Todo esto llevó a que la Corte IDH ordene a Venezuela, entre otras cosas, investigar las muertes de Jimmy Guerrero y Ramón Molina, las posibles torturas y actos de hostigamiento, allanamiento, amenazas y detenciones ilegales y arbitrarias que denunció Jimmy antes de ser asesinado, por lo que el Estado debe asegurar que las autoridades judiciales cuenten con los recursos humanos y financieros y las garantías de seguridad necesarias; tome en cuenta el contexto; y garantice pleno acceso de los familiares al proceso.
Además, le requirió a Venezuela presentar “un informe oficial con los datos relativos a las muertes producidas por parte de fuerzas policiales en todos los Estados del país y la identificación de las personas fallecidas en dichas circunstancias, inclusive por medio de información relativas al nombre, edad, sexo o género, lugar de residencia y condición social”.
CEJIL y COFAVIC litigaron el caso durante más de una década y hoy celebran esta sentencia pues limpia la memoria de las víctimas, da esperanzas a sus familiares de que habrá justicia, cómo a las de tantas otras que perdieron a sus seres queridos en situaciones similares, y les repara luego de tantos años de lucha. Florencia Reggiardo, abogada de CEJIL, señaló que “esta decisión de la Corte refleja una práctica arraigada en las fuerzas de seguridad venezolanas, que ha sido reconocida, entre otras por las Naciones Unidas recientemente, y que esperamos sirva para que el Estado adopte medidas que eviten la repetición de los hechos”.
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