Álvarez (quien también es sobrina de Vijil) explica que las prisioneras políticas soportan una penuria doble – por ser mujeres y por criticar al gobierno.
Están en general sometidas a confinamiento solitario y a interrogatorios reiterados, a burlas y humillaciones por sus preferencias sexuales y de género o por haber tenido que abandonar a sus hijas e hijos debido a la detención, según Álvarez.
Represión y corrupción bajo el mando de Ortega
El presidente Ortega personifica el patriarcado, el autoritarismo y la corrupción, las tres cabezas de un Cancerbero que se ha tragado al país entero. Excomandante militar y uno de los líderes de la exitosa Revolución Sandinista – que puso fin a la dictadura de la familia Somoza en 1979 – Ortega toma represalias contra cualquiera que se atreva a oponerse a su mandato.
Desmanteló las instituciones democráticas y pasó a controlar la justicia, la policía y las fuerzas armadas. Se ha presentado a sucesivas reelecciones aprobadas por los tribunales que él maneja. Durante las manifestaciones antigubernamentales de 2018, ordenó la masacre de al menos 325 personas.
Ortega lanza un discurso de izquierda, pero es un aliado fundamental de los sectores conservadores. En 2006, cuando era líder de la oposición, ordenó a su partido votar la prohibición total del aborto para complacer a la Iglesia Católica. Poco después ganó las elecciones de ese año.
Como si todo esto fuera poco, Ortega fue denunciado por su hijastra, Zoilamérica Narváez, de presuntas violaciones reiteradas desde que ella tenía 11 años.
En 1998, cuando Narváez describió el calvario por el que había pasado, su madre, Rosario Murillo, se puso del lado de su esposo y fue recompensada con un creciente poder político en su régimen. Ahora es la vicepresidenta y vocera del gobierno.
Como ha dicho Jennie Lincoln, asesora principal del Carter Center, la democracia ha muerto en mi país. Sin candidaturas opositoras en los comicios del domingo, la oposición agrupada en la Coalición Nacional llamó a la ciudadanía a abstenerse de votar y a “quedarse en casa”.
Esperanza pese a la reclusión
Sin embargo, las mujeres encarceladas todavía consiguen lanzar una mínima luz de esperanza.
“Estar en la cárcel es mi aporte para la libertad de Nicaragua”, le dijo Ana Margarita Vijil a su hermana durante una de las dos visitas que le han permitido.
Ana Lucía Alvarez afirma que las presas mantienen buen ánimo y que, en esas únicas dos visitas autorizadas desde junio, han dicho a sus familias que no van a tirar la toalla. “Las hemos encontrado fuertes, aun en esta situación en que están han encontrando maneras de resistir”, dice Alvarez.
Con la etiqueta #QueLasLiberen, grupos feministas en Nicaragua y el resto de América Latina están reclamando la liberación inmediata de estas mujeres y denunciando las elecciones de este domingo como “una farsa”.
“Necesitamos tejer redes de apoyo”, dice Alvarez. “La lucha es por la libertad y la justicia en Nicaragua, y necesitamos que todas las mujeres del mundo alcen su voz con nosotras”.
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