
Se pueden ver agujeros de bala en muchos frentes de casas en la favela Complexo do Alemão en Río de Janeiro, Brasil, 16 de julio de 2016. El Complexo es una gran favela en Río de Janeiro que consta de 25 asentamientos. Foto: Peter Bauza / DPA / PA Imágenes. Todos los derechos reservados.
En su página de Facebook, Coletivo Papo Reto mantiene un registro de tiroteos en el Complejo do Alemão, un conglomerado de dieciséis favelas en la zona norte de Río de Janeiro. Cada vez que se reportan disparos, se marcan con una X en el calendario. Para el pasado 4 de octubre, la actualización más reciente, hubo tiroteos en 202 de los 277 días del año, casi todos entre la policía militar y el Comando Rojo (Comando Vermelho), la facción narcotraficante que controla el área.
Abril fue un mes especialmente sangriento. Una operación policial para instalar una torre de observación en la favela Nova Brasilia se encontró con una resistencia violenta, y en cinco días consecutivos de tiroteos, cuatro personas murieron: Gustavo Silva, de diecisiete años, murió de un disparo de camino a una panadería, el soldado Bruno de Souza murió desangrado en su propia casa después de ser alcanzado por una bala perdida, y Paulo Henriques, de trece años, murió yendo a la casa de un amigo a jugar videojuegos.
El 26 de abril, el camarógrafo de Coletivo Papo Reto, Carlos Coutinho, regresaba a casa del trabajo cuando se encontró con una manifestación improvisada en la esquina de la Avenida Itaóca y Estrada do Itararé. Acababan de enterrar a Henriques, y unas docenas de personas habían cerrado las calles y esperaban el regreso de los dolientes, vigilados con recelo por la policía. Coutinho sacó su teléfono, abrió Facebook Live y comenzó a filmar.
Al principio, la atmósfera es tensa, pero pacífica. Una mujer joven con leggings y un sujetador deportivo golpea y arroja carteles a los oficiales que patrullan. La policía arroja una bomba de humo, la multitud se dispersa a los sonidos de los disparos pap-pap-pap-pap, pero incluso entonces, la escena es surrealistamente cotidiana. La gente pasa corriendo con la cabeza baja, la música resuena en las tiendas, los policías se cubren detrás de una hoja de metal y una mujer se dirige a la cámara: "Esto es una broma. Esto no es nada". Solo un día más en el Alemão.
En el siguiente clip, Coutinho lleva el casco de un periodista de guerra, un chaleco antibalas y una etiqueta que lo identifica como miembro de la prensa. Explica que su teléfono se quedó sin batería, por lo que se fue a casa a buscar su cargador. Durante las próximas dos horas, transmite en vivo.
Filma a una niña cubriéndose la cara para evitar respirar gases lacrimógenos, a una madre llorando porque su hija está sola en casa donde el tiroteo es más intenso, casquillos de fusiles y pistolas sembrados por el suelo, y más tarde, a un joven sangrando abundantemente debido a heridas en el pecho y el cuello mientras está siendo transportado al centro de salud comunitario. A medida que el grupo se acerca a la clínica, la policía arroja una bomba de humo y dispara balas de goma. El video ha sido visto más de 63,000 veces.
Felipe Farias, de 16 años, no sobrevivió a sus heridas. "La policía siempre dice que el tiro no fue disparado por ellos", me dijo Coutinho. "No sé si están intentando decir que era miembro de una pandilla, porque acababa de llegar de la escuela. Llegó a casa, se cambió y salió". No se encontraron armas ni balas en el callejón donde él cayó malherido.
El Coletivo Papo Reto (CPR) fue fundado en 2013, inicialmente para ayudar a los residentes a recuperarse después de una temporada de desprendimientos de tierras muy destructivos en el Alemão. Ese espíritu comunitario aún es evidente en su página de Facebook, que promueve una visión positiva de la favela, promocionando fiestas infantiles y recitales de poesía en las azoteas, aunque el objetivo principal del grupo es documentar la brutalidad policial.
"Debido a que esta es una comunidad negra y pobre, la única forma en que históricamente la prensa habló de nosotros fue a través del prisma de la violencia", dijo Raúl Santiago, el joven líder carismático del grupo. "La forma en que las autoridades nos ven – todo el diálogo, toda interacción o compromiso – es a través de la mira de un rifle".
Papo Reto significa Hablar Claro, documentando las representaciones distorsionadas de la llamada "guerra contra las drogas" en los principales medios de Brasil. "Decidimos que necesitábamos filmar, necesitábamos denunciar lo que estaba sucediendo, y nuestros teléfonos celulares eran nuestra arma", dijo Renata Trajano, otra miembro fundadora del colectivo.
Santiago y Trajano se dirigían al personal de la sede de WITNESS en Nueva York, una ONG internacional que enseña a los activistas cómo usar el video para defender los derechos humanos. Víctor Ribeiro, coordinador del programa de esta organización en Brasil, con sede en Río, está allí para ayudar a mantener la seguridad de los miembros de CPR, mejorar la calidad de los videos que filman y usarlos luego para llamar la atención sobre abusos policiales y, a veces, para procesarlos.
La colaboración dio sus primeros frutos en abril de 2015, después de que un policía disparó a quemarropa a Eduardo de Jesús Ferreira, de 10 años, mientras cogía su teléfono móvil. Coutinho llegó en una hora y filmó con una mirada de documentalista: un cuerpo de un joven negro extendido sobre el cemento, un padre en silencio, atónito, una madre histérica y los cartuchos esparcidos alrededor. Su video circuló por la prensa internacional, y el asesinato de Eduardo se convirtió en una causa célebre, emblemática de la violencia policial descontrolada en Brasil.
Coutinho y Santiago han vivido en el Alemão toda su vida. En la experiencia de ambos, esa fue la primera escena de crimen cometido en la comunidad que fue preceptivamente acordonada con cinta policial y recibió un perito forense a recoger evidencia. Normalmente, los cuerpos se dejan en las calles para que las familias los recojan o para que la policía los saque de ahí arrastrándolos. Luego los contabilizan como uno más que murió ‘por resistirse al arresto' o como una víctima de una 'bala perdida'.
"Siempre se clasifican como 'balas perdidas', como si una ametralladora hubiera disparado accidentalmente a alguien", dijo Santiago. "¿Cómo pueden ser balas ‘perdidas’ si siempre pegan a las mismas personas en el mismo lugar? Esas vidas no importan". Oficialmente, la policía fue responsable de 920 muertes en Río de Janeiro el año pasado. Los activistas afirman que el verdadero monto total es mucho más alto.
Debido a que no denuncian los homicidios y abusos cometidos por narcotraficantes, los críticos de derechas describen a menudo la CPR como encubridores. "Los narcotraficantes no son el principal problema", dijo Santiago. "Para que un AK-47 llegue a la favela, pasó antes a través de la corrupción de la policía. Es un ciclo de exterminio de los pobres ".
Trajano dijo que los miembros de CPR son amenazados regularmente por agentes de policía. Durante la campaña de la Praça de Samba, a Santiago lo tuvieron que sacar a escondidas del Alemão por unos días, a causa de amenazas de muerte. Coutinho me dijo que un oficial superior le disparó deliberadamente dos veces en las piernas con balas de goma.
En noviembre de 2010, el ejército brasileño invadió el Alemão, supuestamente para recuperarlo de manos de facciones narcotraficantes. Se instalaron unidades de policía pacificadoras, conocidas en Río por su acrónimo en portugués, UPP. En los prometedores años anteriores a la Copa del Mundo de 2014, cuando la economía crecía y la tasa de asesinatos disminuía, parecía que la ciudad había encontrado una solución perdurable a su problema crónico de crímenes violentos.
En retrospectiva, ese optimismo parece engañoso. Cuando entrevisté al profesor Ricardo Henriques, el arquitecto del UPP Social, en 2012, me aseguró que la policía tomaría el control de la favela y que pronto el estado proporcionaría servicios – agua potable, alcantarillado, recolección de basura, educación y salud – en áreas de la ciudad que habían estado abandonadas por mucho tiempo.
Pese a que se hicieron algunas mejoras estéticas, esos servicios nunca llegaron, y mientras la violencia aumenta en toda la ciudad – más de 5.000 personas fueron asesinadas en Río el año pasado, 20% más que en 2015 – está más claro que nunca que más policías nunca fueron la respuesta. Coutinho lo expresó en términos simples: "En los viejos tiempos, solo había un grupo armado en Alemão: los narcotraficantes. Ahora hay dos grupos armados en Alemão: la policía y los traficantes, y se pelean entre sí todo el tiempo".
En agosto, las fuerzas armadas apoyaron una operación de la policía militar que duró una semana en Jacarezinho, una favela en la zona norte, que terminó con al menos siete muertos y muchos otros heridos. Entre los asesinados figuraba el oficial de policía Bruno Guimarães Buhler, uno de los más de cien policías asesinados en Río este año. En un mensaje dirigido al Comando Rojo, pero escuchado por toda la comunidad, el comandante Marcus Vinicius Amim Fernandes dejó claro el objetivo de la misión: "Les quitaremos de en medio sin parar... el tema de los derechos humanos no me asusta”.
Cuando la policía ingresa a la favela por la fuerza, generalmente lleva una 'orden de registro colectivo' que le otorga el supuesto derecho de derribar la puerta que les dé la gana. Durante la operación para tomar el control de la Praça de Samba del Alemão, los policías fueron más allá, ocupando casas, atrancando puertas y ventanas con muebles e instalando puestos de francotiradores.
Con la ayuda de WITNESS, CPR entrevistó a las personas cuyas casas estaban ocupadas, incluido un anciano en silla de ruedas o una abuela que vive con catorce parientes más jóvenes. El video que filmaron, mostrando casas saqueadas convertidas en bases militares improvisadas, fue presentado a la fiscalía pública de Río, y en una rara excepción en la cultura de la impunidad policial, dos comandantes de alta graduación fueron acusados de ordenar ilegalmente las ocupaciones.
"El Coletivo Papo Reto ha tenido un gran impacto", me dijo Theresa Williamson, del grupo de presión Rio On Watch, describiéndolo como la vanguardia de un movimiento de periodismo ciudadano que desafía la propiedad corporativa de la narrativa de los medios. "En las favelas de Río hay fotógrafos comunitarios, periodistas y productores de videos que documentan lo que está sucediendo".
Santiago es colaborador habitual en Globo, la red de televisión hegemónica de Brasil, y Thainã Medeiros, miembro de CPR, ha publicado artículos en la BBC, en el New York Times y en el Americas Quarterly. "Son gentes de la favela; hace diez años, a nadie en su situación se le habría dado credibilidad", dijo Williamson. "Pero ahora, debido a las redes sociales, debido a su trabajo... son visibles para el público como los expertos que son, por lo que pueden estar en la mesa como iguales, en una sociedad que es tan crónicamente desigual".
En el evento WITNESS, Santiago puso el logotipo de BOPE, la unidad de fuerzas especiales de la policía militar de Río, en la pantalla, y lo vi con ojos nuevos: una calavera sonriente con un cuchillo clavado en la barbilla, frente a dos pistolas cruzadas. Un vehículo blindado que alza esa bandera trae guerra, no seguridad.
El 23 de octubre, la policía militar de Rocinha disparó a una turista española, María Esperanza Ruiz Jiménez, cuando el automóvil en el que viajaba no se detuvo en un puesto de control, llamando la atención internacional sobre los peligros que enfrentan las personas que viven en las supuestamente 'pacificadas' favelas de Río. "Hay días en los que pienso en renunciar porque la violencia causa tanto sufrimiento. Te convierte en una persona agresiva, una persona triste ", dijo Trajano. "Pero se ha convertido en una parte tan importante de mi rutina, que le he perdido el miedo. No tengo miedo a morir, pero tengo miedo de rendirme".
Lee más
Reciba su correo semanal
Comentarios
Animamos a todo el mundo a que haga comentarios, Por favor, consulte las intrucciones de openDemocracy para comentarios