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Sandra Ramírez: La gran mayoría de nuestro partido nos mantenemos en la paz

La ex-guerrillera de las FARC elegida senadora en el Congreso de la República de Colombia estuvo en el encuentro OCUPA-Política en Recife, Brasil. democraciaAbierta habló con ella y nos contó su historia. Português

Manuella Libardi
5 septiembre 2019, 12.01am

Las películas que vemos en la televisión están saturadas de emocionantes historias de gente humilde que rompe innumerables barreras para alcanzar el éxito.

La historia de Sandra Ramírez es una de esas historias. Pero su ascenso de niña campesina humilde de Colombia a funcionaria pública del Gobierno es, de hecho, un testimonio de la negligencia de nuestros gobiernos latinoamericanos. La suya es, seguramente, una historia que Hollywood se negaría a contar.

Nació bajo el nombre Griselda Lobo en la región andina del noreste del país, en el departamento de Santander. De pequeña, soñaba con ser médica. Pero su realidad le negaba esa posibilidad. La actual senadora colombiana, hija de pequeños agricultores, creció en plantaciones de caña de azúcar, cacao y café, donde comenzó a trabajar para ayudar a sus padres cuando era niña.

Ramírez quería ser como su papá. Ella dice que su padre era un increíble partero y sanador, conocedor de las plantas locales. Querido por todos en su pequeña comunidad, cuando alguien se enfermaba, se dirigían a su casa. Al final, no había hospitales alrededor y la salud de la población estaba a merced de la bondad de la comunidad. Con esa inspiración de vocación de servicio, Ramírez quería dedicarse a la medicina. Sin embargo, su familia no tenía los recursos para mandarla a la universidad.

Ramírez encontró otra salida. A los 17 años, se unió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Entonces, Griselda Lobo asume un nuevo nombre e ingresa a la ilegalidad. A través de la guerrilla, pudo estudiar y graduarse de enfermera. Finalmente, Ramírez logró ejercer la profesión que soñaba de pequeña. Además de la enfermería, las FARC también le dieron a Ramírez el incentivo para que estudiara fotografía.

Para las mujeres y hombres del campo, las guerrillas representaban una alternativa a la vida que el Estado les negaba.

“Lo que soy en este momento se lo debo a la organización guerrillera que me formó, que me construyó, que me formó con la crítica, con la autocrítica, con la responsabilidad de cumplir una tarea,” dijo Ramírez.

Ramírez, que fue elegida senadora en el 2018 por el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, cree que la lucha armada fue la única forma en que los trabajadores rurales colombianos hicieron oír sus demandas. Sin este choque, el estado colombiano no habría considerado sentarse a la mesa con los campesinos y comprometerse a cumplir ciertas promesas, como ocurrió en los Diálogos de la Cumbre de la Paz de La Habana en Colombia en 2016.

Este grupo de rebeldes no representa a los más de 3.200 miembros dedicados a la paz y a garantizar que las promesas del Acuerdo se concreticen

Las noticias de la semana pasada vuelven a sacudir al país y a toda la región, y amenazan el Acuerdo de Paz. El jueves (29), un grupo de 20 rebeldes, liderados por los ex guerrilleros Iván Márquez y Jesús Santrich, anunciaron que regresarían a la lucha armada, citando "traición" al Acuerdo, firmado en noviembre de 2016.

Según Rafael Malagón, ex-guerrillero y gerente de la Ecomun, la cooperativa nacional de los excombatientes de las Farc, este grupo de rebeldes no representa a los más de 3.200 miembros dedicados a la paz y a garantizar que las promesas del Acuerdo se concreticen.

“Las FARC se mantienen en el proceso de paz,” Malagón dijo a democraciaAbierta. “Esa noticia es de un pequeño grupo que se apartaron de nuestro partido que no quisieron seguir cumpliendo el Acuerdo y fuera de eso no se acogieron a las normas y a la disciplina del partido de las FARC”.

Una de las demandas más imperativas que las FARC trajeron a la mesa en Cuba fue el tema de la reforma agraria. A través de lo que se negoció en el Acuerdo, Colombia tiene la oportunidad de convertirse en una sociedad más igualitaria, especialmente para las poblaciones rurales donde el Estado simplemente no llega, cree Ramírez.

“La lucha armada, la resistencia armada le dio al pueblo colombiano algo muy, muy importante que va a cambiar a nuestro país, que está empezando a cambiar, que es el Acuerdo. El Acuerdo en sí mismo representa una potencia transformadora,” dice.

Gran parte del desafío que enfrentan las poblaciones rurales en Colombia es la falta de transporte asequible. Las escuelas públicas en las zonas rurales están dispersas por todo el territorio. Uno de sus proyectos gubernamentales consiste en ampliar las redes de carreteras que unen los territorios rurales. Otra agenda de su mandato es crear legislación de tarifas de transporte diferenciales para campesinos de bajos ingresos.

Volver a las armas sería un retroceso para la victoria que fue conquistar una silla a la mesa y poder expresar sus demandas e insatisfacciones

“Tu puedes tener un plantel educativo que te da todo, pero si no tienes el trasporte, si no tienes la alimentación, es lo mismo. Es como si no tuvieras nada,” dice Ramírez.

Para Ramírez, su posición en el Senado representa una oportunidad única de instituir los cambios que quiere ver en su comunidad y otras en situación similar. Las FARC ven al Acuerdo como un gran logro para su movimiento y por lo que estuvieron luchando durante esos más de 50 años que sacudieron a Colombia, dice Malagón. Volver a las armas sería un retroceso para la victoria que fue conquistar una silla a la mesa y poder expresar sus demandas e insatisfacciones.

“Ellos tomaron esa decisión pero la gran mayoría de nuestro partido nos mantenemos en la paz y le insistimos al Estado que cumpla los compromisos del Acuerdo de la Habana,” dijo Malagón.

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