El mensaje que envía el régimen al mundo con sus acciones es claro: hará lo que le parezca para mantenerse en el poder, incluidas nuevas formas de represión e intimidación como ésta.
Entre los opositores afectados por la medida están el periodista de investigación Carlos Chamorro, la poeta y escritora Gioconda Belli, el novelista Sergio Ramírez, el obispo Silvio Báez, la feminista Sofía Montenegro y la defensora de derechos humanos Vilma Núñez.
El activista de los DDHH Camilo de Castro, que se encuentra entre los represaliados, ha declarado: “fuimos despojados de nuestra nacionalidad y el régimen Ortega Murillo anunció que confiscará nuestros bienes. Leonor y yo perderemos nuestra casa y mi mamá lo que ha construido a lo largo de una vida de trabajo. Además hemos sido acusados por traición a la patria y declarados prófugos de la justicia”.
Otra de las afectadas, la periodista Lucía Pineda, afirmó en diálogo con El País de España que “Son unos ladrones, pero Dios me va a devolver una casa mejor que esa que se están robando”. Pineda fue detenida en 2018, después de que la policía asaltó las instalaciones del canal de televisión 100% Noticias en Managua, donde Pineda trabajaba.
Frente a esta situación, la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos en América Central condenó "de la manera más enérgica esta nueva ola de violaciones a los DDHH". El organismo internacional hizo, además, un llamado al Estado nicaragüense para que cese de inmediato la persecución y represalia contra defensores de derechos humanos y opositores, y exige que se les restituyan todos sus derechos
Carlos Chamorro, exiliado, hijo de la expresidenta Violeta Barrios y uno de los sancionados, afirmó en redes sociales que "los castigados por medidas de odio y venganza, son todos los ciudadanos que demandan un cambio con justicia y libertad, incluidos los servidores públicos, civiles y militares".
Gioconda Belli, reconocida poeta nicaragüense, le respondió a Ortega con un poema:
“Te amo patria de mis sueños y mis penas
y te llevo conmigo para lavarte las manchas en secreto
susurrarte esperanzas
y prometerte curas y encantos que te salven.
Palabras digo puesto que son ellas la argamasa de mi vida
y a punta de palabras te imagino una y otra vez renacida
genial, despojada de cuanta polilla te corroe día a día
los cimientos”.
Si el régimen de Ortega-Murillo pretendía con estas medidas acallar las voces críticas, es probable que el efecto sea el contrario y que el clamor internacional ante el endurecimiento de la dictadura centroamericana se escuche más alto y claro.
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