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Fotografía cedida por el Centro de Sindicatos Indios (CITU).“Antes, solíamos alojarnos en una caseta pequeña en un barrio marginal de Shastri Nagar, en la ciudad de Solapur. Cuando llovía, la caseta se llenaba de goteras y todo el interior se mojaba. Teníamos que sacar el agua continuamente cuando llovía”, relata Balamani Ambaiah Mergu. Está enrollando un beedi, un cigarrillo delgado, en su vivienda en Kumbhari, la zona de una iniciativa de viviendas dirigida por el Centro de Sindicatos Indios (CITU).
Mergu, cuya lengua materna es el telugu, es una de las productoras de beedis que forma parte del primer proyecto de vivienda de Solapur, al sureste de Maharashtra, un estado en el oeste de India. El proyecto, que lleva el nombre del fallecido líder comunista Godavari Parulekar, abarca 10 000 viviendas y fue aclamado como el más grande de su tipo en Asia.
La iniciativa de vivienda por parte del CITU en Solapur es un esfuerzo histórico que ha proporcionado viviendas asequibles a miles de trabajadores.
Por medio de la creación de cooperativas y de la persuasión que se ejerció en los gobiernos federal y estatal para que destinaran fondos al objetivo, los trabajadores y las trabajadoras lograron que se construyeran más de 15 000 viviendas desde 2001. La construcción de otras 30 000 viviendas comenzó en enero de 2018 y se espera que finalice en cuatro años.
De barrios marginales de Solapur a proyectos de vivienda
Según el último Censo de India en 2011, Solapur tiene una población de alrededor de 950 000 habitantes, el 18 % de los cuales vive en barrios marginales. Sin embargo, la cantidad de personas que viven en barrios marginales es mucho menor que en 2001, cuando las cifras eran de aproximadamente el 25 %. Las luchas de los trabajadores, que dieron como resultado la construcción de viviendas colectivas, fueron el principal catalizador de este cambio.
La iniciativa de vivienda por parte del CITU en Solapur es un esfuerzo histórico que ha proporcionado viviendas asequibles a miles de trabajadores.
Las trabajadoras de la industria de los beedis de Solapur, que en su mayoría son el único sostén económico de sus familias, reciben una remuneración baja y solían alquilar casetas pequeñas en barrios marginales. El cierre de las fábricas textiles en Solapur, que comenzó en la década de 1980, y las bajas en la capacidad de trabajo en la industria de telares manuales dieron lugar a tasas altas de desempleo. Las productoras de beedis, la mayoría provenientes de castas inferiores y minorías religiosas, vieron sus salarios gravemente afectados.
En Solapur, hay alrededor de 65 000 productoras de beedis, y sus pésimas condiciones de vida impulsaron al CITU —un sindicato que, en 2015, contaba con más de 5,8 millones de afiliados en toda India— a asumir el desafío de proporcionarles una vivienda digna y asequible.
La oficina del CITU en la ciudad de Solapur se encuentra ubicada en una zona de clase trabajadora junto a un barrio marginal del tipo que describió Mergu. La mayoría de los activistas del CITU en Solapur son trabajadores o activistas a tiempo completo procedentes de la clase trabajadora.
La lucha que condujo a la iniciativa de vivienda comenzó en 1992, cuando un grupo de trabajadores y trabajadoras de Solapur, bajo el liderazgo del CITU, exigió una vivienda asequible.
Narsayya Adam, líder del CITU y tres veces miembro de la Asamblea Legislativa de Maharashtra de la circunscripción (norte) de la ciudad de Solapur, desempeñó un papel protagonista en la labor de iniciar y liderar la campaña. Se lo conoce popularmente como ‘Jefe Adam’ o ‘Maestro Adam’, porque les enseñaba matemáticas a los niños, a pesar de que no pudo continuar sus estudios formales más allá del Estándar X, el equivalente al 11.o año de estudio en Inglaterra (al que se llega, aproximadamente, a los 16 años).

Balamani Ambaiah Mergu (derecha), productora de beedis, en su hogar de Kumbhari. Fotografía: Subin Dennis. Un programa de vivienda anterior resultaba inasequible para los trabajadores, que tenían dificultades para pagar las cuotas mensuales. Su deuda se fue acumulando y el fracaso del programa hizo que el CITU intensificara sus iniciativas para que los trabajadores tuvieran una vivienda.
“Entre 1992 y 1995, el CITU planteó una y otra vez la demanda de viviendas para las trabajadoras de la industria de los beedis”, señala Aparajita Bakshi, profesora en el Instituto TATA de Ciencias Sociales de Bombay, quien escribió una nota de investigación en 2012 sobre la iniciativa de vivienda del CITU en Solapur.
“En 1995, el Maestro Adam ganó las elecciones de la asamblea legislativa. Ese mismo año, planteó la cuestión de la vivienda para las productoras de beedis en la asamblea en un discurso memorable que pronunció sobre las condiciones de estas trabajadoras en Solapur”, escribe en su nota.
Como resultado de estos esfuerzos, el gobierno del estado aceptó llegar a un único acuerdo con los propietarios de las viviendas del programa anterior, para saldar la deuda acumulada.
Mientras tanto, Adam propuso un nuevo programa de viviendas para las trabajadoras de la industria de los beedis, según el cual el costo estimado de la construcción de la casa, incluida la compra del terreno, sería de 60 000 rupias indias (INR; unos 890 dólares estadounidenses, USD). El costo debía dividirse en partes iguales entre las trabajadoras, el Gobierno central y el gobierno del estado.
Las sociedades cooperativas de vivienda marcan el camino
Los trabajadores y las trabajadoras tuvieron que librar una larga lucha para conquistar su reivindicación. Formaron sociedades cooperativas de vivienda para impulsar la iniciativa. A través de grandes movilizaciones, acciones de protesta y campañas, obligaron a los gobiernos central y estatal a asignar fondos para la construcción de viviendas.
"A finales de la década de 1990, cuando la agitación para alcanzar la vivienda cooperativa llegó a su punto máximo, solíamos utilizar una estrategia llamada ‘gherao’ con todos los ministros que visitaban Solapur, y exigíamos conocer el estado de nuestro proyecto de viviendas."
Naseema Shaikh, que se unió al movimiento durante su adolescencia, nos comenta las estrategias de movilización que se adoptaron para organizar a los trabajadores en manifestaciones y marchas. “Nuestro camarada, el Maestro Adam, solía andar en una bicicleta y organizaba reuniones de trabajadores en barrios marginales. Formaba equipos de cuatro a cinco trabajadoras”, explica durante una entrevista en la oficina de la Sociedad Cooperativa de Vivienda de las Trabajadoras de la Industria de los Beedis, ubicada en la ciudad de Solapur.
"A finales de la década de 1990, cuando la agitación para alcanzar la vivienda cooperativa llegó a su punto máximo, solíamos utilizar una estrategia llamada ‘gherao’ [que consiste en evitar que alguien deje su lugar de trabajo antes de que se cumplan determinados pedidos] con todos los ministros que visitaban Solapur, y exigíamos conocer el estado de nuestro proyecto de viviendas”, comenta en una combinación de hindi, urdu y marati.
Adam, ahora miembro del Comité Central del Partido Comunista de India (marxista), el CPI(M), recordó un ejemplo de la oposición y los prejuicios con los que se encontraron cuando los trabajadores se acercaron inicialmente al gobierno con su propuesta para el proyecto de viviendas: “Cuando nos acercamos a Satya Narayan Jatiya, el ministro de Trabajo, afirmó que utilizaríamos este programa para malversar dinero”.
Según los activistas del CITU, los principales partidos políticos, incluido el Congreso Nacional Indio (que ha sido el partido dirigente en India durante el período más largo desde la independencia), manifestaron su escepticismo con respecto a la iniciativa. Sin embargo, la campaña del sindicato logró que la iniciativa obtuviera el apoyo de los líderes de todo el arco político de Maharashtra. “Sharad Pawar, Sushil Kumar Shinde, Manohar Joshi, Chandrakant Khaire, Mulayam Singh Yadav y siete de ocho miembros del parlamento del CPI(M) abordaron en conjunto al primer ministro Atal Bihari Vajpayee el 8 de marzo, el Día de la Mujer, de 2000. ‘¿Cuál es el problema?’, preguntó el primer ministro, y le explicaron su petición. ‘Vengan a mi oficina’, les respondió. Después de ingresar a la oficina, llamó a Jatiya y le ordenó que aprobara el proyecto de 10 000 viviendas”; Adam recuerda con nostalgia la victoria clave que tuvo lugar cuando los líderes principales de diferentes partidos políticos trabajaron juntos para presionar al Gobierno central.

Narsayya Adam interviene en una reunión de trabajadores y trabajadoras en la oficina del CITU, Solapur. Fotografía: CITU.
Una inauguración histórica
Tras varias rondas de negociación, la propuesta se aprobó el 8 de marzo de 2001. La construcción estuvo a cargo de Pandhe Constructions, una empresa local, y la inauguración del programa de viviendas Godavari Parulekar tuvo lugar el 1 de septiembre de 2006 por parte del entonces primer ministro Manmohan Singh. Al acto asistieron más de 100 000 personas.
Una vivienda habitual del programa tiene alrededor de 50 metros cuadrados y el proyecto ocupa alrededor de 182 hectáreas en Kumbhari, a unos 8 kilómetros de la ciudad de Solapur. El proyecto incluye espacios al aire libre, así como los terrenos necesarios para establecer servicios comunitarios, escuelas, hospitales, etc. Los gobiernos estatal y federal contribuyeron con la construcción del tendido eléctrico, una subestación eléctrica y tanques de agua. La Corporación Municipal de Solapur se encarga del suministro de agua.
Cada trabajador pudo comprar una vivienda por 20 000 INR (unos 300 USD), un tercio del costo total. Los trabajadores pagaron la parte que les correspondía en cuotas, y los fondos para este fin procedieron de sus ahorros personales y de sus fondos del seguro social.

Programa de viviendas Godavari Parulekar. Fotografía: Subin Dennis. La parte correspondiente al Gobierno central destinada al programa provino del Fondo de Bienestar para Productoras de Beedis, que se financia con los impuestos que se cobran sobre los cigarrillos fabricados.
El segundo programa, que se inauguró en 2015 y que se denomina Comrade Meenakshitai Sane, implicó la construcción de 5100 viviendas para las mujeres que se dedican a la producción de beedis.
El tercer programa es el más grande, y tiene como objetivo construir 30 000 viviendas asequibles para productoras de beedis, trabajadores textiles y otros trabajadores no sindicalizados por un costo total de 18 110 millones de INR (unos 270 millones de USD). Los trabajadores y las trabajadoras se han organizado en cinco sociedades cooperativas: una de mujeres trabajadoras procedentes de minorías, una de trabajadores pertenecientes a la comunidad tradicional de zapateros, una de trabajadores del telar mecánico, una de productoras de beedis y, por último, una de trabajadores de vestimenta prefabricada y personalizada.
Estas cinco cooperativas se han unido para formar la Federación de Cooperativa de Vivienda RAY Nagar. Se realizaron manifestaciones y reuniones masivas para movilizar el apoyo y persuadir a los gobiernos federal y estatal de que también proporcionaran fondos para este programa. Los gobiernos dieron luz verde al proyecto en 2016 y se espera que el programa esté terminado para 2021.
De aldea a ciudad pequeña y dinámica
El cambio de barrios marginales a viviendas en Kumbhari constituyó un gran avance para los trabajadores. Sin embargo, las personas que se mudaron a las viviendas en Kumbhari enfrentaron dificultades relacionadas con el transporte durante los primeros dos años. Luego, el CITU convenció a Solapur Municipal Transport —la empresa de transporte de la Corporación Municipal de Solapur— para que comenzara a prestar servicios de autobús hacia Kumbhari. El costo del boleto de autobús desde cualquier región de Kumbhari hacia la ciudad de Solapur se ha mantenido bajo y cuesta 7 INR (0,1 USD).
“También hemos traído la industria de los beedis hasta aquí. Se construyeron 20 cobertizos de trabajo a los que las productoras acceden por un alquiler mínimo”, explicó M.H. Shaikh, secretario general del estado de Maharashtra del CITU. Las mujeres fabrican los cigarrillos en sus hogares, y cuando están listos, son recolectados en los cobertizos de trabajo.
“Los hombres de estas familias se dedican a trabajar con telares mecánicos y muchas de las industrias de este tipo han migrado aquí de forma automática. Por lo tanto, los hombres tampoco deben trasladarse demasiado para trabajar.”
“Convencimos al Zila Parishad [el órgano administrativo local a nivel de distrito] para que abriera escuelas para los niños que viven aquí. Otorgamos terrenos para este propósito de forma gratuita y ahora el área cuenta con seis escuelas primarias. La zona también posee cinco escuelas secundarias”, detalló Shaikh durante una entrevista en la oficina del CPI(M) en Kumbhari.
Se logró persuadir a un hospital cooperativo cercano para que proporcionara tratamiento de emergencia gratuito a los residentes de Kumbhari y cobrara poco por otros tipos de tratamiento. Aún se está trabajando para lograr que el Gobierno central establezca un hospital con 100 camas para brindar tratamiento gratuito.

Mujeres enrollando beedis en Kumbhari. Fotografía: Subin Dennis.Kumbhari, que antes era una aldea, ahora es una ciudad pequeña y animada gracias a la llegada de 50 000 personas como parte de los programas de viviendas del CITU y de planes de menor envergadura que llevaron a cabo otros grupos.Se ofrecen servicios comerciales y han surgido tiendas que ofrecen una gran variedad de productos. El mercado de verduras en la Kranti Chowk, la Plaza de la Revolución, de Kumbhari está repleto de clientes desde las 5 de la madrugada hasta las 10 de la noche.
El esfuerzo colectivo de los trabajadores de Solapur, que se organizaron en cooperativas, dio como resultado un cambio destacable, ya que dejaron de vivir en condiciones de inseguridad en viviendas alquiladas. Los barrios marginales que aún hoy existen en Solapur son chozas abarrotadas separadas por calles angostas que a veces solo miden un metro de ancho. Los desagües con agua coloreada —debido a los efluentes de las unidades textiles— fluyen por el barrio marginal cerca de la oficina del CITU en la ciudad. “Logramos que las personas dejaran de vivir en condiciones tan precarias y peligrosas”, concluye Shaikh.
Las iniciativas de vivienda del CITU en Solapur se han convertido en hitos en la historia de la construcción de viviendas colectivas de bajo costo, los movimientos de la clase trabajadora, los movimientos de las cooperativas y el papel del gobierno en la creación de una seguridad social con la participación de las personas. Este proyecto de viviendas colectivas ha demostrado que los trabajadores y las trabajadoras pueden cumplir su sueño de tener una vivienda gracias a la fuerza de sus propios movimientos y con la cooperación de los gobiernos.
¿Qué lecciones podemos aprender de este proyecto? ¿Has participado en alguna iniciativa parecida? ¿O conoces a alguien que lo haya hecho? Comparte tus comentarios en el apartado abajo y ayúdanos a generar una base colectiva de conocimiento.
Traducción: Paula Fredes
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