Un adolescente armado con un fusil de asalto consiguió apagar salvajemente las vidas de 19 alumnos y dos maestras durante más de una hora, y eso en la región más militarizada del país más poderoso del mundo.
Cerca de allí, en las aguas y las orillas del río Bravo, igual número de seres humanos, incluidos niños pequeños, pierden la vida cada día, a menudo a la vista de esas mismas fuerzas militarizadas.
El 24 de mayo de 2022, un estudiante de secundaria del pueblito de Uvalde, Texas, cometió un crimen atroz. Teniendo en cuenta la media hora anterior, durante la cual el adolescente disparó a su abuela, se marchó en una camioneta y se estrelló contra un árbol, cruzó el recinto de la escuela primaria portando un rifle AR-15, y disparó, según el director del departamento de seguridad de Texas Steven McCraw, "más de 100 disparos" contra las ventanas de la escuela antes de acceder al edificio y luego al aula que diezmó, habían transcurrido al menos 90 minutos de delitos públicos antes de que 80 agentes de la CBP (Aduanas y Protección Fronteriza) de Estados Unidos, de la BORTAC (Unidad Táctica de la Patrulla Fronteriza), fuertemente armados, intervinieran y lo mataran.
Uvalde se encuentra a 54 millas (87 km) del Río Bravo que separa Eagle Pass, Texas, de Piedras Negras, Coahuila, México. Con una población de 16.000 habitantes, Uvalde alberga un Walmart y un centro de detención de inmigrantes. Al menos el 80% de los habitantes contabilizados del pueblo son latinos, y la renta per cápita es inferior a 12.000 dólares estadounidenses al año. Según el Censo de EE.UU. de 2020, el 10% de los residentes nacieron en el extranjero, y el 70% de esas personas no son ciudadanos.
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