Al movimiento indígena se le vio unido como nunca, en especial la conexión entre las diferentes organizaciones, a pesar de las diferencias que existen entre ellas. Éste un gran triunfo. Lograron paralizar el Ecuador y decirle al gobierno y al país que se necesitan cambios estructurales, y que el camino neoliberal emprendido no es la salida a la crisis general. Lo cual es otro punto a favor. Son los que tienen mejor reacción de respuesta y de contención a las élites, a su proyecto hegemonista y homogenista. Otro logro.
Ante estos logros, ¿qué representa esto en la psicología de algunos ecuatorianos el haber aceptado las migajas del acuerdo firmado? A la final, se sigue en lo mismo y hasta peor. Los gobiernos y los empresarios han terminado aceptando reivindicaciones, pero luego han lanzado el zarpazo por otro lado, y todo queda insubsistente. Una lucha y un desgaste, por casi nada. De ahí que algunos pregonan que es perder tiempo y no creen en estas acciones de lucha. Generándose un desencanto y desesperanza ante esas formas de protesta o reclamo. Además, porque en muchos casos se termina en “pueblo contra pueblo”, mientras los poderosos se frotan las manos. El Ecuador, ahora, está más dividido que unido.
Tanto es así, que la situación de los sectores populares no ha ido mejorando, sino que ha empeorado cada vez más. Quedando esas luchas solo como grandes remembranzas históricas, pues, en última instancia, el colonialismo avanza y se profundiza. El escenario se vuelve más complejo, con la crisis que asecha más ampliamente.
Es indudable y es meritorio, el hecho de que el movimiento indígena del Ecuador sea el mejor organizado de todo el continente y quizás del mundo, pero no alcanza a generar cambios profundos. Se podría pensar que se está avanzando paulatinamente, pero eso es muy relativo. Cuando surgió el movimiento indígena en los años 80 era más poderoso de lo que es actualmente, pero luego fue dividido con la penetración de ideologías de derecha, marxistas, cristianas, liberales, etc. Hasta fragmentarlo en diversos pedazos, los que se unen de tanto en tanto, pero básicamente por reivindicaciones económicas, que por proyectos epistémicos y culturales de raigambre indígena. Por ejemplo, están tan cristianizados que el propio Leónidas Iza, líder de la CONAIE, se arrodilló ante el dios de los invasores monárquicos e invocó personalmente la bendición de este dios, como se observó en el informe final que dio en la Casa de la Cultura.
El movimiento indígena actual es ante todo reivindicalista. Esto es una deficiencia, que es consecuencia de la penetración de la izquierda prebendalista y estatista, la que solo apunta a tener más y mejores migajas. No hay una acción ontológica para posicionar y empoderar al movimiento indígena y a toda la población ecuatoriana, desde lo simbólico hasta lo filosófico, dentro de una proyección estructural de transformación profunda.
Se convierten solamente en luchas clasistas, más no anti colonialistas, anti patriarcales, anti capitalistas, anti terricidas, etc. Por ejemplo, se crítica al racismo de gran parte de los ecuatorianos, pero no se va al trasfondo cultural de todo ello. No es solo cuestión de utilizar el poncho, sino de proyectarla como concepto filosófico dentro de otra concepción de vida. Los 10 puntos de las exigencias de la CONAIE son puramente reivindicalistas de tipo económico y algo ecológico. Todo ello, es reducir al movimiento indígena a otro movimiento de izquierda, que busca más tajadas del mismo sistema y del Estado que dicen cuestionar.
Se prioriza la lucha física por encima de la lucha cultural, convirtiéndose en una acción foquista y belicista, que son armas de doble filo. La lucha podría ser pacífica y tener resultados más efectivos, como Ghandi en la India. La organización, la movilización, la presión, la conciencia colectiva pueden tener mejores resultados, que las agresiones a bienes o personas.
Hay grupos aventureros y radicaloides, al interior y exterior del movimiento indígena, quienes, en vez de ayudar a un proyecto de cambio, distorsionan y desvían el propósito. Y, por otro lado, dan argumentos y ejemplos a los sectores hegemónicos para deslegitimar y dañar la imagen del movimiento indígena y popular. Y luego ello se traduce en las votaciones. La mayoría de quiteños rechazaron en las urnas lo sucedido en octubre de 2019. Las encuestas en todo el Ecuador en 2022 mostraron su rechazo a la forma de protesta, y todo esto se pagará en las urnas. La CONAIE se expuso y recibió una gran masacre por parte de la policía y los militares para luego, en las elecciones, perderlo todo. Leonidas Iza tiene cada vez menos posibilidades electorales en todo el Ecuador racista, que es su mayoría.
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