Uno de los principales argumentos de la oposición para tumbar la reforma es la coyuntura económica de Chile y las proyecciones hechas por el mismo Gobierno Boric sobre el crecimiento del PIB para 2023, que se espera sea de un -0,7%. Sebastián Piñera, expresidente y opositor, afirmó que: “Pretender aumentar en esa magnitud los impuestos, en medio de una economía estancada, con una crisis de crecimiento, que no es capaz de crear empleos, es un error".
Todo esto explica el giro de Boric hacia posturas más moderadas, y los cambios en su gabinete. A inicios de febrero de 2023 su índice de aceptación pasó de un bajo 24% a un aceptable 36%, en un cambio de tendencia que considera positivo después de haberse enfrentado una coyuntura compleja: una inflación alta, un conflicto de seguridad en tierras mapuches, la prórroga del estado de excepción, el rechazo al plebiscito, y una reforma tributaria fallida no son un escenario sencillo para nadie.
Pero Boric también ha tenido logros como el histórico aumento del salario mínimo, el acuerdo para el inicio de un nuevo proceso constituyente, tras el estrepitoso fracaso del proceso anterior, su gira por Canadá y Estados Unidos, la ratificación del Acuerdo de Escazú y su trabajo incansable por los derechos humanos.
El gobierno de Boric considera prioritario sacar adelante el nuevo proceso constituyente, que nace con algunas líneas rojas impuestas por la derecha. Muchos de los cambios estructurales que el presidente chileno propuso no los pudo realizar en su primer año porque estaban atados a la primera constituyente. En esta nueva oportunidad, Boric tiene que convencer a la ciudadanía en un tiempo récord y sabe que para ello tiene que sumar a la gran mayoría de fuerzas políticas y alcanzar un consenso de país
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