáculo.

Pocos días después de destituir a su competente ministro de Salud en medio del nuevo brote de coronavirus, Bolsonaro destituyó al jefe de la Policía Federal, aun sabiendo que la medida causaría la renuncia de su "superministro" y una de las estrellas de su administración, el juez estrella Sergio Moro.

Moro dejó su cargo de ministro de Justicia hoy, 24 de abril, después de que Bolsonaro destituyera ayer al jefe de la Policía Federal, Maurício Valeixo. Moro alegó interferencia política en la Policía Federal y acusó, bastante directamente, a Bolsonaro de solicitar acceso a informes de investigación, lo que podría ser una violación del código penal. Moro no mencionó detalles pero insistentes rumores apuntan a que las investigaciones criminales de la policía implicarían a miembros de la familia de Bolsonaro. Los tres hijos mayores de Bolsonaro – Flávio, Carlos y Eduardo – están involucrados en varias investigaciones.

En su pronunciamiento de esta mañana, Moro, un controvertido juez de Curitiba que se hizo famoso por su papel en las investigaciones anticorrupción conocidas como Operación Lava Jato, afirmó que la decisión de Bolsonaro de despedir a Valeixo no fue más que un acto político. Moro agregó que el presidente no dio una razón válida para su decisión y admitió que sus motivaciones eran personales. Moro agregó que nunca firmó la renuncia de Valeixo, al enterarse de la destitución por medio de la gaceta del gobierno.

Bolsonaro había previamente amenazado reemplazar miembros de la Policía Federal, incluido el director general, lo que causó una brecha entre el presidente y el ahora ex ministro de Justicia. Valeixo trabajó estrechamente con Moro en Lava Jato hasta fines de 2018, cuando se unió a Moro en la nueva administración de Bolsonaro. La investigación envió a decenas de políticos y empresarios a la cárcel en toda América Latina, incluido el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el CEO de la gigantesca constructora Odebrecht,. Esa actuación, y su puesta en escena mediática, convirtió a Moro en un héroe local.

No sería exagerado decir que Moro ya tiene sus ojos puestos en las elecciones presidenciales de 2022.

Pero la creciente popularidad y las expectativas de una brillante carrera política de Moro sufrieron un golpe repentino en junio de 2019, cuando The Intercept publicó una serie de mensajes filtrados intercambiados en la plataforma Telegram. Los mensajes incluyeron comunicaciones entre Moro y el fiscal principal de la Lava Jato, Deltan Dallagnol, en los cuales Moro supuestamente aconsejó e instruyó al fiscal en un aparente esfuerzo para interferir en la investigación que finalmente llevó al juicio, a la inhabilitación y al posterior encarcelamiento del popular ex presidente Lula, impidiéndole así competir en unas elecciones que le daban como favorito frente a Bolsonaro..

Si bien la reputación de Moro se vio afectada por las filtraciones, el juez estrella siguió siendo una de las figuras políticas más populares de Brasil. En diciembre de 2019, encuestas mostraron que el 53% de los entrevistados calificaban su desempeño gubernamental como "excelente o bueno", situándolo por encima de la aprobación del presidente, que se registró un corto 30%.

La renuncia de Moro ha sido repentina y, en gran medida, inesperada. Sin embargo, la medida podría beneficiar sus expectativas políticas. En su discurso, se jactó de los logros de Lava Jato en la lucha contra la corrupción, y sugirió que su renuncia fue un acto desafiante ante una actitud corrupta de Bolsonaro. No sería exagerado decir que Moro ya tiene sus ojos puestos en las elecciones presidenciales de 2022.

La renuncia de Moro debilita la administración de Bolsonaro. El viernes, grupos empresariales y miembros militares del gobierno, manifestaron su frustración con el presidente. Gabriel Kanner, presidente del Instituto Brasil 200, un grupo de empresarios que habían estado apoyando a Bolsonaro desde que asumió el cargo en enero de 2019, dijo sentirse "traicionado como votante" además de sentir una "decepción absoluta".

El ala militar del gobierno expresó su descontento ante la decisión del presidente de destituir a Valeixo sin consultarlos. Los generales, supuestamente, se reunieron el jueves para tratar de encontrar formas de evitar la renuncia de Moro y se sintieron "traicionados" por el modus operandi de Bolsonaro.

La renuncia de Moro se da exactamente una semana y un día después de que Bolsonaro destituyera a su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, cuyo manejo del brote de la Covid-19 había sido elogiado por varios sectores de la población.

Lo que sucederá a partir de ahora está por verse. Si sabemos una cosa sobre Bolsonaro es que es impredecible y actúa contra toda lógica.

Bolsonaro comenzó a mostrar resentimiento hacia Mandetta en el momento en que el primer paciente fue diagnosticado con la Covid-19 a fines de febrero, porque el entonces ministro de Salud se mostró a favor de seguir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, en especial sobre las medidas de confinamiento que apoyan los gobernadores de muchos estados pero que Bolsonaro, que menospreciaba la pandemia, se niega a respaldar.

Hoy temprano, Mandetta compartió en su cuenta de Instagram una foto suya junto a Moro con un pie de foto en el que elogió al ex ministro de Justicia por una actuación "técnica", y agregó que los dos trabajaron estrechamente durante la pandemia, "siempre pensando en el bien común".

Además, el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, también conocido por sus iniciales FHC, escribió en Twitter que Bolsonaro debería renunciar y "salvarnos de, además del coronavirus, un proceso de destitución".

Lo que todo esto muestra es que Bolsonaro ha perdido un apoyo que era masivo entre las alas centristas, dentro y fuera del gobierno. Pareciera que Bolsonaro está tratando de distanciarse de su propio gobierno. La lógica detrás de la estrategia podría ser protegerse de la culpa cuando la recesión económica que seguirá a la pandemia golpee con toda su fuerza. Bolsonaro fue, en gran parte, votado por sus promesas de crecimiento económico después de siete años de estancamiento del que se hizo responsable al partido de Lula da Silva y Dilma Roussef.

Lo que sucederá a partir de ahora está por verse. Si sabemos una cosa sobre Bolsonaro es que es impredecible y actúa contra toda lógica.

Probablemente convocará a sus seguidores y llamará a multitudinarias manifestaciones públicas de respaldo a su gobierno al mismo tiempo que las infecciones y los fallecimientos por coronavirus que continúan aumentando en Brasil. Eso es lo que ya hizo el fin de semana pasado después del fiasco de Mandetta. Llenará la Policía Federal y el ministerio de Justicia con personas leales y dirigirá el departamento como le plazca, hasta que alguien o algo lo detenga.

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