Al parecer, muchos chilenos no votaron por la nueva o vieja Constitución, sino en contra de Boric. No rechazaron el plebiscito para mantener la Constitución de Pinochet, sino en contra de lo que representa la izquierda ahora en el poder. No creemos, como dice Petro, que en Chile “revivió Pinochet”. La izquierda de Boric les prometió grandes cambios, y muchos chilenos ven que les ha fallado.
Incluso la mayoría de los Mapuches rechazaron la nueva Constitución, no porque estuvieran de acuerdo con la Constitución de Pinochet, sino porque, igual que hicieron otros, Boric les ha militarizado su territorio. Porque la izquierda no les apoya en su declaración de autonomía del Estado chileno. Porque la nueva Constitución les sigue atando a la República de Chile. Porque la convencional Elisa Loncon no surgió del consenso de los Mapuches, sino del movimiento de la izquierda.
También ganó el miedo. En el show de la democracia es posible, mediante la publicidad, encender o apagar ideas. La democracia no recoge la verdadera esencia de un pueblo, pues éste puede ser fácilmente manipulado por propagandas malintencionadas.
De ahí que, desde la visión del “Buen Vivir”, se plantean otras formas alternativas, concretas y directas, como la sociocracia y la comuncracia. Si practicara esto en Chile, se hubiera buscado la participación de distintos grupos, tratando de consensuar con todos ellos desde abajo, y no dejarlo en manos de unos cuantos iluminados, que lo resuelven todo desde arriba.
El proceso constituyente y su resultado representa un golpe a la izquierda, que cree que los cambios se producen mediante leyes (antes por las armas), y principalmente, a través del orden y pensamiento liberal constituido. Es necesaria una reflexión para buscar el cambio desde abajo, generando transformaciones vitales profundas, y más allá del Estado, de la Democracia y del Partido, forjando vías pos-estatalistas. En caso contrario, se estará en el eterno péndulo: hace poco ganó Boric, ahora la derecha. Y así, por los siglos de los siglos.
La izquierda genera muchas ilusiones y esperanzas, que luego generan desencanto o desazón cuando no se cumplen, o no se ve lo que prometieron. ¿Por qué no pueden hacer lo que prometen? El sistema no se puede revertir con leyes, ni desde el Estado y el propio sistema. Hay que trabajar creando conciencia y una nueva vida para que sea verdadero, para que el pueblo no deposite su esperanza en el Estado ni esté esperando que los gobiernos resuelvan sus problemas, sino en crear las condiciones y las proyecciones para que el pueblo lo haga por sí mismo en cada acto y en cada día de su vida. En realidad, esto la derecha lo sabe y actúa más allá del Estado, buscando y generando sus propias formas de beneficio a sus intereses y de consolidación a sus aspiraciones particulares.
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