En los países latinoamericanos, sin embargo, las tasas de deforestación aumentaron en los últimos dos años y los intereses privados y públicos han permitido que sectores como del agronegocio, el que más emisiones de carbono genera, avancen sin ningún pudor.
Lo cierto es que para los presidentes como Duque y Bolsonaro es fácil asumir compromisos grandilocuentes en las reuniones bilaterales, como la COP26, que luego no cumpliran o no tendrán que cumplir ya que los acuerdos de la Cumbre no son vinculantes.
Colombia, por ejemplo, debe implementar el Acuerdo de Paz firmado en 2016 para poder cumplir este compromiso. ¿Por qué? Porque, a la fecha, los bosques y las selvas del país siguen bajo asedio y la deforestación se ha disparado desde 2016, momento en que se firmó el Acuerdo porque otros grupos al margen de la ley han intensificado sus actividades mineras, cocaleras y de ganadería en el territorio.
Brasil, por otro lado, solo ha visto cómo su situación ambiental decae desde que Jair Bolsonaro asumió la presidencia. Según el Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil (INPE) desde 2018 la deforestación sólo ha aumentado. Bolsonaro ha implementado unos planes de intervención agresivos en la Amazonía, que democracia Abierta reveló en 2019, que dejaron clara su voluntad de explotar la Amazonía sin tregua.
México, el país latinoamericano que más emisiones produce, firmó el pacto a última hora. Aunque fue una de las primeras naciones en introducir una legislación sobre el cambio climático, Andrés Manuel López obrador, conocido como AMLO y presidente de México, apoyó una reforma energética que le da prioridad a los combustibles fósiles.
Otro punto importante es que, aparte de Costa Rica, todos los países del sur llegaron con sus contribuciones nacionalmente determinadas (O NDCs por sus siglas en inglés) actualizadas, pero sin cumplir. Lo que muestra que los países latinoamericanos son muy buenos haciendo promesas, pero poco eficientes cumpliéndolas.
Queda por ver si este nuevo pacto irá más allá de la emoción de Glasgow o si tendrá políticas públicas efectivas y un mayor financiamiento que permita ejecutar exitosamente la no deforestación en tan solo nueve años.
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