50.50: Opinion

Estas son las mujeres nicaragüenses que luchan por la democracia desde la cárcel

Pese a la ‘farsa’ de las elecciones de este domingo, las mujeres encarceladas por enfrentar al régimen de Ortega infunden esperanza en la resistencia

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Dánae Vílchez
5 noviembre 2021, 3.47pm
Arriba, de izquierda a derecha: Karla Escobar, Julia Hernández, María Oviedo, Esperanza Sánchez y Ana Margarita Vijil. Abajo, de izquierda a derecha: Suyen Barahona, Violeta Granera, Cristiana Chamorro, Dora María Téllez y Tamara Dávila

Cuando la política y abogada feminista Ana Margarita Vijil supo el 12 de junio que su detención era inmimente, grabó un video con un mensaje final: “Aquí nadie se raja. Daniel Ortega se va”. Unos minutos después, llegó la policía a su casa; la golpearon y la llevaron a la cárcel.

Nicaragua, mi país natal, celebra elecciones este domingo 7 de noviembre. Pero ya sabemos quién ganará. El presidente Daniel Ortega, en el gobierno desde 2007, se asegurará otro mandato, después de meses ejerciendo la represión, la censura y el encarcelamiento para sacar de en medio a la oposición.

A partir de mayo, el gobierno detuvo a siete candidatos presidenciales y al menos a una docena de activistas, incluyendo a diez mujeres notables.

Estas mujeres son defensoras de derechos humanos, activistas feministas y líderes sociales y políticas. Sus nombres son: Cristiana Chamorro, Dora María Téllez, Tamara Dávila, Ana Margarita Vijil, Suyen Barahona, Violeta Granera, María Oviedo, Esperanza Sánchez, Julia Hernández y Karla Escobar.

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Vijil, que se filmó a sí misma antes de su detención, se encuentra en la cárcel El Chipote en Managua, la capital, conocida como la “prisión de la tortura”. Su familia denuncia que está sometida a aislamiento, abuso emocional y físico, y que ha perdido mucho peso.

Dora María Téllez, historiadora y líder política, también fue detenida el 12 de junio – el mismo día que Vijil. Téllez es una excomandante del movimiento guerrillero sandinista; se volvió un icono en la década de 1970 por liderar conquistas militares cuando era apenas una joven, combatiendo junto con Ortega para derrocar a la dinastía de los Somoza.

Luego fue ministra y legisladora del movimiento sandinista (FSLN) y también fundó un partido político independiente. Ahora con 66 años, es una crítica declarada de su antiguo camarada Ortega. Su familia afirma que es maltratada y mal alimentada en prisión.

Tamara Dávila, psicóloga feminista y activista política, fue detenida un día antes que Vijil. La policía confiscó su álbum con fotos familiares y una libreta en la que ella registraba el crecimiento de su hija.

“Están usando su maternidad para torturarla”, me dijo Ana Lucía Alvarez, hermana de Dávila. “A Tamara le dicen constantemente que es mala madre y que ha abandonado a su hija”.

Las presas políticas soportan una penuria doble – por ser mujeres y por criticar al gobierno

Álvarez (quien también es sobrina de Vijil) explica que las prisioneras políticas soportan una penuria doble – por ser mujeres y por criticar al gobierno.

Están en general sometidas a confinamiento solitario y a interrogatorios reiterados, a burlas y humillaciones por sus preferencias sexuales y de género o por haber tenido que abandonar a sus hijas e hijos debido a la detención, según Álvarez.

Represión y corrupción bajo el mando de Ortega

El presidente Ortega personifica el patriarcado, el autoritarismo y la corrupción, las tres cabezas de un Cancerbero que se ha tragado al país entero. Excomandante militar y uno de los líderes de la exitosa Revolución Sandinista – que puso fin a la dictadura de la familia Somoza en 1979 – Ortega toma represalias contra cualquiera que se atreva a oponerse a su mandato.

Desmanteló las instituciones democráticas y pasó a controlar la justicia, la policía y las fuerzas armadas. Se ha presentado a sucesivas reelecciones aprobadas por los tribunales que él maneja. Durante las manifestaciones antigubernamentales de 2018, ordenó la masacre de al menos 325 personas.

Ortega lanza un discurso de izquierda, pero es un aliado fundamental de los sectores conservadores. En 2006, cuando era líder de la oposición, ordenó a su partido votar la prohibición total del aborto para complacer a la Iglesia Católica. Poco después ganó las elecciones de ese año.

Como si todo esto fuera poco, Ortega fue denunciado por su hijastra, Zoilamérica Narváez, de presuntas violaciones reiteradas desde que ella tenía 11 años.

En 1998, cuando Narváez describió el calvario por el que había pasado, su madre, Rosario Murillo, se puso del lado de su esposo y fue recompensada con un creciente poder político en su régimen. Ahora es la vicepresidenta y vocera del gobierno.

Como ha dicho Jennie Lincoln, asesora principal del Carter Center, la democracia ha muerto en mi país. Sin candidaturas opositoras en los comicios del domingo, la oposición agrupada en la Coalición Nacional llamó a la ciudadanía a abstenerse de votar y a “quedarse en casa”.

Esperanza pese a la reclusión

Sin embargo, las mujeres encarceladas todavía consiguen lanzar una mínima luz de esperanza.

“Estar en la cárcel es mi aporte para la libertad de Nicaragua”, le dijo Ana Margarita Vijil a su hermana durante una de las dos visitas que le han permitido.

Ana Lucía Alvarez afirma que las presas mantienen buen ánimo y que, en esas únicas dos visitas autorizadas desde junio, han dicho a sus familias que no van a tirar la toalla. “Las hemos encontrado fuertes, aun en esta situación en que están han encontrando maneras de resistir”, dice Alvarez.

Con la etiqueta #QueLasLiberen, grupos feministas en Nicaragua y el resto de América Latina están reclamando la liberación inmediata de estas mujeres y denunciando las elecciones de este domingo como “una farsa”.

“Necesitamos tejer redes de apoyo”, dice Alvarez. “La lucha es por la libertad y la justicia en Nicaragua, y necesitamos que todas las mujeres del mundo alcen su voz con nosotras”.

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