El deterioro ambiental de Napo, aunque muy preocupante, no es inusual dentro del contexto amazónico. Hace parte de una creciente lista de áreas remotas en toda la región amazónica que están siendo explotadas por sus recursos, y cuyo aislamiento sirve casi como una barrera protectora frente a las indagaciones.
Como InSight Crime informó recientemente, cada vez se están conociendo más focos de minería y tala ilegales bastante concentradas en toda la cuenca del Amazonas.
En el sur de Perú, la minería ilegal de oro ha seguido avanzando, a pesar de la intensa represión gubernamental desde hace varios años. En 2019, la Operación Mercurio intentó expulsar a 5.000 mineros ilegales de La Pampa, en el departamento de Madre de Dios. Si bien la operación logró trasladar a la mayor parte de los mineros, estos simplemente se trasladaron hacia áreas desconocidas del Amazonas, devastando el medio ambiente a medida que avanzaban. Las comunidades indígenas en los alrededores de Madre de Dios registraron un aumento del 128% en la deforestación minera después de la Operación Mercurio, según señaló el MAAP este año.
Y en Surinam, el embalse de Brokopondo ya es un foco de minería ilegal de oro, que invade áreas protegidas como el Parque Natural de Brownsberg. Durante décadas, los funcionarios policiales no han logrado desplazar a los pequeños mineros en el remoto parque, debido a la falta de recursos estatales.
En Roraima, al norte de Brasil, las zonas poco accesibles de la reserva de Yanomami se han vuelto bastante rentables para los garimpeiros (mineros ilegales). Allí se han construido pistas clandestinas para la entrega de maquinaria pesada y para retirar los minerales extraídos. Los garimpeiros operan con tanta impunidad, que pueden invadir el territorio yanomami con bombas de gas y con tiroteos para acceder a posibles sitios mineros.
En el Valle del Javari, un remoto territorio indígena en el oeste de Brasil en la frontera con Perú y Colombia, la tala ilegal, la pesca ilegal y el tráfico de drogas han prosperado durante años. La zona llamó la atención internacional a principios de este año, debido al asesinato del periodista británico Dom Phillips y del activista indígena brasileño Bruno Pereira.
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Este artículo apareció previamente en InSightCrime. Vea el original aquí
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