Esa autocensura, generada como mecanismo de defensa ante la inseguridad, ha continuado por varios años en el país, y quizá, la periodista Yesenia Mollinedo, en ese hartazgo por las arbitrariedades y vínculos policiales, rompió esa regla no escrita. Esa fue única información que le pidió su hermano que “no publicará”, porque él también había padecido las amenazas.
En el Facebook de la página “El Veraz” se puede leer información casi inofensiva sobre el ayuntamiento, bautizos, etcétera; pero la relacionada sobre las quejas contra la policía vial y municipal, son las que más visitas y comentarios negativos generaron.
Cosoleacaque, zona de silencio y de narco
Debido a esos mecanismos de autodefensa ante la inseguridad, en México se han generado zonas de silencio donde no se puede publicar nada “no autorizado” relacionado con muertes, riñas entre grupos criminales, control de zonas, entre otros; y Cosoleacaque, una arteria del este-oeste del sureste de México es una de esas zonas controladas.
En la zona sur del estado, los municipios de Coatzacoalcos, Acayucan, Minatitlán y Cosoleacaque forman parte de un corredor importante que es disputado por dos cárteles del crimen organizado que operan diversos delitos, entre ellos, los “cobros de piso”, extorsiones a empresarios y comerciantes para darles protección; secuestro de migrantes, trata de personas, entre otros.
El estado de Veracruz, el epicentro de los crímenes contra periodistas, ha visto también asesinatos de políticos. En febrero del 2021, fue asesinada la exalcaldesa de Cosoleacaque Gladys Merlín y su hija, Carla Enríquez Merlín, quien planeaba postularse para la alcaldía del municipio. Ambas fueron baleadas en su casa.
La violencia que prevalece en México arreció hace dos décadas como consecuencia de la guerra contra el crimen organizado que inició el ex presidente Felipe Calderón, siempre cobijada bajo el manto de la corrupción y la impunidad. Hasta que no se empiece a hacer justicia y romper estos acuerdos criminales, la violencia no se detendrá y seguirá cobrando miles de vidas mexicanas.
Ya no podemos seguir aumentando las cifras de los asesinatos de periodistas, y una de las formas de ayudar a frenar estos crímenes es poner en evidencia los orígenes del problema para obligar al gobierno a dar con los responsables y a acabar con la impunidad que hoy convierte a México en el país del mundo que, no estando en guerra, es el más peligroso para ejercer el periodismo.
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